La noticia comentada

El lobo y el Estado, y el estado del lobo

Que un ganadero asturiano pide de nuevo que se haga algo para controlar a las poblaciones de lobo. Hasta ahí todos de acuerdo. No pide su extinción, “lo ha afirmado” ¡Sólo faltaría! Pide que la administración haga algo al respecto, que tenga en cuenta que los daños causados por los lobos les afectan de forma muy directa e incluso muy dramática. Y, además, sabemos que algunos ganaderos españoles que detestan al lobo, otros no. En ocasiones, algunos de ellos lo han manifestado. Dicen también que hay demasiados lobos. Reconociendo siempre que toda esta problemática afecta de manera directa al mundo rural; porque desde el momento en que el Gobierno estableció la prohibición de cazarlos, las poblaciones lobunas han crecido ¡Puede ser!  Seguramente han crecido. No sé y quizá nadie sabe cuál sería el número de lobos que deberían de vivir en libertad. Según el  LESPRE, o Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, a finales del año 2022 Asturias contaba con 46 manadas que ocupaban 8.500 kilómetros cuadrados. No sé si es mucho o poco, pero sé que todo esto podría solucionarse, de una vez por todas, si el Gobierno de España - que es quien prohibió la caza - presupuesta una partida suficiente para poder indemnizar debidamente los daños REALES que el lobo ibérico causa a los ganaderos y que, de paso, se exija a los ganaderos que, recordando que participan y ejercen sus actividades en la plena naturaleza, que la naturaleza es de todos, de ellos también, por esa razón, entre todos deberíamos cuidarla. Aunque son las administraciones las que, en nombre de los españoles Y CON NUESTROS IMPUESTOS, deberían de responder ante los daños causados con mayor y mejor firmeza y con más y mejor disposición. O sea, con más agilidad. Porque, esta noticia que estoy meditando y repasando, debería llevarnos a otra reflexión de más calado, ya que ¿Qué diríamos si los africanos que viven en El Serengueti se empeñan en eliminar los leones? – “naturalmente sin extinguirlos” - porque creen que hay demasiados en la sabana ¿Cuántos son demasiados? Pondríamos  - estoy seguro - el grito en el cielo. Y allí precisamente, en África, los ganaderos de esos países pobres, no tienen la posibilidad de que nadie les indemnice. 

Y si los habitantes de las zonas más nórdicas del planeta - Polo Norte - nos dijesen que hay demasiados osos polares y que, por lo tanto, habría que eliminar unos cuantos. Pondríamos de nuevo el grito en el cielo. O si los madereros de Sumatra y Borneo protestasen amparándose en que los orangutanes - que vivieron allí antes que ellos - les perjudican en sus negocios y deberíamos diezmarlos. Me quejaría yo el primero y estoy seguro que también lo haría la mayoría de ustedes. Y, ya que afortunadamente vivimos en un planeta vivo, con una naturaleza viva y coleante, con la que hemos de aprender a convivir. Porque no podemos eliminar lo que causa problemas superables.  Por lo tanto, planteo que las administraciones indemnicen lo que realmente se debe satisfacer cuando en lobo mata alguna cabeza de ganado o cuando causa otro tipo de daños colaterales. No soy ecologista de gabinete. Soy de pueblo y participo vivamente en lo rural. Simplemente razono hoy sobre un problema que sigue y seguirá dándonos a todos quebraderos de cabeza. Sobre todo a los ganaderos de extensivo. Es decir, a aquellos ganaderos que de modo razonable aprovechan los recursos del territorio de un modo eficiente, compatibilizando la producción y la sostenibilidad. 

La naturaleza ha de continuar pronunciándose a pesar de nosotros, que también somos naturaleza. Por esa misma razón, los que vivimos en un pueblo no podemos –recuerdo que está igualmente legislado - de ningún modo, destruir los nidos de las golondrinas porque manchan el cobertizo. No podemos y no debemos liquidar todo lo que se mueve, porque todo nos molesta…   

Las explotaciones ganaderas españolas, en algunas ocasiones, sufren ataques de los lobos, de los osos y de los linces (que tampoco se pueden cazar) y el Estado Español debería compensar esas pérdidas. Pero, recordemos que los hosteleros también sufren estragos económicos naturales cuando todo un fin de semana está lloviendo y poquísimas personas salen a comer a un restaurante: nadie les indemniza. Los transportistas sufren pérdidas cuando las carreteras se cortan por las enormes nevadas de los inviernos, a veces repentinas e impredecibles, o sea, por causas exclusivas de la propia naturaleza: nadie les indemniza, o, si acaso una póliza de seguros que han contratado y que pagan religiosamente. Y no digamos los “sufridos” agricultores que son perjudicados por la naturaleza si llueve mucho o si llueve poco. En fin, que el problema de los lobos ibéricos – Canis lupus signatus - es uno más de los problemas que padecemos los españoles, y que no porque los ganaderos se sientan perjudicados hay que pensar en soluciones drásticas que a nadie benefician.

Que el Estado Español cuantifique una suma para que esos profesionales de la ganadería no sufran pérdidas. Eso es lo sensato o debería serlo.       

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