El desván de Lorca

La causa judicial contra el romance a la guardia civil. Enero-marzo de 1936

Interesante es relatar cómo a finales de enero de 1936, Lorca tuvo que comparecer en un juzgado madrileño a raíz de una citación recibida, en relación con una denuncia por el Romance a la guardia civil española, curioso es también resaltar que dicho romance sorteara la férrea censura de la dictadura primorriverista en 1928 y que 8 años después, 1936,en pleno periodo republicano, nuestro poeta tuviera que declarar en un juzgado madrileño por una denuncia efectuada por un ciudadano llamado Manuel Navarro Celma, que supuestamente vería mancillado el honor de un cuerpo como la guardia civil en el Romance creado por el poeta. 

Lo refirió el propio poeta  en una de sus últimas entrevistas publicada el día 24 de febrero de 1937 y realizada por el periodista Antonio Otero Seco - realizada poco tiempo antes del asesinato del poeta en la revista Mundo Grafico, en su página 10 y en una entrevista titulada, Una entrevista inedita con García Lorca, en la que el poeta haria las siguientes declaraciones: 

“Pocos días antes de la marcha de García Lorca a Granada tuvimos ocasión de hablar extensamente con el gran poeta. Por entonces quedó inédita aquella conversación, por propio deseo del ilustre autor de Yerma. Hoy no hay porque callar lo que nos dijo. Mucho más cuando en aquella conversación está el índice de toda la labor terminada y comenzada, inédita hasta ahora. ¿Testigo de aquella conversación?

Su abogado ¿su abogado?, si porque Federico García Lorca tenía por aquellos días un pleito muy curioso, que hasta ahora no ha trascendido al público.

Tienen por eso no lloran...

He aquí las palabras de Federico:

-No lo vas a creer, de puro absurda que es la cosa; pero es verdad. Hace poco me encontré sorprendido con la llegada de una citación judicial. Yo no podía sospechar de lo que se tratara, porque, aun cuando le daba vueltas a la memoria, no encontraba explicación a la llamada. Fui al juzgado. ¿y sabes que me dijeron allí?

Pues nada más que esto; que un señor de Tarragona, al que por cierto no conozco, se había querellado por mi romance de la guardia civil española, publicado ya hace más de diez años en el Romancero Gitano. El hombre por lo visto había sentido de pronto unos afanes reivindicatorios, dormidos durante tanto tiempo, y pedía poco menos que mi cabeza. Yo, claro, expliqué al fiscal minuciosamente cuál era el propósito de mi romance, mi concepto de la guardia civil, de la poesía, de las imágenes, del surrealismo, de la literatura y de no sé cuántas cosas más.

¿Y el fiscal?

Era muy inteligente, y, como es natural, se dio por satisfecho. El bravo defensor de la benemérita se ha quedado sin lograr su propósito de procesarme”.

El abogado defensor en este proceso contra el  poeta sería su amigo Juan de Leyva y Andía (1906-1972) según relata el periodista que realizó la entrevista estaba presente en la misma, era en esa fecha un joven abogado de 30 años, que tomó partido por la rebelión militar y tras la guerra ocuparía bastantes cargos en instituciones franquistas y algunas internacionales. Su ideología era conservadora.

Parece ser que en ese momento trabajaba en el despacho de Ángel Ossorio como pasante, como relato Santiago Ontañon en el programa de TVE, La Clave, emitido en 1980, contaba  que el poeta pretendió que lo representara el propio Ossorio, declinando este la oferta en favor de uno de sus pasantes que era Leyva y Andía, que se había licenciado en derecho en 1930. Siendo una de sus pasiones la escritura. En 1961 publicó el libro El espejo y la niña. Antología de cuentos. Colaboró como columnista con el diario ABC y escribió varias obras de teatro que permanecen inéditas.

Celebraba en su casa tertulias que tenían como invitados a escritores y humoristas, como Enrique Herreros, Tono, Miguel Mihura y Álvaro de la Iglesia.

Fue presidente del Casino de Madrid de 1967 a 1972 y directivo del equipo de fútbol Atlético de Madrid. Fundó en la década de 1950, junto a otro protagonista de esta historia, Joaquín Garrigues, la Mutualidad de Previsión del Colegio de Abogados de Madrid.

Recordaremos que Angel Ossorio sería uno de los ponentes en el curso de verano de la Universidad de Murcia en Sierra Espuña en 1933, junto con el poeta García Lorca y que en estas fechas relatadas febrero marzo de 1936 era el embajador de España en Bélgica y a las órdenes de él en dicha legación diplomática estaba Francisco García Lorca, lo que indica la cercanía de Ossorio con los García Lorca. 

El proceso judicial

La realidad de este asunto es la siguiente: Consultados los documentos obrantes en el Archivo Histórico Nacional. (Audiencia Territorial de Madrid. Rollo 267/1936) sobre una denuncia de Manuel Navarro Celma, ocho años después de su publicación, ante el juzgado de instrucción n° 20 de Madrid pasando a juzgarse  en Audiencia Territorial de Madrid, por injurias a la guardia civil contenidas en el libro Romancero Gitano concretamente el Romance a la guardia civil española.

El expediente se inició el día 1 de febrero de 1936 y constaba de 9 folios de los que se conservan solamente 5, por lo tanto está incompleto, no aparece el folio de la denuncia ni la declaración del poeta ante el fiscal, en los folios conservados no se menciona en ningún momento el nombre del poeta ni la citación del juez al mismo.

Intuimos que cuando el documento se catalogó estaría completo, de ahí que apareciera el nombre del poeta en la catalogación, pero por circunstancias que desconocemos cuatro folios, de los nueve que constaba en el expediente se extraviaron en el A.H.N. En esos cuatro folios extraviados estarían la citación y declaración del poeta. 

Las diligencias se habían instruido en el juzgado de instrucción nº 20 de Madrid o posiblemente de distrito centro, siendo el secretario del mismo Rafael López Pando, se inició el 1 de febrero y se terminó de instruir el 12 del mismo mes, se mandó al fiscal al día siguiente y se resolvería el 4 de marzo de 1936, y seria entre estas fechas cuando García Lorca declararía.

La causa contra el poeta, se sobreseyó provisionalmente según el artículo 641 de la ley procesal considerando que no resultaba debidamente justificada la perpetración del delito, seguramente influyó en este sobreseimiento el largo tiempo transcurrido desde su publicación y las circunstancias políticas que protegían la libertad de expresión. De los tres magistrados que substanciaron el caso, dos de ellos fueron  asesinados por cada uno de los bandos de la cercana guerra civil al igual que el secretario que inició el proceso, que sería como un suma y sigue de lo que le sucedería meses después al poeta, es una pena que el expediente completo no se conserve ya que nos aclararía más cosas, pero en definitiva la denuncia de Manuel Navarro Celma no iba dirigida directamente contra García Lorca, el anarquista-delincuente Navarro había sido empleado de la editorial Espasa Calpe y la denuncia era una venganza contra dicha editorial a la que intentó estafar en más de una ocasión siendo detenido anteriormente en mayo de 1935 por intento de estafa a la misma. 

Es un caso muy extraño en que se vería envuelto García Lorca, y significar que en los cinco folios conservados del expediente judicial en ningún momento aparece ni el nombre ni ninguna referencia al poeta, salvo que en uno de los folios se alude a que se adjunta en el expediente  un ejemplar del libro, El Romancero Gitano. 

La distinta suerte que corrieron el secretario judicial y los jueces que participaron en la causa

Lo que sí es una premonición es que dos de los jueces y uno de los secretarios que entendieron en esta causa, increíblemente, fueran asesinados por los dos bandos que luego protagonizaron la próxima guerra civil. La situación prebélica que se sentía en Madrid fue vivida en primera persona por García Lorca. Todos estos acontecimientos pesarían en el ánimo del poeta para pensar que en esos tiempos tan convulsos de violencia política en Madrid estaría más seguro en Granada.

Rafael López Pando secretario del juzgado de instrucción n° 20, formaría parte de la casual trágica nómina que tuvo que ver en este asunto, sería asesinado en Madrid por su apoyo a los sublevados el día 12 de noviembre de 1936 era natural de Madrid de 60 años y fue asesinado en la carretera de Vallecas Km 10, en las cercanías del cementerio. Su domicilio era General Castaños nº 9. 

Lo más probable y lógico es que después declarara que instruía la causa, el juez Ángel Aldecoa Jiménez, que sería nombrado presidente de la audiencia provincial de Madrid el día 10 de agosto de 1935 y cesó en su cargo el 29 de marzo de 1936 para hacerse cargo de la Audiencia de Almería. Según algunas fuentes, con 58 años sería detenido en Almería y trasladado a Madrid a la Checa de Fomento y sería fusilado por el bando republicano por haber juzgado con anterioridad  una causa contra el político y ministro  socialista Largo Caballero. 

 Otro de los jueces ponentes miembro del mismo tribunal seria el juez Manuel Pedregal y Luege juez de la Audiencia de Madrid que fue asesinado unos meses después, concretamente el día 3 de abril de 1936 por dos falangistas como represalia por la sentencia condenatoria emitida por este juez contra dos falangistas que atentaron contra el socialista Jiménez de Asua, matando a su escolta el policía Gisbert. Fueron los meses de pistolerismo que acabaron provocando la guerra civil

Más suerte tendría el otro magistrado de dicha audiencia que formó parte del tribunal, Manuel Pérez Crespo, que de 1934 sería destinado a la audiencia provincial de Madrid, y en plena guerra civil es decir en 1938 sería nombrado por Franco presidente de la Audiencia Provincial de Lérida y unos meses después de la de Oviedo.

Se jubilaría en 1945, después de una larga carrera comenzada en Madrid en 1901. 

Otra de las curiosidades de este asunto es que el relator secretario de la audiencia provincial de Madrid, en este proceso contra el Romance a la Guardia Civil española, era Joaquín Garrigues Martínez, abogado y magistrado, natural de Totana nacido en 1870, se casaría con Isabel Martínez Cañabate teniendo varios hijos diplomáticos, políticos, arquitectos, etc., y sería el abuelo de Antonio Garrigues Walker abogado y fundador del actual y prestigioso despacho de abogados Garrigues Walker. Fue por tanto el precursor de una familia muy prestigiosa en muchos ámbitos y que el azar quiso que entendiera en ese asunto del intento de procesamiento al poeta por escribir el Romance a la Guardia Civil española.

En definitiva lo relatado no es más ni menos producto de las tensiones sociales y políticas que crearon situaciones trágicas como lo fue el destino de los jueces que instruyeron dicho proceso, el poeta tampoco pudo escapar de dicha polarización y su injusto asesinato no es más que lo reflejado en una  página dramática de nuestra historia reciente.