Alcalá de Henares es una de las ciudades españolas que estuvieron estrechamente vinculadas con el Siglo de Oro. El 29 de septiembre del año 1547 fue cuna de don Miguel de Cervantes Saavedra, el gran autor español denostado, ultrajado y vilipendiado en su tiempo. Su casa es visitable. Está situada en la Calle Mayor, en pleno casco histórico de la ciudad.
Vivió también en Alcalá durante un tiempo, en uno de los monasterios complutenses de la orden carmelita más descalza, Juan de Yepes y Álvarez (san Juan de la Cruz) y ahí seguramente imaginó los versos que luego anotaría en la versión de un mundo que hoy transita en los antiguos sueños.
En las aulas de esa misma ciudad estudió teología don Francisco de Quevedo y, aunque no llegó a consagrarse sacerdote, cohabitó entre esos muros que tienen tanta historia. Se cuenta en el Instituto Cisneros de la Universidad de Alcalá que en aquellos tiempos plenos de nuestro Siglo de Oro eran habituales las peleas de estudiantes y todo tipo de aventuras picarescas que no siempre idolatraban las clausuras. Y que en una ocasión, en el Colegio Mayor de San Ildefonso que tenía clausura, los alumnos solían escaparse durante la noche. En una de esas tales ocasiones un estudiante llamado Francisco de Quevedo y Villegas se descolgó desde una ruin ventana de poca alumbradura, sujeto por los cordeles de algunos compañeros que lo balanceaban con el peligro de que cayera al suelo y cuando le preguntaron desde la oscuridad por su nombre de pila respondió enfatizado: Francisco de Quevedo que ni sube ni baja ni está quedo. En su obra titulada La Historia de la vida del Buscón cita Alcalá de Henares en muchos de sus párrafos.
No olvidemos que esta antigua ciudad ya tenía universidad en 1499, fundada por el Cardenal Cisneros y que por sus aulas pasaron Antonio Nebrija, san Juan de la Cruz, Melchor Gaspar de Jovellanos, Tomás Villanueva, Ignacio de Loyola, Mateo Alemán, Pedro Calderón de la Barca entre otros muchos autores que hoy son el gran legado de la historia, del Siglo de los Siglos. Tengamos, así todo, en cuenta, que Alcalá de Henares ya tenía “pedigree”, es decir, un árbol genealógico que venía de antiguo, porque allí había nacido mucho antes, quizá en 1283, don Juan Ruíz, el Arcipreste de Hita. Y como yo sé de buena tinta que Alcalá de Henares es una ciudad colmada de memorias os aquí dejo la mía, que es muy vana e incluso muy reciente; porque recuerdo siempre con nostalgia el café “Casa Juan”, que en algunas ocasiones frecuenté con el poeta José Hierro. Era el café de siempre. Estaba ubicado en los soportales de la Plaza de Cervantes, en el trayecto que se dirigía hacia la Calle Mayor. Donde se alza la casa de Cervantes.
