La Tate Modern de Londres, entroniza a Yoko Ono (Tokyo, 1933) y le da el lugar que le corresponde como pionera del arte conceptual y participativo contemporáneo. Por medio de 200 trabajos que trazan su biografía, desde los comienzos de los sesenta y resaltando su espíritu transgresor, la exposición “Yoko Ono: Music of the mind” es ambiciosa e integra todo tipo de formatos y técnicas, desde la fotografía, la escultura, piezas de audio, films e instalaciones y lo hace en una ciudad clave en la vida de la artista pues en ella, tuvo lugar su encuentro con John Lennon. Para la inmensa mayoría, Yoko Ono fue la extravagante compañera, la que irrumpió en su existencia en 1966, cuando se encontraron en el transcurso de una exposición en la Indica Gallery de Londres, un espacio alternativo que frecuentaban Lennon y Mc Cartney. John y Yoko coincidieron alrededor de la obra, “Ceiling painting” y la vida de ambos tomaría a partir de entonces nuevos derroteros; la pareja se convirtió en un icono para la juventud de aquellos años marcados por acontecimientos convulsos y cambiantes. Lennon inicia una andadura en solitario con Yoko y ambos propician con sus acciones musicales y poéticas lanzadas al mundo, un original activismo a favor de causas relacionadas con la paz, la espiritualidad y la libertad. La pareja contrajo matrimonio en 1969, y el primer proyecto que salió de esa unión fue la Plastic Ono Band (1969) en la que también participaron Eric Clapton, Billy Preston, Alan White y Ringo Starr. En los escenarios estaba la huella estética de Yoko; los planteamientos musicales eran de ambos y en cuanto a los contenidos poéticos de las letras, algunos hacían referencia a las experiencias de Lennon vividas en su niñez; las canciones incluían recuerdos, mensajes a favor de la armonía y el entendimiento: Mother, Give Peace a Chance; esta última grabada en el Festival de Toronto (1970).
En el momento de su unión, Lennon era un ídolo de masas y Yoko una artista de enorme talento, que había iniciado su carrera en Nueva York en 1961, ligada al arte conceptual, a la performance y al movimiento Fluxus, corriente que había irrumpido en la escena artística americana extendiéndose por Europa en los años sesenta. Sus componentes partían de la herencia duchampiana integrando en sus acciones la creación musical, las artes plásticas, la poesía y el teatro, desnudando el objeto artístico para dar todo el énfasis a la idea y al público. John Cage, Nam June Paik, Ives Klein, Allan Kaprow o Joseph Beuys, son algunos de los creadores que se suman a esa corriente. Yoko se había formado en el conocimiento de la filosofía, la música y la composición contemporánea, en la Universidad de Gakushuin; había crecido entre Tokyo y Nueva York, sintiendo las secuelas que en su país había dejado la II Guerra mundial y las bombas de Hiroshima y Nagasaki; luchaba por escapar de las costumbres tradicionales y pronto sintió la necesidad de reparar y reconstruir. El anhelo de reconciliación, se verá reflejado en toda su obra, hasta la actualidad. En los noventa y después de un largo duelo, la artista dio mayor visibilidad a su trabajo comenzando una nueva etapa y aunque siempre se mantuvo fiel a su pasado con Lennon recuperó con fuerza su trayectoria personal.
Este reconocimiento que le brinda a gran escala la Tate Modern viene a sumarse a otros celebrados anteriormente. En el otoño de 1998, tuve la oportunidad de ver en el Museo de Arte Moderno y en el Centro Cultural Recoleta, de Buenos Aires, siete instalaciones de la artista y las últimas retrospectivas fueron organizadas por el Museo Guggenheim de Bilbao (2014), el Museo de Arte Contemporáneo de Lyon (2016) y en ese mismo año, nuevamente el MALBA, de la capital argentina planteaba una revisión de su obra en la que se incluían piezas de los comienzos, poemas, haikus, pinturas, partituras musicales, dibujos, fotografías, textos, audios y performances. Y una vez más, todo ese conjunto llega directamente al público con su mensaje invariablemente actual, enfocado a la sensibilización en torno a los derechos de la mujer, a la necesidad de armonía en el planeta.
