Símbolos sin tiempo

Hipocresía

Los seres humanos de baja ralea suelen ser hipócritas, es decir, suelen fingir cualidades y emociones de las que carecen en absoluto y, además, suelen ser conscientes de la carencia que soportan. Son individuos que, traicionando, dañan a las personas más cercanas y a las que menos sospechan su traición. Suelen ser impostores que desde una doblez generalizada hacen daño y, en su interior, se enorgullecen por hacerlo. Nunca sienten remordimiento y no sienten culpa ni pecado. La hipocresía es una variante de la soberbia, y yo, particularmente, la considero origen o punto de partida de todas las perversiones habidas y por haber. La hipocresía es hija primogénita de la mentira, de esa mentira que puede expresarse con palabras frente a una realidad que contradice. Por esa razón los mentirosos son los fingidores astutos que dicen lo que saben que nunca van a hacer y se congratulan diciendo que lo harán. La hipocresía es maldad, malignidad, es la doble moral, es traición y es el vicio que se deshila en la confianza. La dualidad cínica de un personaje se manifiesta, en muchas ocasiones, desde vertientes hipócritas y farsantes, desde las ínclitas vertientes que fingen sinceridad, incluso repitiendo las cosas en múltiples ocasiones si fuese necesario, y así, de ese modo el protagonista podrá pensar que repitiendo lo falso muchas veces, llegará a ser verdadero. Los hipócritas y los farsantes siempre se dan la mano, suelen ser patas de la misma banqueta. El hipócrita es el que incita a los demás para que hagan cosas que él mismo nunca piensa hacer; el que manipula a los demás, el que desde una doble moral persuade y predica para que su crueldad ramifique y confiera posiciones.

En la actual política española, desgraciadamente, ha proliferado la mentira, el interés artero y tortuoso… y, ahí se nota,  en las declaraciones de algunos gobernantes que siempre arriman siempre el ascua a su sardina y maniobran y manipulan, para que la representatividad de sus cargos garantice la permanencia de un gobierno que está solamente interesado en gobernar. No pretende otra cosa. 

Hoy leí con asombro en una de las noticias que publica “eldiariodemadrid.es” que a la vicepresidenta y ministra Yolanda Díaz le parece que las grandes empresas españolas del sector textil tienen exceso de producción y que eso es precisamente lo que fomenta el consumo masivo de la ropa. O sea, para que nos entendamos, la ministra que desde que es ministra viste a la moda exclusiva de los grandes creadores como Purificación García, Úrsula Mascaró y otros tantos y que dispone de asesora de imagen, viene a decirnos a los españolitos de a pie que si nosotros hacemos lo que ella hace se va a consumir muchísima energía fabricando el producto y que ese proceso de fabricación va a ser terriblemente negativo para nuestro medio ambiente ¡Ole los huevos de la señora ministra! Por esa razón pretende y desea que, a partir de ahora, se fabrique menos y que se venda menos, porque según ha dicho alto y claro, las multinacionales españolas producen exceso de ropa. Yo, ante tal dislate me referiré sin más matices a ese refrán y le viene tan al hilo, y dice más o menos que “cuando el diablo ya no sabe qué hacer mata moscas con el rabo”.

La hipocresía es eso más o menos, lo que hace y lo que dice la ministra. Es un razonamiento que solo piensa en ella y nunca en los demás. Es el menoscabo racional de una mujer que en estos momentos es ministra y quiere que pensemos como ella pero que no actuemos como ella. 

Los españolitos de a pie aguantamos carros y carretas, porque incluso aguantamos a una ministra insolente y muy metomentodo, una ministra mangoneadora, zascandil, entremetida y a veces ocurrente.