Opinión

Presentación. Vida marcada por una idea

Cuando se enseña hay que enseñar con pasión, hay que poner en contexto y comprender las consecuencias de lo que se enseña. No hacerlo puede marcar una vida entera.

A un chico se le introduce al mundo de la física y se le explica que las ecuaciones que emplea sirven para predecir el futuro —el ejemplo arquetípico que se enseña en el colegio es el movimiento parabólico de una bola de cañón al ser disparada, ya que podemos predecir dónde caerá y con qué velocidad—. Por otro lado se le explica a ese mismo chico que todo en el universo está hecho de partículas muy pequeñitas, que del mismo modo que la bola de cañón obedecen ciertas leyes deterministas, es decir, predecibles —para los duchos en la materia, no olvidemos que la ecuación de Schrödinger es, en efecto, determinista—.

Sin mayor contexto o explicación, ese chico podría entrar en una suerte de pánico existencial: “si yo mismo estoy hecho de partículas que obedecen leyes deterministas, predecibles, no puedo tener libre albedrío, estoy predeterminado, preprogramado. Cuando por la mañana escojo tomarme una magdalena en vez de unas tostadas, no es elección mía. Es todo una ilusión”. Hay que tener cuidado con las consecuencias lógicas de lo que se enseña a los chicos o vivirán obsesionados con una idea el resto de su vida. Esa idea hará que dedique menos tiempo a otras cosas, sacrificará su carrera profesional por una idea. Dedicará menos tiempo a su pareja por una idea. No querrá ver a sus amigos con tanta asiduidad por una idea. No aprenderá a tocar el violín por una idea. Pero al mismo tiempo esa idea le mantendrá vivo, y de esa idea surgirá el mayor sentimiento de gratitud que jamás haya podido sentir.

Han pasado dos décadas desde aquel chico que se planteara aquello que parecía no preocupar a nadie más que a él. Hoy ha convertido el estudio en su pasión para poder mantener esa idea cerca de él.

Ese chico soy yo, y aunque entiendo que esa idea sigue preocupando a nadie más que a mí, he aquí mi primer “soliloco”, un simple y loco soliloquio.