Memorias de un niño de la posguerra

La culpa fue de la guerra civil

Cuando me preguntan sobre las vicisitudes de mi llegada a este mundo, debo responder, en honor a la verdad, que yo soy un producto de la guerra civil. Si no fuera por esta terrible contienda, lo más seguro es que no hubiera nacido. Trataré de explicarme.

El 18 de julio de 1936 mi padre, Fernando Delgado de Lara estaba rodando exteriores en Córdoba de una película, “El genio alegre” basada en la obra teatral del  mismo título de los hermanos Alvarez Quintero. Lo que habría de ser el rodaje más largo de la historia del cine español ( se inició en 1936 y se terminó en 1939, con algunos intérpretes exiliados y sustituídos por otros vueltos de espalda para cubrir su ausencia), estuvo lleno de dificultades sin cuento. Pero, en principio, el reparto era excelente. Como protagonista femenina, Rosita Díaz Gimeno, una joven actriz de gran belleza, que entonces estaba unida sentimentalmente a Juan Negrín, que llegaría a ser Presidente del Gobierno de la República. En el elenco femenino destacaba nada menos que la figura de la escena Leocadia Alba, iniciadora de una saga de grandes actores y actrices, los Caba Alba, Gutiérrez Caba, que se han sucedido hasta la actualidad. Esta fue la primera y única intervención de Leocadia Alba en el cine, pero en el teatro sucedió a mi bisabuela, Balbina Valverde, a punto de retirarse de la escena, en la Compañía del teatro Lara, que estrenó Balbina y en la que trabajó, ininterrumpidamente, treinta temporadas.También tuvo un papel importante Concha Catalá, otra gran figura de la escena, junto con otras intérpretes veteranas< y otras jóvenes, como Isabel Díaz Giles, hija del maestro  Díaz Giles, amigo de mi padre y autor del Himno de la Infantería, y que se encargó de la música de la película, Y Angelines Matilla,entonces novia y luego esposa de Eduardo García Maroto, que desarrollaría una brillante carrera cinematográfica como director y productor.

En el reparto masculino, el gran Antonio Vico, Fernando Fernández de Córdoba, que sería más adelante locutor en Radio Nacional con los partes de guerra, Alberto Romea, que sería mi padrino…..

Resumiendo, Rosita Díaz Gimeno se libró de ser fusilada por la intervención de mi padre que intercedió ante el coronel Cascajo, Gobernador militar, y le convenció que la unión con Negrín era amorosa y no política. Rosita logró salir de España, y mantuvo correspondencia con mi padre expresándole su gratitud. Mi padre, con casi cincuenta años, aprovechó el celuloide de la película para echarse la cámara al hombro y rodar unos documentales sobre la toma de Toledo y de Santander, la batalla de Brunete y otros acontecimientos bélicos que todavía se conservan en la Filmoteca Nacional.

Mientras tanto, en Madrid, mi madre con mis cuatro hermanos, tres chicos y una chica, con catorce, doce diez y ocho años, mi abuela Julia de Lara y Valverde, mis tías y mi prima María Luisa, en nuestro chalet de Madrid, sufriendo penalidades y registros hasta que, en 1937, gracias a un amigo de mi padre, ella y mis hermanos lograron en un convoy de la Cruz Roja llegar a Valencia, de allí en un mercante hasta Francia, hasta conseguir llegar a San Sebastián donde se reunió con mi padre.. y a los nueve meses nací yo.

Comprenderán ahora porqué puedo decir que soy un producto de la guerra civil. Dios quiso que fuera la forma de llegar a este mundo. Por algo sería, digo yo.

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