Zarabanda

La Mamam

En el verano de 2007 visité Canadá. Era la primera vez que cruzaba el Atlántico, sólo había llegado hasta Madeira. Fueron unos hermosos días de julio, en los que me recreé con la visión de inmensos bosques donde altos arces se expandían; con la contemplación de animales que no había conocido en su medio natural (ballenas, orcas, narvales, marmotas, bisontes...); con la magnificencia de las Cataratas del Niágara; con ciudades donde las lenguas inglesa y francesa se complementan; con barrios subterráneos y con edificios de tradición europeas o altos y compactos rascacielos. Dejé para el final del viaje la capital, Ottawa, que lo era desde el 31 de diciembre de 1887 por decisión de la reina Victoria. En ella, en Sussex Drive, cerca del Parlamento y junto a la Galería Nacional de Canadá (National Gallery of Canada o Musée de beaux arts du Canada), me encontré con la Maman (Mamá), una enorme escultura de una araña. 

El museo, uno de los mejores de América, es un edificio imponente, atractivo y atemporal, construido en granito y cristal. Fue diseñado por el arquitecto Moshe Safdie e inaugurado en 1988. Contiene unas 75.000 obras (pinturas, dibujos, esculturas, fotografías) de épocas y lugares diferentes, dando preferencia a las canadienses. Me recreé en alguna de ellas pero apenas las recuerdo, quizás no les dediqué el tiempo que requerían, en cambio no he olvidado a la Maman, la gran araña, de 10 metros de alto, 10 metros de ancho y 22 toneladas de peso, que parecía vigilarlas desde la calle. Trabajada en bronce, acero inoxidable y mármol, elevada sobre sus ocho patas, débiles en apariencia, con un saco con ocho huevos adherido al abdomen, a pleno sol, en un espacio abierto, impresiona. A mí además me sedujo, sobre todo cuando me acerqué y me cobijé bajo ella. Es poderosa y vulnerable. 

Unos años antes había visto una similar, un poco más pequeña, en Bilbao, en el exterior del Museo Guggenheim, junto a la pasarela peatonal, pero no me llamó demasiado la atención. Era un día lluvioso, su lugar de reposo no es tan abierto, desconocía su significado y mi interés se fijó en observar la estructura escultórica del edificio, obra del arquitecto canadiense Frank Gerhy.

Ambas esculturas,  pese a su tamaño,  representan arañas de breve cuerpo y largas patas como las pholcus phalangioides que pululan por mi casa, y quizás por la que fue de la escultora,  a las que popularmente se llaman opiliones o arañas patonas. Pequeñas, inofensivas, simpáticas, grandes tejedoras y a veces bailarinas, les gusta residir sobre las camelias que viven en una maceta junto a la puerta de mi patio. Allí se afanan labrando sus finas telas, perfectos tules por los que transitan y con los que atrapan a las moscas blancas y a otros insectos. Procuro respetar su obra, pero a veces no tengo más remedio que rasgarla, son tan diligentes que cubren con su tapiz la pared y la puerta. Para que me perdonen, les dediqué un poema, no escatimo mis versos.

TEJEDORAS 

Las hijas de Aracne 
tejen persistentes
sus trampas mortales
sobre mis camelias.

Sus tules de muerte
lucen los aljófares 
de las moscas blancas
que estragan mis flores.

Belleza intangible 
de seda y cristal 
son esos tapices 
que estrujan la vida.

("MIRADAS")

 

Louise Bourgeois las elevó a la categoría de grandes monumentos de bronce y acero, eligiendolas como modelos entre las 50.000 especies, agrupadas en 130 familias, que se conocen. Hizo algo más, las convirtió en símbolos. En el arquetipo de su madre,  que era tejedora y que murió cuando ella tenía 21 años. Por eso las llamó Maman (Mamá).

"La araña -nos cuenta- es una oda a mi madre. Ella era mi mejor amiga. Cómo una araña mi madre era una tejedora. Mi familia tenía un negocio de restauración de tapices y mi madre estaba a cargo del taller. Cómo las arañas, mi madre era muy lista. Las arañas son presencias amistosas que se comen los mosquitos. Sabemos que los mosquitos propagan enfermedades y son por ello indeseables. De esta forma son útiles y protectoras cómo mi madre."

Para Louise la araña representa "la inteligencia, la productividad y la protección". Vengo de una familia de reparadores, dice. "La araña es una reparadora, si rompes su telaraña no se altera. Teje y la repara".

Aunque hay arañas dañinas y peligrosas, cómo la tarántula o la viuda negra e incluso mortales, cómo la violinista, ella eligió a una beneficiosa para el ecosistema, de las que creemos que garantizan la fortuna y la buena suerte, además de enseñarnos el valor del trabajo y la perseverancia, y la armonía y belleza de sus tules de seda.

Louise Bourgeois, artista franco estadounidense, que nace en París en 1911 y muere en Nueva York en 2010, es una de las más grandes creadoras del siglo XX, aunque su arte no se le reconociera hasta que cumplió 70 años. Fue pintora, grabadora, performance y sobre todo escultora. 

Las arañas son una constante en su producción artística, hasta el punto de que le han valido el sobrenombre de "mujer araña". Las dibuja desde los años cuarenta y a partir de los noventa las transforma en esculturas monumentales, instaladas en diversas ciudades del mundo. Además de las citadas de Ottawa y Bilbao, se encuentran en el Tate Museum de Londres, en el Mori Art Museum de Tokio,  en el Reina Sofía de Madrid, en el Samsung Museum of Art de Leeum (Corea del Sur), en el Crystal Bridges Museum of American Art en Arkansas, en el Qatar National Convention Centre de Doha, en el Long Museum de Shanghái, fuera o dentro de los edificios. 

Con las variadas representaciones de la Maman, Louise nos ha legado un icono representativo de la mujer y un gran homenaje a la madre, tenaz, trabajadora, luchadora y amante de sus hijos.