Diario de a bordo

La mujer del César

Roberto Alonso Cuenca
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Desde luego hay indicios vehementes. Y uno de los más esclarecedores es la consigna lanzada desde Moncloa y seguida con ciega fidelidad por todo el Gobierno: la unánime y acorde defensa de la incorruptible integridad de la mujer del César. Esa defensa a ultranza manifestada en cualquier momento y ante cualquier pregunta formulada tanto por parte de la oposición, partidos políticos o  medios  negando cualquier implicación de la señora Gómez en nada que huela a corrupción, así como el talante cada vez más desencajado del César en sus apariciones públicas, hacen planear sobre el común mortal la sospechosa eventualidad de que sean ciertos algunos de los datos que han aparecido sobre la participación de dicha señora en turbios asuntos donde el probable tráfico de influencias protagoniza conductas cuando menos perversas. Porque ciertas actuaciones están documentadas; porque existen escritos en los que aparece su firma, como en las cartas de recomendación rubricadas para la adjudicación de fondos europeos. O el hecho de presentarse en Foros Nacionales  e Internacionales como la mujer del Presidente de España sintetizando en ese ‘título’ su curriculum y poniendo por delante su condición de ‘primera dama’ para allanar el camino y convertirse en captadora y beneficiaria de favores y prebendas. Todo ello, evidentemente, con el conocimiento y la anuencia de su sr. marido.

Ante la pertinente pregunta sobre el asunto de los fondos anteriormente citados  que desde la parlamentaria Comisión de Control se formuló al ministro de Economía, Comercio y Empresa sr. Cuerpo Caballero, su respuesta fue la que últimamente contestan al unísono los ministros de Sánchez ante cualquier requisitoria, es decir ninguna, aunque  aprovechó el momento para manifestar que cualquier mención sobre la señora del presidente en asuntos que rocen siquiera su probidad y rectitud es denigrante, atentando no sólo contra su persona, sino contra la propia integridad de la Cámara. Porque atacar, sin fundamento, a la sra. Gómez, es un ataque al Parlamento, al Gobierno, a las instituciones todas, a la moral y a la costumbre. Porque es intocable y no se puede mancillar su imagen. Por desgracia la corrupción está a la orden del día y es tanta la que ensucia nuestra vida pública que lamentablemente vamos a empezar a considerarla como algo normal y privativo de la política y de los políticos. La clásica reflexión latina “Auro clausa patent”.( ‘Con oro se abren las puertas cerradas’), es muy aplicable en estos momentos. Así ha sido, es y será. Góngora escribió: ‘(…) Todo se vende este día, / todo el dinero lo iguala; / la corte vende su gala, / la guerra su valentía; / hasta la sabiduría / vende la Universidad. / ¡Verdad! 

Y vuelvo al título,  ya que los indicios y las acusaciones, que efectivamente deberán ser probados, no han salido de la oposición, no han sido una estrategia política del Partido Popular para enfangar aún más nuestra vida política, como sí ha hecho el PSOE con la sra. Díaz Ayuso, sino que han sido puestos sobre la mesa de la opinión pública después de una exhaustiva investigación, por parte de los Medios; que han sido los periodistas, y no los políticos, quienes en una labor detectivesca realmente soberbia, han llegado a conocer, aún parcialmente, todos los tejemanejes y chanchullos que al socaire del Poder se están produciendo un día sí y otro también. 

En este país las Comisiones de Investigación que se crean en las Cámaras para sustanciar cualquier posible delito no sirven absolutamente para nada, eso está demostrado. Aquí sólo investiga la Prensa, la libre, claro está, esa que aún nos queda a pesar de los intentos por silenciarla. La radio, la libre, claro está, liderada por una serie de profesionales que no se callan, que transmiten a los ciudadanos la verdad de lo que está sucediendo. Porque, señores del Gobierno, todo lo que está ocurriendo en derredor de la señora Gómez, de su esposo, de ‘Koldo’, del señor Rubiales, de maletas, mascarillas, ministros y tantas otras cosas por no ser tan noticiables no menos graves, todo lo que estamos conociendo en las últimas semanas es información, no opinión. Aunque ustedes seguirán con ese ‘mantra’ tan bien aprendido de que todo es una estrategia política del PP, que todo es absolutamente falso, que con estas falacias quieren desacreditar, desprestigiar y acabar con toda la admirable labor que lleva haciendo el Partido Sanchista desde que está en el poder. Y que la guinda del venenoso pastel que desde hace tiempo elabora el obrador pepero para arrojarlo sobre el banco azul, culminando así su ignominiosa labor parlamentaria, es el desmedido, atroz e infundado ataque a la ‘primera dama’.

Esa frase tan socorrida atribuida a Julio César sobre su esposa Pompeya: “La mujer del César no sólo debe ser honrada; además debe parecerlo”, parece que empieza a no sostenerse en el caso que nos ocupa. Realmente el dictador romano, según Marco Tulio Cicerón en sus ‘Cartas a Ático’, nunca pronunció esa frase sino: “Mi esposa ni siquiera debería estar bajo sospecha”, respondiendo así a la posible responsabilidad de su cónyuge en un escandaloso asunto denunciado por parte del matriarcado romano. Posteriormente se la declaró inocente, pero bastó la sola suposición de su inmoralidad y el daño que, al tratarse de quien era, pudo haber causado a la opinión pública, que César la repudió. No digo yo, ¡válgame el cielo!, que nuestro César haga algo parecido. En primer lugar porque carece del sentido de Estado de aquél patricio y en segundo lugar porque todavía tiene que demostrarse, o no,  que todos los ‘indicios vehementes’  tratados en este artículo y los que sin duda irán apareciendo  -¡ay ese empecinamiento periodístico!-son ciertos. Necesariamente, de serlo, su caída será la del presidente. 

Si habrá o no divorcio, es otra historia.

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