Crónica

Palacio Gaudí Astorga

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El pasado jueves 12 de octubre se presentó en Astorga el libro Palacio Gaudí Astorga, cuyo autor es el leonés Jairo Álvarez Fernández. Doctor en Teología, especialidad en Historia de la Iglesia, su pasión por Gaudí arranca en la realización de su tesis doctoral sobre la figura y legado del Obispo Juan Bautista Grau Vallespinós, reformador diocesano e inspirador del genio de gaudiniano.

El acto que contó con la presencia del subdelegado del Gobierno en León, Faustino Sánchez, el primer teniente de alcalde, Ángel Iglesias y los exalcaldes de Astorga, así como distintas personalidades religiosas, civiles y militares, reunió a más de doscientas personas de Astorga y de las vecinas comarcas.

El actual director del Palacio, don Víctor Manuel Murias Borrajo, comenzó su intervención inicial recordando la efeméride del día, los 110 años del remate de las obras del Palacio, explicó el proceso de gestación de esta obra y presentó a su autor cediéndole la palabra.

Jairo comenzó su turno citando unas palabras de Amós Salvador Carreras que, pronunciadas en 1907, hoy se han convertido en una realidad: “tal vez dentro de cien años habrá que visitar Astorga por los deliciosos chocolates, por las riquísimas mantecadas, y, principalmente, por el palacio del obispo, concebido por el audaz, el estrambótico, el alocado Gaudí”. Después de arengar a las autoridades civiles y eclesiásticas para continuar poniendo en valor el Palacio Episcopal, el historiador expuso las finalidades de su trabajo, a saber, compilar todo lo que se ha escrito sobre esta obra de juventud de Gaudí, y aportar nuevos datos sobre la historia del inmueble. A continuación, admitió que la obispalía asturicense es poliédrica y que ofrece diversas lecturas, centrándose en tres de ellas: la primera, la lectura histórico-constructiva, donde Jairo se detiene a analizar los cuatro momentos cumbre de la historia de la obispalía: la primera, con motivo de los inicios de su construcción bajo la dirección de Gaudí y lo que hemos denominado la “escuela catalana”; la segunda, su cerramiento con el arquitecto Guereta y la “escuela madrileña”; la tercera con Marcelo González y Augusto Quintana y su conversión en Museo de los Caminos; y la cuarta y última en los últimos años, donde se han acometido obras de importante calado para restaurar, rehabilitar, musealizar y poner en valor dicho Palacio. Estas tres últimas tienen dos ejes vertebradores en sus actuaciones: respetar la obra gaudiniana, y la búsqueda de fondos para emprender obras costosísimas de adaptación y consolidación.

Como obra de arte que es, este sueño medieval de Gaudí nos ofrece también una lectura artística y simbólico-espiritual. En la primera se analiza lo que se ve, es decir, la materialidad del mismo (su estilo neogótico, sus proporciones, volumetría, sistemas constructivos, elementos decorativos, revestimientos interiores, …), y en la segunda lo que no se ve, el carácter con el que los arquitectos, especialmente Gaudí, quisieron dotar al edificio en general y a cada una de sus dependencias en particular.

Un inmueble centenario en cuanto al diseño, pero podríamos decir casi actual en cuanto a la ejecución (las últimas obras de colocación del ascensor circular en la torre Norte todavía hoy se están rematando), ha sido objeto de muchos proyectos y de muchas manos. Por ello, en la última lectura, el autor se detiene a explicar el por qué, el para qué y el cómo de cada uno de los personajes, eclesiásticos, civiles y militares, que eligieron el destino y configuraron la historia de esta Obispalía, si es que podemos denominarla tal, puesto que ningún Prelado ha logrado habitar en este palacio que Álvarez califica como “encantado”, puesto que ningún prelado que intentó habitarlo consiguió tal fin. El autor ha intentado hacer un “quién es quién”, para analizar y desglosar el papel que cada interviniente tuvo en la configuración del monumento actual, ya sean Obispos, arquitectos, artistas, políticos, contratistas o directores del Palacio y Museo de los Caminos.

Durante la presentación, Jairo planteó que durante la investigación y ulterior redacción, se encontró repetidas veces con dos cuestiones: la primera es la disyuntiva entre Palacio o Museo. El autor respondió a ella afirmando que más que de “disyuntiva”, convendría hablar de “copulativa”: Palacio y Museo. Ambos se completan y complementan muy bien, una simbiosis y un matrimonio perfectamente avenido: ni aquél descartada como vivienda episcopal podría haber tenido más noble y digno destino, ni éste haber tenido más bello y elegante marco. Además conviven y coexisten perfectamente, de ahí que no sea necesario desnudar al Palacio de las obras de arte que alberga para contemplar la obra gaudiniana sin añadidos. De esto, precisamente, se va a encargar el proyecto cultural de “El Palacio Escondido”.

La segunda radica en la ambigüedad del nombre, puesto que el hecho de que Gaudí abandonase las obras sin darle remate, ha levantado suspicacias acerca de si se puede considerar una obra suya. El historiador admite que cuando le otorgamos el nombre de “Palacio de Gaudí”, no nos equivocamos a tenor de lo que afirma una sucesora de Gaudí al frente de la dirección de las obras. Según Virginia González Rebollo, quien dirige las obras del Palacio desde 2013, la parte no atribuible a Gaudí no supera el 25%. Afirma, “si bien la cubierta no es de Gaudí, todo el sistema de evacuación de aguas ya estaba concebido en las plantas primera y segunda con canales, arbotantes, bajantes verticales, todo eso responde a la configuración de las terrazas y las cubiertas. En la segunda planta, sí que es verdad que hay dudas sobre si a ese espacio central tenía pensado Gaudí darle iluminación natural, pero en cuanto al volumen era así como estaba planteado”. En base a esta opinión autorizada, podemos afirmar con fehaciencia que, el Palacio Episcopal de Astorga es plenamente gaudiniano: “el hecho de que Gaudí abandonase la dirección antes de terminarlo ha hecho que no se le otorgue la categoría de otros suyos, pero investigando y adentrándote en él descubres que tiene más de Gaudí de lo que se pensaba”, añade Virginia.

Tras los agradecimientos del historiador, el acto concluyó con la intervención del Obispo, don Jesús Fernández, que agradeció a Jairo su trabajo de investigación para ofrecer a la Diócesis un ejemplar digno del edificio que estudia, y sentenció que el Palacio es “un testigo de fe hecha cultura y de cultura empapada de fe” y que “a todos nos corresponde disfrutarlo, conservarlo, mejorarlo y darlo a conocer a las futuras generaciones porque el Palacio de Gaudí glorifica a Dios y hace grande a Astorga y a nuestra Diócesis”.