Opinión

A propósito del día mundial del turismo

Decía el filósofo Kant que “Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar.”

No podemos negar que transitamos por una senda de grandes incertidumbres que afectan nuestra cotidianidad y ante las que intentamos buscar explicaciones a través del conocimiento, y eso está muy bien, pero cuanto más sabemos más dudas nos asaltan.

La triste realidad es que la actual coyuntura económica está afectando seriamente las ya muy debilitadas economías domésticas lo que obliga a ser muy selectivos en la forma en que se dispone de unos mermados ingresos cuyo poder adquisitivo disminuye día a día.

El presupuesto doméstico para los viajes debe competir con otros gastos necesarios para nuestra vida cotidiana. Sin embargo, hemos explotado hacia una necesidad acuciante de viajar, una especie de fiebre desbordada que nos impulsa a sacrificar lo que sea para no renunciar a ese escape.

Muchos destinos turísticos se han visto saturados en la temporada de alta demanda y nos arriesgamos a traspasar los niveles razonables de su capacidad de carga.

Es evidente que el turismo dejó hace tiempo de ser el privilegio de unos pocos para convertirse en el derecho de todos y nos resistimos, con toda razón, a renunciar a ese derecho, aunque no siempre se ejerza de forma responsable y consciente, respetando la biodiversidad y la cultura de los lugares visitados, algo que ya trataremos.   

Todos los años celebramos el 27 de septiembre el día mundial del turismo, por ser la fecha en que se estableció la Organización Mundial del Turismo, organismo especializado de las Naciones Unidas que, por cierto, pocos saben que se trata del único organismo de las Sociedad de Naciones que tiene su sede en España, lo que se debe en gran medida a la forma, sustancialmente mejorable, en que nuestro país ha ejercido su condición de anfitrión de la organización, siendo como somos líderes mundiales del sector. Quizás sea porque todavía algún miembro del gobierno sigue considerando el turismo como un tema menor y casi una molestia. ¡Qué lejos estamos de los ejemplos de Francia con la UNESCO o de Italia con la FAO! Pero de esto ya nos ocuparemos en otra reflexión.

En cualquier caso, este año el lema escogido para la celebración es: Invertir en las personas, el planeta y la prosperidad.

Se trata de destacar la necesidad vital de generar inversiones para proyectos que funcionen para las personas, invirtiendo en educación y habilidades; para el planeta, invirtiendo en infraestructura sostenible y aceleración de la transformación verde; y para la prosperidad invirtiendo en innovación, tecnología y emprendimiento.

La preservación de la biodiversidad es absolutamente esencial para el desarrollo del turismo en todas sus facetas, ya que un sector turístico saludable requiere una biodiversidad sana e intacta, que en definitiva es el capital natural del turismo. Y esto es responsabilidad de todos: gobiernos, empresas y turistas.