A Volapié

El invierno demográfico (parte I)

Desde hace varias décadas el número de hijos disminuye sin cesar. Estamos inmersos en lo que llaman un invierno demográfico. Voy a tratar de esbozar algunas de las causas y de las serias consecuencias que esto va a tener para España. 

La tasa de fertilidad necesaria para que una sociedad pueda asegurar el reemplazo de aquellos que fallecen es de 2,1 hijos por mujer. España lleva muchos años instalada por debajo del 1,4. Esto se traduce en que la pirámide demográfica está invertida porque cada vez hay menos niños y adolescentes (0-14 años) y más personas mayores de 64 años. Lo lógico sería lo contrario. 

Año 0 a 14 años más de 64 años
2023 13,4% 20,3%
1990 19,5% 13,75%
1980 25,7% 11,3%

Esto es un serio problema al que los políticos no prestan la debida atención. Antes de entrar en materia, vamos a cuantificar el problema. 

El número de fallecimientos excede al de nacimientos en 130.000 personas cada año, y cerca de 30 provincias están perdiendo población. 

Las causas se pueden dividir en dos tipos, económicas y culturales e ideológicas. Vamos a empezar por lo más evidente, aunque no lo más importante: 

Causas económicas

En muchos casos la decisión de no tener hijos, o de abortar, es consecuencia de la falta de medios económicos debido al desempleo, al infraempleo, y a las escasas rentas de las clases bajas y medias. 

Datos a tener en cuenta para España:

  • desempleo récord en Europa, casi el 12% y el 29% juvenil.
  • 830.000 personas de menos de 30 años carecen de empleo.
  • hogares con carencia material severa roza el 10%
  • personas en riesgo de pobreza está por encima del 20%.
  • pensiones insostenibles y abocadas a recortes, especialmente para los jóvenes.
  • difícil acceso a la vivienda por la falta estructural de oferta, por el exceso de intervencionismo público y la abusiva fiscalidad.

Cuando entró el euro en 2002, el riesgo de pobreza estaba en el 19%, por lo tanto, los últimos 22 años no han traído una mejora alguna en este apartado.

Hay que destacar que el incremento de la presión fiscal, del gasto público y del intervencionismo desde las crisis del 2008 y 2011 no ha conseguido reducir la pobreza, ni el desempleo. Estas son las causas de la desigualdad, y no las que nos cuentan habitualmente. Sin embargo, estas políticas han generado un endeudamiento y un déficit público récord, amén de la divergencia de renta respecto de la media europea (del 95 al 85%). Han sido y son por lo tanto un fracaso político absoluto. 

Todo esto explica en parte por qué tantos menores de 35 años deciden no tener hijos, o retrasar el momento lo más posible. 

Causas culturales e ideológicas. 

La cuestión cultural es probablemente la más importante. En veinticinco años hemos pasado de una sociedad estructurada en torno a la familia, es decir a la pareja casada y con hijos, heredera de la tradición cristiana, a otra donde impera el relativismo, el hedonismo, la falta de interés por la trascendencia y la espiritualidad, la ausencia de sentido vital, el rechazo del esfuerzo, del mérito y la responsabilidad; y para terminar, un feminismo radical.

Estadísticamente, la familia que se casa y se compromete, ya sea por la iglesia o por lo civil, tiene bastantes más hijos que los que cohabitan sin más. Dado que cada vez hay menos matrimonios, la consecuencia es que el número de hijos disminuye.  

El problema es que muchos de los que se llaman falsamente progresistas creen que esta familia comprometida y casada es algo antiguo y reaccionario, que es un atentado contra la libertad de la mujer. En este tema tanto la izquierda como la derecha son culpables en cuanto a la destrucción de la familia, la primera por acción, la segunda por omisión. Que la mujer sea libre e igual es perfectamente compatible con que tenga hijos.

Gran parte del ecologismo y de los anticapitalistas contribuyen a este problema. Aún no se han enterado de que Malthus se equivocó, y que todas las previsiones catastrofistas lanzadas a lo largo de los últimos doscientos años acerca del futuro de la raza humana y de la falta de recursos han errado. Algunos creen que para salvar el planeta no hay que tener hijos, otros creen que pronto no habrá recursos y proponen el decrecimiento demográfico y económico. Todas estas observaciones son absurdas y erradas. La ciencia y la tecnología, allí donde los políticos no lo impiden, ha conseguido aumentar la producción de alimentos y de todo lo necesario para mantener a 7000 millones de personas, y así seguirá siendo. 

¿Se imaginan Vds. si España, con el paro y la pobreza que padece, optara por decrecer y reducir el PIB?. Habría aún más desempleo, pobreza y carencias, más desigualdad; y aún menos hijos. 

Obviamente hay que cuidar más la naturaleza, hay que contaminar menos, depurar más, reciclar más, disminuir y mitigar el impacto del desarrollo humano. Pero la forma de hacerlo no es decrecer y empobrecernos aún más. Y desde luego no se consigue no teniendo hijos. Sin hijos empobrecemos la sociedad y las sociedades pobres son las que más contaminan. 

Otra de las causas es el reemplazo de la espiritualidad, de la búsqueda del sentido vital por el hedonismo más elemental. Si no tenemos interés en la trascendencia, ni amor por la familia y el país, si creemos que no hay ni bien ni mal, si nos parece que la vida no tiene sentido, entonces obviamente nos lanzaremos a la búsqueda del placer a corto plazo como principal fin de nuestra existencia. Esto es poco compatible con los proyectos a largo plazo, el compromiso, el esfuerzo, la responsabilidad, el querer crecer como persona, y la formación de un hogar con hijos. 

La vida tiene sentido, pero hay que buscarlo. El que dude que lea El Sentido de la Vida de Víctor Frankl, superviviente de los campos de concentración. Siempre hay una razón para vivir, incluso en los campos de exterminio. El amor es el principal vector de sentido, amor a nuestra pareja e hijos, amor a la familia, amor a nuestro país. 

Estas son en mi opinión algunas de las principales causas del invierno demográfico. En la siguiente entrega veremos las consecuencias y algunas de las posibles soluciones.