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Una rata en mi ventana

Si por casualidad un día, Dios no lo quiera, y Belarra no se altere, te encuentras una rata en casa, no te digo que la invites a tomar el té, pero al menos acógela  con el mismo afecto que Los Panchos pedían para las palomas en su bolero: “Si a tu ventana llega una paloma, trátala con cariño, que es mi persona”.

Comprendo que acoplar la canción a “Si a tu ventana llega una rata, trátala con cariño que es mi persona”, no rima, pero puede estar muy acorde a que sea la reencarnación de la persona de algunos.

Y es cierto que la rata, en la astrología china, era bienvenida por considerarla como protectora y portadora de prosperidad material. Quizás por eso la nueva ley de protección animal abre la puerta a sancionar con penas de prisión a quien la mate, ya que su especie puede incorporarse a la denominación de “animales vertebrados no domésticos” a los que entre otros se refiere dicha ley, que desde luego, suena mucho a chino. 

Es que debemos ser generosos (grábese este concepto en las mentes) con el mundo animal porque en definitiva todos somos animales (unos mas y otros menos), y la deficiente redacción del artículo, como la de casi todos los que componen las leyes que promulgan estos invasores del sentido común y otros, no ha de escandalizar. 

El Ser Supremo, que ya no es Dios (y no quiero dar más pistas al respecto), ha hablado largo y tendido, de sus bondades propias, como siempre -porque es muy cansino- con un tono de voz monótono y pausado de adormidera, acerca de lo generosos y súper generosos y encantadores que tenemos que ser con El por supuesto, que todo lo hace bien, y con los suyos y sobre todo con los disidentes de nuestro país. Solo así, con esa generosidad (que repite hasta la saciedad) y su incomparable liderazgo, podremos alcanzar la felicidad y redimirnos de algún ramalazo que otro de “aborrecible derecha” que pudiera habernos salpicado, aplaudiendo la agenda 20,30, y confiados en la amnistía  que seguro nos aporta esa protección y prosperidad atribuidas a las ratas. Y naturalmente permitiendo que los anti españoles de España, esos que la odian, se llenen los bolsillos, medrando a costa de lo que sea.

¿Pero qué podríamos esperar?... Las ratas cometen raterías. Si la plaga se pasea por Nueva York, los americanos organizan una “ruta de ratas para turistas”. Aquí magnificamos aún más, porque se pasean de forma chulesca por la Constitución, que es la casa de todos, y las aceptamos con cariño, con respeto, con GENEROSIDAD y con las concesiones que sea menester a flor de piel progresista.

Desde luego, es una ley de bienestar ¡Completamente animal!