Ciertos poetas destacan por su capacidad de fusionar el ser y el poema en una experiencia estética y poética única. Uno de estos poetas es Octavio Paz, cuya obra está impregnada de un deseo poderoso expresado a través de la imagen del éxtasis. En la intimidad con el lenguaje, Paz logra transmitir la experiencia humana con una intensidad incomparable, elevando la poesía a un plano de profunda conexión entre el ser y la palabra.
En la poesía de Paz, el sujeto de enunciación lírico es una presencia constante. Aunque la auto referencia es explícita, no podemos catalogar su poesía como autobiográfica en el sentido convencional. Más bien, se trata de un sujeto empírico, ficticio y en constante búsqueda y construcción de identidad. Sus poemas y experiencias de vida se entrelazan para crear el material de su creación poética, donde el deseo y la transformación son temas recurrentes.
Desde el inicio de su obra, la idea de la muerte aparece como una figura de perfección, una transformación en otra sustancia que es la palabra misma. Esta idea se relaciona íntimamente con la búsqueda del poeta por el éxtasis, una unión profunda entre el ser y el poema. Sin embargo, esta búsqueda se ve contrarrestada por la postura escéptica de Paz, reflejada en las negativas y la sensación de impotencia al no poder transformar su cuerpo en la palabra.
En los versos de Octavio Paz, el deseo de evolución se manifiesta en una poesía rica en imágenes y metáforas. La búsqueda de la perfección, representada en la muerte como un estado superior, se entrelaza con la realidad cotidiana del poeta, quien experimenta el revés de no poder alcanzar plenamente esa transformación en la palabra. Esta tensión entre el deseo y la realidad, entre la perfección y la impotencia, es lo que da vida a la poesía de Paz y la convierte en una exploración profunda de la condición humana.
