Reflexiones Australes

La escasez de líderes en América Latina

Andrés Montero J.
photo_camera Andrés Montero J.

Una de las razones por las que los países de América Latina no prosperan, es por la escasez de líderes preparados para dirigir a los gobiernos. El problema no solo radica en el cargo de presidente, sino también en las segundas y terceras líneas.

Los presidentes elegidos, deben “pagar favores” a los dirigentes de los partidos que forman parte de las coaliciones que sustentan a los gobiernos. A diferencia de Estados Unidos o Reino Unido en que hay dos bloques fuertes que se van turnando el ejercicio del poder, en América Latina tuvimos en Argentina a la eterna dictadura peronista, y en México la del PRI.

En Chile hoy gobierna una coalición de más de 10 partidos. Esto nos lleva a que se nomine a personas muy limitadas en ministerios claves. Perú es un desastre con varios expresidentes presos, Ecuador con un expresidente fugado y un exvicepresidente preso.

En Colombia gobierna un exguerrillero y en Cuba, Nicaragua y Venezuela, dictadores de la peor calaña. La profesión de político ha perdido respeto y hay muchos ignorantes que asumen cargos relevantes sin tener la preparación ni las condiciones necesarias.

Lo mismo sucede en el poder legislativo, toda vez que los requisitos para optar a cargos de votación popular son mínimos. En consecuencia, se legisla mal, se gobierna mal y se dicta justicia injusta. El problema planteado es peor aún en África, en donde los malos resultados están a la vista. Los costos personales de decir la verdad, combatir la corrupción y el narcotráfico son inmensos.

En consecuencia, los mejores ciudadanos se encapsulan en sus propios negocios o actividades, dejando el destino de sus países en manos de los mediocres o los corruptos. La creciente injerencia de Naciones Unidas en la política interna de los países genera un problema adicional, toda vez que cualquier decisión más dura tomada por un gobernante, lo expone a las penas del infierno en el concierto internacional. Juicios, persecuciones y acusaciones de violaciones a los derechos humanos.

En México, por ejemplo, basta escuchar “La Mañanera”, en que el presidente mexicano habla y habla, de lo que sabe y de lo que no sabe. AMLO diariamente monopoliza la prensa agobiando a los ciudadanos con propaganda y con distintos análisis de contingencia, en donde demuestra su ignorancia y desconocimiento de materias económicas, de historia y de política internacional. El modelo de comunicación presidencial representa, a todas luces un abuso de poder. El 30 de octubre de 2023 “La Mañanera” de AMLO duró tres horas con 35 minutos, aunque el promedio diario está en torno a las dos horas.

En el caso de Cuba, basta acceder al medio comunista Granma, para darse cuenta del retraso feroz, por el cual está atravesando la isla. Todo gira en torno al bloqueo norteamericano y a los aniversarios de nacimiento, muerte o batallas del tirano Fidel Castro.

Argentina finalmente nos presenta un “loco cuerdo”, pues tanto Cristina Fernández como su homólogo Alberto están con juicios pendientes y probablemente caerán tras las rejas. En el Perú veremos como continúa el “reality” y en Chile observamos como el joven Boric intenta aprender rápido para cometer menos errores.

En América Latina se discute mucho de las formas para recaudar más impuestos y poder así satisfacer las “demandas sociales” y los “derechos de las minorías”. Poco se habla de la calidad de la ejecución del gasto fiscal. Cuánto dinero se malgasta por malas decisiones, es una interrogante que no concentra la opinión de los medios de comunicación, ni de los gobiernos. A los malos presidentes, los acompañan mediocres asesores y malos gestores de la labor del Estado. Este problema está bastante generalizado, y no existen organismos contralores independientes que fiscalicen el gasto público.

Lo mismo sucede con los organismos multilaterales, cuyos empleados además de no pagar impuestos, no le rinden cuentas a nadie. En este entorno mediocre, los gobiernos no logran avanzar, pues los “pilotos” son de segunda o tercera categoría. Mientras no emerjan líderes preparados y audaces, no habrá cambios radicales. Se requieren dirigentes políticamente incorrectos y es necesario que respeten a las grandes mayorías, pues en los últimos años las minorías parecen llevar el pandero de la política.

Al déficit de líderes políticos en la región, también existe un déficit de dirigentes empresariales audaces, que estén dispuestos a enfrentar a los gobiernos “de frente y sin temores”. Se requieren líderes valientes que no se sometan a la extorsión de los gobiernos y que piensen primero en su país y en los ciudadanos en general.

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