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James Bond. De la literatura al cine

Pilar Corredoira
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El célebre agente 007 James Bond, nació como personaje literario en 1953; hijo del escritor, periodista inglés Ian Fleming fue en sus primeros momentos popular e inmortal como los dioses de la cosmogonía clásica. Y años después se convirtió en fulgurante estrella  interpretada magistralmente por Sean Connery, el actor escocés cuya vida transcurrió al lado de la pintora francesa Micheline Roquebrune.  

Connery encarnó la personalidad del universal agente y a través de las novelas de espionaje y aventuras, conocimos a un tipo valiente y seductor que se enfrentaba a situaciones de alto riesgo, saliendo siempre airoso de las complejas misiones y cruzadas que le eran encomendadas. El nombre de James Bond, lo tomó Fleming de un ornitólogo estadounidense especialista en el estudio de aves exóticas de la zona del Caribe

Para la creación de la serie de novelas, Fleming se había servido de su propia vida, inspirándose en las personas con las que compartió trepidantes momentos; su experiencia profesional, en el ejército británico, y en el M16, el conocimiento del mundo de la inteligencia y el espionaje fueron indispensables para componer los argumentos a partir de una realidad que le era familiar. Por ese motivo cuando decidió dedicarse exclusivamente a la escritura ya contaba con un importante bagaje y conocía de primera mano algunos de los lugares donde sucederían los episodios de sus invenciones; uno de ellos la isla de Jamaica a la que se traslada a mediados de los años cuarenta buscando la calma, atraído por el exotismo de sus parajes que le dieron el impulso necesario para asentar su vocación; la primera novela de la serie, Casino Royal (1953), se desarrolla en algunos puntos del privilegiado entorno.  

La primera película, “Agente 007 contra el Dr No” (1962) en la que aparece Sean Connery en el papel estelar de Bond, estaba dirigida por Terence Young; en los años siguientes y en los films que dieron continuidad a la serie, se sumaron los directores Guy Hamilton y Lewis Gilbert. En “Desde Rusia con amor” (1963), “Goldfinger” (1964), “Operación trueno” (1965), “Sólo se vive dos veces” (1967), ”Diamantes para la eternidad” (1971) y “Nunca digas nunca jamás” (1983);  los guiones se ajustaron al argumento de las novelas originales y los films constituyeron todo un impacto en el mundo del cine. La puesta en escena combinaba la belleza de los enclaves, el atractivo de los personajes, con altas dosis de intriga, dinamismo y ficción que seducían al espectador. La continuidad de los relatos en la cinematografía pasaría por diversos momentos sobreviviendo a lo largo de las décadas hasta el presente; el agente 007, se convertirá en un símbolo de los mass-media; más allá de Connery otros actores: David Niven, Roger Moore, Pierce Brosnan y Daniel Craig asumieron ese papel.

Y las películas en las que Connery interpreta a Bond, además de los impecables repartos de actores, fotografía (Ted Moore, Freddie Young) y montaje, están  ambientadas por bandas sonoras que han quedado en la memoria colectiva, creadas en su mayor parte por el compositor irlandés John Barr, dando a los films el punto exacto que los hace inolvidables. 

Algunos temas centrales son referentes de unos años en los que el cine ejercía una enorme influencia en los públicos de todos los países y fueron interpretados en forma de canciones  por Shirley Bassey (Goldfinger), Tom Jones (Thunderball) y Nancy Sinatra (You only live twice). Igualmente esas producciones cinematográficas mostrarían la espectacularidad de paisajes y monumentos: la isla ficticia de Crab Key, la Estación Sirkeci y la Cisterna Basílica de Estambul, los canales de Venecia, el castillo medieval de Himeji en Japón, el Stoke Park de Buckinghamshire o los fondos marinos de los mares de Bahamas. 

Jamaica acogió el nacimiento de esas tramas, del carismático Bond, estudiado y perfilado  hasta tal punto por el escritor, que podría identificarse en sus peculiaridades con Sean Connery. De ahí, su perdurabilidad. En la finca Goldeneye, en Oracabessa, al lado del mar, Fleming dio continuidad a su obra y pasó los últimos años, cercano a su amigo el actor y dramaturgo Noël Coward, vecino de aquella costa. En 1976, Bob Marley, compró esa propiedad, ahora convertida en hotel, que con el mismo nombre evoca a sus legendarios moradores.