A Volapié

El mito de la desigualdad

Desde hace décadas pero especialmente en los últimos años leemos y oímos repetidamente hablar de la desigualdad como un gran problema, afirmación que me parece bastante dudosa.

La revolución Francesa se hizo supuestamente bajo la bandera de la igualdad y el fruto fueron cientos de miles de muertos, un hambre atroz y veinte años de guerras en Europa. La revolución en Rusia y en China produjo más de ochenta millones de muertos. Cuidado pues con los más furibundos defensores de la igualdad.

La única igualdad que hay que defender y fomentar es la igualdad ante la ley y el acceso generalizado de toda la población a una educación de verdadera calidad así como a una sanidad y una justicia eficaces. Cualquier otra desigualdad es justa y positiva ya que es inherente a la naturaleza humana y es fuente de progreso y riqueza. 

La izquierda es la que más insiste en este mito pero por desgracia el centro y la derecha también se han dejado convencer bien por ignorancia, bien por falta de coraje. Si no recuerdo mal ese totalitario llamado Gramsci recomendaba repetir una mentira un millón de veces porque así con el tiempo se habría de convertir en verdad y en el caso que nos ocupa en parte del acervo socio-político de la sociedad. 

Volviendo al asunto que nos ocupa, grandes pensadores del siglo pasado como Marañon u Ortega y Gasset defendieron las bondades de la desigualdad siempre que fuera fruto del talento, del esfuerzo y del mérito. El coraje y la capacidad para tomar riesgos invirtiendo en un negocio o empresa también es uno de los generadores de desigualdad positiva ya que generan riqueza y empleo, reduciendo así la pobreza, principal problema que hay que tratar.

Dado que la riqueza de las naciones depende de la calidad del capital humano, la igualdad necesaria es la del acceso a una educación de gran calidad. Sin embargo es triste ver como desde hace varias décadas la educación pública en España es de las peores de la UE.

Y no es casualidad pues cada vez se exige menos, se elimina la filosofía, se amputa la historia de España etc. Bajan el nivel adrede para que todos aprueben, incluso los que nada han aprendido, y así los hacen candidatos al paro. Lo hacen para igualar, igualan en la pobreza intelectual y material. Han decidido que el mérito y el esfuerzo son algo nocivo que genera desigualdad. Se empeñan en imponer políticas que fracasaron hace cuarenta años de la mano de Mitterrand. 

Desigualdad es un concepto que exige comparar porque si algo es desigual lo será respecto de otra cosa. No puede ser desigual en si mismo. Amancio Ortega, odiado por toda la izquierda es un hombre hecho a si mismo y posee una enorme fortuna. Empezó desde abajo y con esfuerzo, coraje y gran talento ha construido un imperio económico que hace prosperar no solo a su familia sino a decenas de miles más. Ojalá tuviéramos muchos más .  

Si compramos a este exitoso Español con otro de clase media que gane 50.000e, veremos que la desigualdad es enorme y sin embargo esto no es un problema pues el segundo tiene ingresos suficientes para vivir muy correctamente. 

Sin embargo esto no es así si comparamos con una persona que ingrese 15.000e al año o menos o con un parado. El problema que padecen estos últimos no es la desigualdad, es la pobreza, el paro y una renta disponible insuficiente. Estos son los problemas que hay que combatir y no la desigualdad. Estos problemas por cierto los generan o agravan en gran medida las políticas de los que tratan de reducir la desigualdad pero esto es tema para otro día.

Entonces por qué se empeñan en engañarnos con lo de desigualdad? Uno de los motivos es que es un mensaje fácil de vender que toca las emociones. Con esta idea es fácil manipular a la gente para que apruebe políticas intervencionistas y confiscatorias. Hace poco leí que más de la mitad de la gente cree que no se puede ser “rico” o próspero de forma honrada, cosa obviamente falsa. No es de extrañar que estemos a cola de la UE y que apuntemos al derrumbe más que a la remontada.

Hay otro motivo que es más escurridizo. Muchos intervencionistas y estatistas defienden que la economía es un juego de suma cero como por ejemplo el mercado de futuros. Si esto fuera así, entonces la desigualdad sí sería un problema porque al ser la riqueza una cantidad dada y finita sujeta a las normas de un juego de suma cero, entonces la riqueza de unos sería la pobreza de otros. Por eso claman contra los “ricos”. 

No solamente esto es falso sino que es lo contrario. Los “ricos”, generalmente empresarios de gran o moderado éxito, profesionales liberales etc.. crean riqueza ofreciendo bienes y servicios que la sociedad demanda y compra y en este proceso crean miles de puestos de trabajo productivos y bien remunerados y de paso llenan las arcas de hacienda. Esta es la forma de reducir la desigualdad pues el paro es el mayor causante. 

Mayor empleo privado en empresas de valor añadido medio o alto es la vía para reducir la pobreza y como efecto colateral la desigualdad. Para esto hay que abandonar las políticas anti-mercado de los últimos diez años, reducir la burocracia, el exceso de intervencionismo y moderar la presión fiscal.

Recurriendo a un trasnochado Marx, otros dirán que hay ricos porque se apropian de la plusvalía del trabajador. Esto tampoco se sostiene porque hoy en día la protección del trabajador en la UE es muy elevada y no existe la explotación que existía en el siglo XIX o principios del XX.

Es muy dudoso que exista esto que llaman la plusvalía del trabajador. Lo que existe es el valor añadido y el agregado. Este es el valor adicional que adquieren los bienes y servicios al ser transformados durante el proceso productivo. Este valor pertenece al empresario y accionista o accionistas pues es él el que ha decidido ofrecer al mercado tal bien o servicio, el que ha levantado el capital necesario, el que ha organizado la estructura de producción y los canales de venta y el que en el proceso ha creado puestos de trabajo. Y lo más importante, el que corre todos los riesgos.

Los empleados no corren riesgo financiero alguno en la empresa ya que no ponen su dinero y son remunerados independientemente de los resultados. El factor trabajo es uno de los insumos necesarios para el desarrollo del proceso de producción y como tal debe ser remunerado con un sueldo fijo y, a mi modo de ver, con una parte variable en función de los resultados del trabajador y del conjunto de la empresa. La remuneración del trabajador no depende de plusvalía alguna sino del juego de la oferta y la demanda, de su capacitación, experiencia y productividad y por desgracia de las distorsiones que generan las regulaciones de los políticos. 

Afortunadamente si analizamos la cuestión sin prejuicios, veremos que la economía no es un juego de suma cero ni se despoja al trabajador de plusvalía alguna. Existe una desigualdad positiva fruto del talento, del esfuerzo y del mérito que es justa y necesaria para el desarrollo y prosperidad del individuo así como del conjunto de la nación. La riqueza que se crea de esta manera permite reducir la pobreza empleando a más gente y con mejores salarios. La igualdad debe estar solamente en el acceso a una educación de calidad, sin olvidar la sanidad y la justicia. Ya es tiempo de derribar el mito de la desigualdad como un mal y analizarlo desde la razón y sin prejuicios ideológicos.

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