A Volapié

¿Puede España prescindir de la energía nuclear?

La política energética es fundamental para el desarrollo de la sociedad y de su economía. Debido a algunas decisiones dudosas tomadas durante las últimas décadas en materia de generación eléctrica, España está entre las naciones europeas que más pagan por la luz. El impacto en las clases medias y bajas no es despreciable, y lo mismo puede decirse en relación a la industria intensiva en energía. 

Uno de los errores notables es el cierre de la energía nuclear al final de su vida útil. Hará que paguemos aún más cara la electricidad y abre un escenario que antes era impensable, el de los cortes de luz. Esta es una decisión acientífica, tomada por cerrazón ideológica.

Gran parte de los países avanzados de Occidente están invirtiendo en las nuevas minicentrales nucleares, salvo Alemania. Estas minicentrales presentan notables ventajas respecto de las grandes centrales actuales ya que entrañan un menor riesgo, son más sencillas, tienen un menor coste por MW y producen menos residuos.

Para combatir el cambio climático se han cerrado las centrales térmicas de carbón y de fuel oil, lo cual me parece bien. También se ha apostado fuertemente por la solar y la eólica. Adicionalmente tenemos la hidráulica, las centrales de ciclo combinado de gas (CCCG), y las nucleares. Las CCCG emiten gases de efecto invernadero, aunque bastante menos que el carbón o el fuel oil. Temo por lo tanto que los extremistas del cambio climático presionen para que también se cierren. 

Abro un pequeño paréntesis para señalar que lo que haga Europa en materia de cambio climático es poco relevante si no conseguimos que EEUU, China y la India se embarquen con nosotros en este asunto. Por eso la UE y sus gobiernos no deben tomar medidas extremas que dañen la competitividad de la industria europea porque será un sacrificio baldío. 

Dicho esto, creo que por principio debemos contaminar menos, pero las medidas deben ser sensatas, y debe mandar el criterio de los técnicos y científicos, no el de los políticos. Nuevos errores en política energética agravarán los desequilibrios que padece nuestra economía, estancada desde 2019. No parece una buena cosa en un momento en que tenemos récords negativos en varias materias como son el desempleo, la deuda, el déficit y la pobreza. 

Hay que señalar que la eólica tiene un impacto medioambiental notable en materia paisajística, causa un severo daño a las aves y presenta problemas serios en cuanto al reciclaje. Además su desarrollo se ha hecho de forma desordenada, en algunos casos sin los estudios de impacto medioambiental necesarios. 

Como sabemos todos, la temperatura media está subiendo desde hace tiempo. Pues bien, a partir de ciertas temperaturas el rendimiento de las placas solares disminuye. Y resulta que otro efecto de mayores temperaturas medias es que el viento tiende a soplar menos. Por lo tanto, hay una alta probabilidad de que el cambio climático haga que las energías renovables sean menos eficientes y produzcan menos en el medio y largo plazo. 

Pero más importante que esto es que la producción de las renovables es intermitente. Si está nublado la solar produce mucho menos, y si no hay viento la eólica no genera. Si hay sequía, la hidráulica produce menos también, aunque esto último se puede mitigar. Por lo tanto las renovables no son la panacea. 

Un país avanzado, y que pretenda seguir siéndolo, no puede dejar el suministro de luz a los hogares y a la industria al capricho del azar. Sin nucleares, existirá el riesgo de tener cortes de luz debido a la intermitente generación de las renovables. Además, el cierre traerá una nueva subida de la electricidad para hogares y empresas ya que la nuclear es más barata que la solar y que la eólica. 

Por lo tanto, ¿qué tecnologías aseguran la estabilidad en el suministro y pueden sustituir a las renovables en los momentos en que estas no puedan atender a la demanda?. Son dos, las CCCG y la nuclear. 

De estas dos, la que no emite gases de efectos invernadero es la segunda. Es la que sirve al propósito de mitigar el cambio climático y garantiza el suministro en todo momento. 

Es imperativo por lo tanto que no prescindamos de esta tecnología, y mucho menos cuando según el famoso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) estará disponible la fusión nuclear en el medio plazo. La gran noticia es que esta forma de generación no produce residuos radiactivos, lo cual es un hito que no podemos ignorar. Despejado el problema de los residuos, no hay motivo para no apostar por la fusión. 

Nuestras viejas centrales nucleares deberían ser reemplazadas al final de su vida útil por centrales de fusión, en el caso de que dicha tecnología esté disponible. Si no lo estuviera, deberían ser sustituidas por las más avanzadas minicentrales de fisión que están construyendo actualmente países como EEUU, Suiza y otros del norte de Europa. 

En esta importantísima cuestión, los políticos no deberían basar sus decisiones en la ideología, ni escuchar los cantos de sirena de extremistas irracionales o que tienen objetivos espurios. Es necesario escuchar a los mejores técnicos y científicos. La estabilidad del suministro es capital, y el coste de la energía también. Nos va en ello muchísimos empleos.

Si los Suizos, que son los más ecologistas, apuestan por la energía nuclear, no podemos dudar, y mucho menos si la fusión se convierte en una opción real. Nos guste o no, necesitamos la nuclear. No podemos correr el riesgo de tener cortes de suministro, ni pagar la energía aún más cara porque impactaría negativamente en una economía estancada, que diverge de Europa aceleradamente.