Díes irae

Tetralogía del cambio de hora: la maldición

3º.- LA MALDICIÓN

Los países europeos vivían en sus husos naturales correspondientes y sólo España en su huso adelantado, el GMT +1. Hasta que en 1973 llegó la primera crisis del petróleo. Cundió el pánico por la escasez y se instauró una cultura de ahorro de energía. Y para aprovechar mejor la luz solar (se dijo) los países de la UE adelantaron sus horarios desde finales de marzo hasta finales de octubre, 7 meses sobre 12.  

Si bien se mira, para los países europeos fue una bendición porque dejaban por unos meses su estricto Greenwich para pasarse a la “hora española”, más moderna y confortable, como se ha explicado. Pero en España nadie recordó que ya teníamos una hora adelantada desde 1940 y, en un gesto tan mimético como irresponsable, se adelantó una segunda hora. Nos situamos en el GMT+2. Pobre España. Tenía el mejor horario, no solo en verano sino todo el año y, de repente, se despeñó en la maldición.  

Es muy duro tener la hora de Ucrania. Que cuando amanece en Kiev haya que levantarse en Benavente, es muy duro. Dos fotografías dan fe de esta maldición. Tomadas desde mi casa de Madrid, a las 7 de la mañana de finales de marzo. La A) del día antes del cambio. La B) del día siguiente del  cambio: ambas dentro de 48 horas. La A) explica cómo a lo largo del mes, el sol ha ido saliendo antes cada día y al final de marzo ya tenemos una luz importante que alivia el despertar; se ha pasado de la noche invernal al día primaveral en ese mes. La B) explica cómo se trunca brutalmente ese desarrollo y se vuelve a la noche cerrada al día siguiente del cambio.  

A

A

B

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Esto es una barbaridad, se mire como se mire. Pero ¿sucede lo mismo en el resto de países europeos? Desde luego que no. Ninguna sociedad desarrollada permitiría pasar del día a la noche por un capricho burocrático. Esta maldición es única de España y hunde sus raíces en la frase de San Jerónimo: “La corrupción de lo mejor es lo peor”. Nuestro horario era el mejor porque amanecía una hora después. En los otros países amanecía una  hora antes, de manera que cuando se cambiaba la hora ya tenían mucha luz, perdiendo parte de ella, jamás toda. Ellos, tras el cambio, quedan como en la foto A). Pero en España, al amanecer más tarde, el recule de otra hora nos  devuelve a las tinieblas más profundas.  

Esta increíble torpeza de nuestros dirigentes se ha perpetuado en el tiempo. Ni Suárez (le perdonamos porque bastante tuvo); ni Felipe González (que lo tenía reciente pero ni así); ni Aznar (España iba bien de todas todas); ni Zapatero (cuando le llamaron Obama, la Merkel y Wen Jiabao, no le comentaron sobre esto); ni Rajoy (y eso que era de Pontevedra, en GMT - 1, como las Canarias); ni Sánchez (que creó una Comisión de Horarios con el ministro astronauta y una tal María Arenales, del PP, que jamás contestó a mis cartas)… ninguno de ellos ha enmendado el entuerto. Seguramente ni siquiera han sido conscientes de él. 

Los frutos de este doble adelanto son negativos. Hay un fenómeno biológico llamado “Ritmos circadianos” que dependen de la luz solar y que regulan, entre otras cosas, el sueño y la vigilia, la producción de hormonas de retardo o aceleración y otros efectos, relacionados todos con la salud. Es lo que se conoce vulgarmente como “reloj biológico” que se encuentra en el hipotálamo. Este cambio horario lo ataca radicalmente. Ese brusco cambio día/noche, esa elongación artificial de las tardes, esa oscuridad mal resuelta de las mañanas… Cuando busquéis un criterio para decidir los horarios no acudáis jamás a los matemáticos ni a los físicos…acudid a los médicos.  

Fornicados a conciencia los ritmos circadianos, no hay quien acueste a los niños a las 9 porque son las 7 y no pueden dormir. Y no hay quien los levante a las 8 porque son las seis y los angelitos tienen sus neuronas en reposo. Todos los trabajadores con entrada a las 8 por convenio (banca, construcción, etc) entran en realidad a las 6 y deben levantarse a las 5 o a las 4, peor que en la edad media. Los colegios que abren a las 8:30 en realidad  lo hacen a las 6:30. Cuando algún entendidillo aconseja “no tomar el sol a las 12 de la mañana” la pifia porque las 12 son las 10 y se puede tomar el que se quiera. Y cuando el mismo entendidillo asegura “A las seis de la tarde ya puede tomarse” la pifia peor porque las seis son las cuatro y el cáncer cae seguro.  

¿Cómo suena “las diez de la tarde” o “las dos del mediodía” que es lo que habría que decir? Pues suena a rayos porque los ritmos circadianos se oponen ferozmente. Se han opuesto durante 40 años porque la naturaleza no se deja violentar; se puede violentar, se violenta (a la vista está) pero no se deja. Aún así, las televisiones inician sus “prime time” cuando la gente debería estar durmiendo y las extienden bien pasadas las 24 horas. La ministra Yolanda se queja de que los restaurantes cierran muy tarde. Las  estadísticas aseguran que al español le faltan horas de sueño. El botellón fue hijo directo del insomnio horario. PISA empeora. Abril, mes del esfuezo escolar, es el más oscuro y descarnado para el estudio… Y todo viene de lo mismo. Cualquier disfunción que se aprecie se corregiría sola aplicando la  hora española; “No se puede jugar a las canicas con un tablero inclinado”.  

(Coletilla.- Lo peor sucedió en Portugal. El colmo de la maldición. El primer ministro Cavaco Silva, en 1992, decidió que sería buena idea alinear su horario con el de España, por aquello de la proximidad. Y sin encomendarse a Dios ni al diablo (el único político que ha demostrado ser más lerdo aún que los españoles) colocó a Portugal en el GMT +2, nuestro glorioso adelanto. ¿Y qué sucedió? Enfermedades desconocidas, ansiolíticos a millares, suicidios, un malestar absoluto y un rechazo social extremo. Era demasiado, un país que vivía en GMT -1 pasado a GMT +2. A Cavaco lo echaron pronto y Antonio Guterres volvió al horario tradicional).