Reflexiones Australes

Las pandemias y los males de antes y de ahora

Si en el pasado, la peste negra, la viruela, la peste española y el sida, y también las guerras han sido devastadoras para la humanidad, podríamos enumerar algunas tragedias que son las que afectan más gravemente a nuestra sociedad hoy. Antiguamente, la mayoría de las muertes eran producto de enfermedades, en que la ciencia debía buscar su cura. Muchas de las actuales razones que explican los dramas, no son necesariamente pandemias, pero si son auto generadas por el hombre y específicamente por políticos incapaces de imponer el orden y en algunos casos de respetar la naturaleza humana.

El narcotráfico, el aborto, la delincuencia, la inmigración ilegal, la destrucción de la familia y por cierto las guerras, atacan despiadadamente nuestra sociedad. El narcotráfico campea impune por América Latina, promovido incluso por dictadores que han visto en la droga su mejor aliada para mantener el poder. El aborto es abrazado como derecho de la mujer a matar, a ese ser vivo que lleva dentro. La discusión se centra en determinar, desde qué mes de embarazo se es un ser humano. En muchos países ya no hay límites y se considera matar un derecho humano.

Por su parte, la delincuencia mata millones de personas en el mundo, pero los derechos de los asesinos son a veces más importantes que los de las víctimas. El presidente Bukele de El Salvador, inició una dura lucha para salvar a su país de la autodestrucción, pero es sindicado como “violador” por combatir frontalmente a las pandillas. Algunos aún creen que a las pandillas se les debe combatir con querellas. Javier Milei intenta sacar a los argentinos de la pobreza, pero sus principales enemigos son otros argentinos que no quieren trabajar y cobrar por ello.

La inmigración ilegal, en Europa disfrazada de legal, mata a miles en los mares y en sus rutas de tránsito clandestino. La pobreza en África, en Venezuela y en Centroamérica, lleva a millones a escapar en busca del sueño prometido. No obstante, la indiferencia y la incapacidad de las grandes potencias y de la ONU para ayudar a resolver el problema en el origen, hacen de la inmigración ilegal un vehículo de más muertes y tragedias.

La destrucción de la familia, como eje medular de la sociedad, es también un objetivo de políticos y ONGs que intentan proponer modelos de familias “modernas” en que hasta el perro y el gato son parte de ellas. Esta propuesta va acompañada de la sacralizaciones de las mascotas que le disputan espacios a los seres humanos con consumos multimillonarios de alimentos, en paralelo con las muertes por desnutrición en África y otros lugares.

Finalmente las guerras continúan. Ucrania, Gaza y el riesgo de China-Taiwán, tienen a los políticos dedicados a resolver conflictos en vez de promover el crecimiento. Cuanto más se desarrolla la tecnología y aumenta el conocimiento, más frágil es la coexistencia entre los seres humanos. Mientras los políticos no dejen de lado sus personalismos y su alejamiento del sentido común, no se avizorarán buenos tiempos para la humanidad. Lo peor de todo, es que también el hombre y la mujer en la mayoría de los países, se han alejado de la trascendencia de nuestra condición, lo que nos lleva a actuar día a día olvidando que “polvo somos y en polvo nos convertiremos”.

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