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De Qué Hablo Cuando Hablo De Correr,

*Este artículo está inspirado en What I Talk When I Talk About Running, ensayo de título homónimo a la novela de Murakami, publicado en Minical Atomic Thoughts el 27 de agosto de 2023.

Haruki Murakami y yo compartimos dos grandes pasiones: escuchar jazz y correr. Adquirido el primero hace unos años y cuya semilla fue plantada por mi tía en la infancia, el segundo parece tan reciente que incluso me provoca una sensación de extrañeza acercarme al mismo a través de la escritura. Déjame ponerte en situación: mi despertador suena a las 8 de la mañana, me alisto rápido, tomo un café y me marcho al gimnasio de la universidad. Allí, corro una milla. Gracias a que ni crecí ni fui criada en Estados Unidos, la unidad de medida “milla” se me escapa. Sin embargo, cuando el monitor alcanza el número 1 lo detengo. Mi cuerpo sudoroso y mi corazón se acelerado alcanzan sus máximos y entonces decido parar. 

Como he dicho, esto no fue siempre así. Hace un par de años, cuando las familias del estado se encontraban salvaguardadas entre cuatro paredes, el gobierno abrió la veda y dejó salir a hacer ejercicio en franjas horarias determinadas. Hasta entonces, yo sólo había salido a correr un par de veces, motivada por la ansiedad que me había generado una dolorosa ruptura. En aquellos días en los que el sudor empapaba las mascarillas, correr se convirtió en una actividad común para aquellas que como yo, eran nuevas en el asunto. Cuando nuestras vidas fueron recobrando la normalidad, dejé de hacerlo. ¿Qué es entonces lo que ha hecho que ahora pueda hablar de mí usando el anglicismo runner? ¿aburrimiento? ¿ansiedad? ¿será que he crecido y correr me da ese extra de motivación vital que me quita la rutina? Extenuada por páginas y páginas de artículos que leer y trabajos que escribir, cuando mi pareja me pregunta si me apetece salir a correr mi día cambia. Salir a correr en nuestra nueva ciudad implica ver un mundo diferente cada día. Como en la escena de Café Müller (Pina Bausch, 1978) donde la bailarina cae de los brazos de su amante y es recompuesta por otro bailarín en innumerables ocasiones, cada una de ellas diferente, yo redescubro un paisaje diferente cada tarde, donde la luz incide diferente, las hojas cambian poco a poco de color y mi corazón se vuelve, cada vez, más fuerte. Tanto Bausch como yo somos conscientes de la teoría de la repetición de Deleuze y sabemos que la reproducción continuada de un hecho implica la diferencia en el mismo. 

Larisa Pham describe en Pop Song: notes on art and intimacy cómo correr se vuelve para ella una suerte de escape para la ansiedad. No todo son florituras cuando una recurre al ejercicio, ¿verdad?. Correr, en sí mismo, remite a la lejanía de un punto A a un punto B de manera rauda. Cuando corremos, de una forma u otra escapamos, dejamos atrás un asfalto, una tierra, una cinta, que de alguna manera simbolizan aquellos pensamientos que nos persiguen. Nos dejamos atrás a nosotras mismas. Haruki Murakami es una inspiración para ella de igual modo que lo es para mí. La literatura a veces teje redes que son puentes. 

De alguna forma u otra, correr lleva en definitiva a la aceptación. Si tomamos como premisa de que correr es escapar, entonces aceptamos que no hay escapatoria de una misma. Cuando corro e intento huir, pronto me doy cuenta de que esa huída es inútil y que, al final del día, acabo siempre conmigo misma. Comprometerse con el ejercicio de correr implica embarcarse en un viaje de transformación, una transformación que no viene de fuera. No importa lo rápido que corras, porque siempre acabarás contigo. Y eso es lo que verdaderamente importa.