Símbolos sin tiempo

Pedro Sánchez, el torero

Adolfo_Alonso_Ares
photo_camera Adolfo_Alonso_Ares

Es verdad que España es tierra de toros a pesar de que al ministro de cultura - que es precisamente el ministro de los toros - no le gusten las corridas y así se haya manifestado en diversas ocasiones; pero es cierto y muy cierto que el Presidente del Gobierno Pedro Sánchez ya dio ayer capotazos que ni tan siquiera Pepe Hillo, en sus mejores días, o Joselito el Gallo, Belmonte, Lagartijo o Manolete hubieran sido capaces de ofrecer durante toda su vida. Ni tan siquiera Manuel Domínguez “Desperdicios” el sevillano de Gelves que se apodó así desde que el toro Barrabás le sacara un ojo, y el torero, arrogante y sin temores, siguiera toreando, quitándole importancia a aquel suceso, y dijo al ver el ojo ya en la arena, que eran solamente desperdicios. Fue famoso por su arraigo y valentía. Ni tan siquiera en años más recientes Manuel Benítez “El Cordobés”, haciendo incluso el salto de la rana, hubiera sido capaz de ofrecer tanto temple, tanta meditación y tanto aplomo ante un toro de Miura que entra en el combate cuerpo a cuerpo.

Pedro Sánchez ha lanzado un órdago preciso, que habrá de tenerse en cuenta para que los anales de la política española lo atesoren y lo custodien, in saecula saeculorum, como ejemplo de temple y buen envite; e incluso de porfía ante esas situaciones tan adversas. El Presidente Pedro Sánchez ha roto los esquemas de los españoles que no saben qué pensar ni a qué apuntarse en estos momentos confusos e incluso difíciles, ante un país que ya tiene una deuda histórica muy difícil de calibrar y, tanto es así, que ya he leído en más de una ocasión, que esa deuda tendrá que ser pagada por varias generaciones de nuevos españolitos. No creo que Pedro Sánchez se quite de en medio en estos momentos de tanta complejidad y aunque él quisiera hacerlo, habrá voces interesadas, siempre interesadas, que le llamarán e incluso le marearán para que salga por la tangente de la tangente e invente algo, lo que sea, para no tener que dimitir o convocar elecciones. Reconozco que la de Sánchez es una jugada maestra, de quitarse el sombrero, y que nuestra democracia tiene suficiente consistencia para asumir lo que precise asumir, sea lo que sea. Es la ley de la oferta y la demanda. La ley que sacude a los españoles en momentos complejos que parece que no tienen salida y que, sin duda, la tendrán.

Porque Sánchez solo ha hecho, si es que ha hecho algo, lo que dice el perro Cipión en la “Novela del coloquio de los perros” de Cervantes, lo que ya en aquel tiempo del Siglo de Oro hacían los mercaderes de Sevilla y de otras ciudades: mostraban su autoridad y riqueza, no en sus personas, sino en las de sus familias…y a eso Berganza, el otro perro de la misma novela respondió que era ambición generosa la de aquel que pretende mejorar su estado sin perjuicio de tercero. Y ambos perros decidieron que no se ha de murmurar. Yo hoy no murmuro.

El Presidente nos ha dado unos días para que recapacitemos y pensemos si debe o no debe irse para casa. En fin, el lunes lo sabremos. Pero creo que nuestro presidente aplicará el refrán que le gustaba a Berganza: del dicho al hecho hay un gran trecho.