Desde Túnez

Abul Qassim Chebbi: El poeta tunecino del amor y de la revolución

Nació Abū-l Qāsim Chebbi en Chebbya, uno de los pueblos de Tozeur situado en el sur tunecino, el 24 de febrero de 1909. Tozeur está en uno de los oasis más bellos y atractivos de Túnez, y es una de las cunas del saber y de las ciencias, donde el pequeño poeta pudo aprender el Corán, realizar sus primeros estudios y adquirir los conocimientos básicos de la retórica.  Nuestro poeta tuvo una vida triste y dolorosa, lo que explica el grado de amargura que caló hondo en la mayoría de sus versos.

Tres hechos importantes influyeron de manera notable en la historia de su vida y, de un modo o de otro, dejaron huellas palpables tanto en su persona como en su producción  literaria y poética: su estado de salud, sus condiciones familiares y sus compromisos patrióticos .

Desde pequeño sufrió un reuma articular que no hizo más que agravar su salud a medida que iba creciendo, con lo cual no pudo disfrutar de la juventud. Sus médicos le aconsejaron, para el bien de su salud, no casarse y evitar fatigas leyendo y escribiendo. Hizo caso omiso a estos consejos y se casó con su prima en 1930 para cumplir el deseo de su padre, estipulado en sus testamentos antes de morir. Tampoco dejó de componer versos, pues la poesía era para él una necesidad  vital. A todo esto se añade la muerte del padre cuando el poeta tenía 20 años,  lo  que le causó gran pesadumbre,  pues no estaba preparado para asumir las responsabilidades de la familia.

Debo señalar que a nuestro poeta le tocó vivir la lucha tunecina contra el protectorado francés, de modo que nunca se sintió ajeno a los movimientos de liberación y de lucha contra los opresores, impregnando sus versos de un sabor a pueblo y  rebeldía, como corresponde a una actitud poética de franca resistencia.

Durante el verano de 1934 empeoró su salud y, no pudiendo resistir más  su enfermedad,  murió el 9 de octubre de este mismo año, legándonos un patrimonio poético en el que la hondura y la autenticidad de sus composiciones hacen de él uno de los grandes poetas  mundiales. La obra de Chebbi se compone de varios textos; en primer lugar, su poemario Los cánticos de la vida, luego su estudio crítico La imaginación poética de los árabes, su Correspondencia, su Diario y sus Impresiones. Su poesía ha sido traducida a la mayoría de las lenguas.

Chebbi parte del lema de que la vida es un desafío, y nos reta, como lectores, a que rehusemos la sumisión, la humillación y el miedo ante el riesgo de perder o de fracasar. Para él, «ser» en el mundo consiste en ir avanzando, porque la vida y el tiempo no esperan a nadie; tampoco el hombre podrá mover las agujas del reloj hacia atrás: «¡Levántate y camina por los senderos del destino!/ A quien duerme, la vida jamás le espera». A pesar de las circunstancias tan difíciles en que vivió, nunca se doblegó ante las adversidades, no se rindió a la enfermedad ni  dejó que las desgracias, los infortunios y la mala suerte se abatieran sobre él. Al contrario, se mostró fuerte y desafiante, enfrentándose con mucho coraje y valor a la situación circundante tan frágil y precaria:

 

               Pese a la enfermedad y a los enemigos,
               como águila viviré en la cima altiva,
               admiraré el sol luminoso,
               burlándome de las nubes,
               de las lluvias y de la tempestad.

 

La imagen poética de Chebbi tiene gran poder interpretativo de la realidad del ser humano; pero toda interpretación implica al corazón como motor dinámico capaz de suscitar la sensibilidad y la euforia; de este modo, la existencia humana alcanza una cierta sublimación donde se ven exaltadas todas sus cualidades, y donde cada lector sediento de pasión encuentra refugio entre los muros de estos versos. El lector ideal de poesía puede advertir  que sus poemas son como suspiros convertidos en cantos, cuyos ecos forman una sinfonía que nos recuerda la tristeza del otoño y la desnudez de la naturaleza, y que el padecimiento no se limita a una circunstancia determinada, sino que forma parte de nuestro ser, pues el dolor alcanza a todas las almas y es común a todos los seres:

 

               La tristeza de los demás
               es una llama que se atenúa
               conforme pasan las noches,
               mientras que la mía
               es un sufrimiento vivo
               que anida en mi alma
               para siempre

 

El poema que más representa la vida injusta y dura que le tocó vivir es «Dijo mi corazón a Dios», donde se humaniza el corazón del poeta  para manifestar su pena y su dolor y para dirigir a Dios sus lamentos, ejemplificados a través de la «pena», la «fatiga» y las «rocas» que merman su confianza en la vida y reducen su esperanza en el futuro. Chebbi experimentó las asperezas y las dificultades del camino, pero no pudo evitar beber y empapar su alma de la fuente de la tristeza:

 

               Hice crecer mis ramas en los montes de la pena
               y se desplegaron con fatiga entre las rocas.
               Y, cuando me envolvió la niebla…, eché  hojas  
               y florecí solo ante las tempestades. 

 

La temática del amor aquí es romántica por excelencia, y a pesar de que se trata de un concepto universal, se manifiesta en nuestro poeta de un modo especial. Muchos de sus poemas aparecen impregnados de amor. La nobleza de este sentimiento resulta ser el «secreto» de la existencia del poeta: un sentir tan intenso que se convierte en el camino para llegar a su corazón y descubrir lo escondido y callado. El amor genera aquí una ilusión y un enorme poder que permiten al poeta enfrentarse a los desafíos; es como una fortaleza que se eleva para protegerle y evitar que se caiga en el abismo de la desgracia y la desesperación, es la luz que ilumina su camino sombrío y es el núcleo de su vida: 

 

               Amor, tú eres el secreto de mi pesar,
              de mis cuitas, de mi terror, de mis sufrimientos,
              de mi flaqueza, de mis lágrimas y torturas,
              de mi enfermedad, de mi congoja y de mi desgracia.

 

              ¡Oh, amor! Tú eres el secreto de mi existencia,
              de mi vida, de mi dignidad y de mi orgullo,
              la luz de mi oscuro destino,
              mi allegado, mi sosiego y mi esperanza eres.

 

Amar, para nuestro poeta,  es entregarse en cuerpo y alma y agarrarse a los hilos de luz que derraman los ojos de la amada, le fascina la idea del amor encarnada en sus versos, y que roza con el amor platónico, donde la amada se convierte en el eje fundamental de la existencia;  es Venus, una mujer de gran belleza física que baja del cielo para devolver al mundo del poeta su brillo de antes; mientras tanto, él como el dios Marte, alentado y valiente, no logra esconder sus sentimientos ardorosos, le pregunta:

 

              Tú… ¿Qué eres tú?
             ¿Acaso eres Venus,
              que del Más Allá 
              nuevamente desciende
              para devolver a este mundo,
              lúgubre y miserable,
              su alegría y dulce juventud? 
            ¿O acaso eres el ángel del paraíso,
              que ha bajado a la tierra
              para insuflar su aliento 
              en el espíritu de la paz eterna?

 

Otra particularidad de la poesía de Chebbi es su carácter revolucionario. Nuestro poeta nació y vivió durante el período de la colonización francesa a Túnez, y a medida que iba creciendo se iba consolidando en él un espíritu revolucionario y un fuerte sentimiento patriótico. Llevó en su corazón el drama de su pueblo y sintió de muy cerca sus sufrimientos: la barbaridad, la opresión y la injusticia que estaba viviendo. Su poesía y su compromiso nunca son ajenos a aquella tragedia.

Su voz entusiasta de poeta intenta despertar la conciencia de su pueblo, susurrando al oído el verdadero sentido del sacrificio y de la muerte por amor y entrega a la patria: una cuestión ésta que solo entienden los enamorados, como él lo está de su país, donde todo, por amor, se permite y merece la pena:

 

               No es costumbre en mí
               sucumbir a los reproches,
               incluso si muriese 
               y que con llanto 
               se llorase mi juventud.
               Me importaría poco 
               que se derramase mi sangre,
               pues siempre es permitida 
               la sangre de los enamorados.

 

Su verso se convierte en un arma de lucha que se dirige, con tono colérico, al tirano colonizador para recordarle sus abusos, su crueldad y su despotismo, pues el fuego de la revolución puede estar calmado y tenue, pero nunca del todo apagado y muerto:

 

               ¡Oh, gran villano despótico e injusto,
                amante de las tinieblas
                y enemigo de la vida!
                Del sufrimiento de un pueblo
                desvalido te has mofado, 
                mientras que con su sangre 
                te tiñes las manos.

                       ……….

              ¡Despacio! No te apresures.
              ¡Que no te engañe la primavera
               ni la serenidad del firmamento,
               ni  la luz de la mañana!

                       ………..

              ¡Cuidado! ¡Ten cuidado! No te confíes,
               que, debajo de las cenizas, viva estará la llama.
               Y quien siembra espinas recoge heridas.

 

En sus poemas, Chebbi parte de una realidad palpable, experimentada y vivida para infundir en sus compatriotas un sentimiento y un comportamiento diferentes de lo habitual, los incita a la rebelión, y con un espíritu altivo y desafiante los muestra y dirige el dedo hacia las adversidades y los obstáculos que se deben superar y vencer; ya que todo depende de la actitud que puedan tener ante la vida y el destino. Pues, la vida solo cobra sentido a través de la lucha :

 

              Cuando anhelo alcanzar una meta,
              desafiante, me dejaré llevar
              por la madre esperanza
              y me olvidaré de toda prudencia.
              Nunca pretendo eludir
              los caminos escabrosos, 
              ni las llamas que desprenden
              las lenguas de un fuego abrasador.
              Por siempre vivirá entre agujeros 
              quien no ansía escalar montes.

 

Por otra parte, nuestro poeta se ha convertido en estos últimos años, en el icono y símbolo de la revolución tunecina y de otros países árabes; sus versos sirvieron de estímulo para mover y provocar acciones de protesta en contra de la opresión, de la injusticia y de las dictaduras.  Este ramo de versos que transcribo a continuación se ha convertido en el lema de la revolución, de toda revolución, en el mundo árabe:

 

              Cuando el pueblo quiere vivir un día,
              necesariamente el destino debe responder,
              la noche debe ser derrotada
              y las cadenas finalmente rotas.
              Quien no abraza con frenesí 
              el deseo de vivir,
              acabará difuminándose
              hasta desvanecerse por completo.

 

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