Entrevista

Urgencias para vivir

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Si ser medico implica una vocación, ejercer la profesión en urgencias es elevarla a la máxima potencia, porque implica hacerlo en ese lugar al que los seres humanos acudimos en aquellos momentos en los que el dolor junto con la angustia y el miedo nos superan Y ante estos factores, incontrolables a veces porque nos desbordan ¿Qué comportamiento seguir?, ¿Qué implican a nivel sanitario las diferentes situaciones que se suscitan? Hablamos de ello con el Dr. Rafael Suarez del Villar Carrero jefe del Servicio de Urgencias de HM Hospitales (Monteprincipe Madrid) y especialista en Medicina Interna.

Cuando se alcanza el límite del sufrimiento ¿Cómo nos comportamos los seres humanos en general?

Los seres humanos, ante el dolor extremo y la incertidumbre, suelen mostrar una amplia gama de comportamientos, desde la ansiedad y el pánico (muchas veces expresado como enfado), hasta una sorprendente serenidad, todo influenciado por el miedo, el dolor físico, y la preocupación por lo desconocido. Nuestro papel como especialistas es proporcionar no sólo atención médica sino también soporte emocional, tranquilidad y comprensión, independientemente de la reacción del paciente. Eso para mí es ser médico.

¿Cuántas urgencias se producen aproximadamente en un día?

El volumen de pacientes puede variar significativamente dependiendo del día, la estación y otros factores externos. Aunque el número exacto fluctúa, nuestra preparación y recursos están diseñados para manejar picos de demanda, asegurando que todos reciban la atención necesaria, aunque hay veces que tendrán que esperar más y otras menos.

¿Es cierto que cuando hay un partido de fútbol o un acontecimiento deportivo importante acude menos gente a las Urgencias?

Efectivamente, ante determinados eventos, como partidos de fútbol importantes, suele temporalmente disminuir la afluencia de pacientes a urgencias. De hecho, hay un estudio del año 2020 en Bilbao, a través del cual se observó una reducción estadísticamente significativa del número total de ingresos durante los días de partidos importantes. Sin embargo una vez concluido el evento, aumentó la demanda. Recuerdo un caso donde una paciente fingió un dolor torácico para fastidiar a su marido y que se perdiese la final de la Champions.

¿Cómo se gestionan los casos médicos muy complicados o complejos?

Los casos complicados requieren un enfoque multidisciplinar, colaboración entre especialistas, y a veces, decisiones rápidas basadas en la experiencia y conocimiento médico. En Hospitales como el nuestro, todos los profesionales están al menos de guardia localizada, es decir, podemos consultar con ellos para determinados pacientes cuya patología se puede escapar a nuestra práctica. Las nuevas tecnologías y los protocolos nos asisten en el diagnóstico y manejo, permitiéndonos abordar incluso las situaciones más desafiantes con eficacia.

¿Resulta difícil guardar la calma por parte del especialista, o se ve agobiado ante tanta presión?

La capacidad de mantener la serenidad en situaciones de alta tensión es crucial en urgencias. Si bien el entorno es inherentemente estresante, nuestra formación y experiencia nos preparan para abordar cada caso con profesionalismo y compasión, manteniendo siempre el foco en el bienestar del paciente.

Últimamente se habla mucho en los Medios de Comunicación de la falta de comprensión del paciente frente al Dr. incluidos a veces malos tratos y falta de respeto. ¿A qué cree usted que se deben?

Este es un fenómeno multifactorial. La creciente tensión entre pacientes y personal médico en urgencias, exacerbada por la sobrecarga de información, expectativas poco realistas y tensión emocional, forman el caldo de cultivo perfecto para que la gente pierda las formas. En la era digital, el acceso fácil a información médica puede llevar a diagnósticos autoimpuestos incorrectos y a expectativas desajustadas respecto a los tratamientos. Esto, sumado a las representaciones idealizadas de la medicina en medios de comunicación, puede generar frustración cuando los resultados no cumplen con las expectativas irreales de los pacientes. Además, el entorno de alta presión de las urgencias puede intensificar las emociones, provocando en algunos casos respuestas de ira o frustración hacia el personal sanitario.

¿Consigue desligarse de los problemas que plantean sus pacientes cuando llega a casa? ¿Eso implica deshumanizarse? 

La desconexión es necesaria para la salud mental del médico y su bienestar personal y familiar. Sin embargo, no implica deshumanizarse; más bien, es una forma de auto preservación que permite seguir cuidando de los demás de manera efectiva. Si bien es cierto que a los pacientes no nos los podemos llevar a casa, es bastante frecuente que nos llevemos sus casos cuando son complejos. Nos hacen revisar una y otra vez libros y artículos en busca de la solución y, por qué no decirlo, nos quitan el sueño por la noche.

¿Cuál ha sido su caso más decepcionante?

Podría relatar uno que lo fue, no solo por el desenlace fatal, sino también por el recordatorio de que a pesar de los avances en medicina y la pericia del equipo médico, hay circunstancias que están más allá de nuestro control. La sensación de impotencia y la tristeza por la pérdida marcaron profundamente al equipo, recordándoles la fragilidad de la vida. Fue un joven que llegó a urgencias tras un grave accidente de tráfico. A pesar de los esfuerzos inmediatos del equipo para estabilizarlo, las lesiones eran demasiado severas, incluyendo daño cerebral irreversible. Se mantuvo con soporte vital mientras se evaluaba su estado, pero resultaba evidente que las posibilidades de recuperación eran nulas así que después de conversaciones difíciles aunque necesarias con la familia, se tomó la decisión de retirárselo. A pesar de la comprensión y aceptación familiares ante la situación, la pérdida de una vida tan joven y con tanto potencial afecto profundamente a todos los involucrados. 

¿Y el caso más gratificante?

Cada caso tiene su importancia, pero los momentos en los que logramos salvar vidas contra todo pronóstico son particularmente aleccionadores. Recuerdo uno en una tarde agitada, en la que llegó a urgencias una paciente de avanzada edad con un cuadro de insuficiencia respiratoria aguda y signos de sepsis (infección que desencadena reacciones negativas en todo el cuerpo). Su estado era crítico, y los indicadores iníciales sugerían un mal pronóstico debido a comorbilidades (dos o más enfermedades que ocurren en la misma persona, al tiempo, o secuencialmente) y a la gravedad de su condición. El equipo, tanto médicos como enfermeras y auxiliares, trabajó incansablemente, ajustando el tratamiento según la evolución de la paciente y los resultados de las pruebas. Contra todo pronóstico, la paciente comenzó a mostrar signos de estabilización. Finalmente, tras varios días ingresada, se recuperó por completo. Una victoria significativa no solo para ella y su familia sino también para todo el equipo de urgencias, que vio recompensado su esfuerzo y dedicación. Este caso fue particularmente gratificante porque subrayó la importancia de no rendirse ante las probabilidades, la eficacia de un trabajo en equipo bien coordinado y la alegría de ver a un paciente volver con su familia contra todo pronóstico.

¿Una reflexión meditada?

La de no olvidar jamás nuestras limitaciones ya que a pesar de los mayores y mejores esfuerzos médicos y medios a nuestro alcance, a veces el resultado obtenido no es el deseado, lo que nos recuerda constantemente la importancia de aprender de cada experiencia.