Blog | Están locos estos humanos

Consentimiento sinsentimiento

Andan perdidos muchos estos días sobre los límites de los “hombres de este tiempo”, como si éstos excedieran las normas básicas de convivencia; un youtuber denuncia que tiene a su hijo “aleccionado para que no toque na”… genial, ya sólo le falta instruirle en el por qué, y así no será otro machirulo que piense que el feminismo coarta su libertad. 

Pobres hombres, la barra libre se ha acabado ahora que alcanzan la mayoría de edad; tanta arenga partidista los confunde, mas todo sigue igual; los límites se perciben por la empatía y la razón, y para aquellos que no tengan, mejor heridos, en su orgullo, que agrediendo a los demás. Pobres hombres, lo freudiano ya no satisface su irrefrenable deseo de piropear; les quitan hasta los picos, no sé cómo van a procrear, siguen pagando las copas, pero ya no se pueden canjear. Pobres mujeres, lucharon tanto por liberarse del pecado que acabaron sometidas a la virtud original, qué pesada carga la de tener que percibirse con todas las características positivas que puedas recitar; pretendiendo desdibujar los roles de género, su lucha se diluye entre tantas etiquetas, pues ya no hay estereotipos que delimitar; exhortan a los machos a deshacerse de su masculinidad tóxica, sin perder la caballerosidad. Pobres mujeres, sólo quieren ser libres de hacer lo que quieran sin pensar en consecuencias y que el mundo se adapte a su voluble personalidad; si bien es cierto que, si no te gusta, basta con no interaccionar (otro tonto lo hará). 

Pobre LR, nadie entiende su pundonor, su afán de superación, dedicación y entrega a la ardua labor de alcanzar el sueldo-expolio (que tras la pandemia pasó de 160.000 a casi 700.000 anuales, más 250.000 de la UEFA… más extras) que merece, desoyendo la llamada del servicio público para seguir de futbolista; por ello sufre una espuria cacería, porque las actitudes indecorosas que sí admite no son suficientes para exigir su dimisión (y que deje de representarnos). Pobre LR, el meditado soliloquio para defender su versión trascenderá -para estudio- como paradigmático arquetipo de discurso machista sin razón; porque él, realmente, normalizaría que un rector (al entregarles un título), un entrenador (tras una gran victoria), un jefe (por ese ascenso que aún “hay que ganarse”) o cierto exjugador del Barça (porque más euforia que en una discoteca…) ofreciera a sus hijas -“feministas de verdad”- llevarlas a Cuenca, a mirar al huerto. Y es que en los actos multitudinarios desaparece la connotación sexual, y si apareciera, seguro que todo sería una broma, que para eso tienen, dicen ellos, muy buena relación. Pobre LR, y todo por un beso sin deseo (más que el de llamar la atención y erigirse como el héroe y propietario del triunfo, de ahí la subsiguiente repugnante mímica) entre dos amigos (relación que inhabilita cualquier acto inapropiado), espontáneo (si lo piensas más, igual empieza a parecerte que no le dirías eso a tu hija), mutuo (lo de agarrarla es por si acaso, como sujetas a tu hija para que no cruce la calle sin mirar), eufórico (excepto para ella, que le sobró al menos un segundo para racionalizar la situación in situ y no haberla trivializado después en una dinámica de grupo) y, sobre todo, consentido (si preguntas rápido y consigues un vale te dan la carta de “libre de la cárcel” y casi no se nota que desaparece la espontaneidad). Todo por un beso “por el que, desde ahora, los que no le conocen, le valoran aún más”. Ole tus besos, LR.