Reflexiones Australes

Los jóvenes no quieren trabajar mucho

La última pandemia del Covid 19, obligó a muchas empresas a operar bajo la modalidad de “teletrabajo”, llamada también por algunos “teleflojera”. En efecto, los trabajadores descubrieron la comodidad de trabajar en casa, lejos del jefe y más cerca de sus mascotas. La posibilidad de organizar el día libremente y sin la necesidad de bañarse en la mañana y trasladarse a la oficina fue, para muchos, un sueño hecho realidad. 

Pero la pandemia pasó y el regreso a la normalidad ha sido resistido, por una generación de jóvenes y no tan jóvenes, que restan importancia al trabajo presencial en equipo, al café con sus pares a media mañana y al escrutinio más directo del trabajo por parte de las jefaturas. También han defendido estas modalidades de trabajo a distancia, los gerentes, especialmente los de recursos humanos o de personas, quienes ven una relación directa entre menor exigencia y mejoras en el clima laboral. 

La mala noticia es que los jóvenes que están ingresando a la vida laboral y los que han ingresado en los últimos años, son más flojos. Se levantan más tarde, se acuestan más tarde, la mascota es muchas veces más importante que sus padres y, además, no tienen apuro o interés en construir una familia estable. En ese entorno nos enfrentamos a que el sacrificio, la responsabilidad y la generosidad con los demás, pierden adeptos. La inmediatez de la juventud es creciente y los planes de vida ordenada desaparecen. El objetivo es pasarlo bien, pensando en mí hoy. Mañana ya veremos, dicen los jóvenes. 

La posibilidad de “emprender” es un escapismo que les hace pensar en nuevos negocios, los cuales en la mayoría de los casos fracasan por no atender a los consejos de sus padres o de personas con más experiencia. Las nuevas generaciones, mal criadas por sus padres y subsidiadas por un Estado benefactor, a costa de impuestos pagados por los que realmente trabajan, tienen otras prioridades. 

En muchos países estos jóvenes inexpertos han llegado incluso a gobernar, como en Chile, en donde el país está pagando un alto costo por la inexperiencia de quienes gobiernan y que se saltaron una etapa crucial en sus vidas, cuál es trabajar. La juventud y las etapas entre los 20 y 50 años, son precisamente aquellas en donde hay que trabajar mucho, para poder ahorrar y construir un patrimonio personal para enfrentar una etapa de vejez sin ingresos. 

Lamentablemente, nuestras autoridades promueven los derechos, los subsidios y la flojera. No se escuchan discursos llamando a los ciudadanos a trabajar más. Tampoco se escuchan mensajes llamando a los jóvenes a estudiar más. Para qué decir los funcionarios del Estado o de los organismos internacionales, los que son inamovibles y están amparados por legislaciones que impiden medir su productividad y recibir salarios en función de su aporte real a la entidad que los contrata. Si hoy en muchos países estamos en problemas, el futuro no será mejor, pues la tendencia a la flojera colectiva es indiscutible. La única posibilidad de salvación, está en cambiar el foco y reformular la relación ocio-trabajo-subsidios-mascotas-familia.

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