En Román Paladino

Sobre el primer libro de don José Ortega y Gasset

La obra de don José Ortega y Gasset supone uno de los intentos más interesantes, incluso de mayor penetración en la realidad sociocultural de su época. Toda la historia de España, que él tan admirablemente conocía, el panorama de aquel tiempo, poniendo a nuestro alcance una mayor perspectiva de futuro, escribía Ortega, que el mundo que se nos venía encima no era mucho de fiar. Esto lo dijo en el primero de sus volúmenes publicados en España, Meditaciones del Quijote (1914). Precisamente en estas mismas páginas, es donde dijo aquello de “yo soy yo y mi circunstancia y sino la salvo  a ella no me salvo yo”.

Se dijo siempre que el autor de Ideas y creencias, otro de sus libros más polémicos y celebrados, estuvo siempre a la altura de los mejores de Europa, que sus frases y pensamientos estuvieron tan a mano de cualquier cita o discurso; comentado por intelectuales de todas partes. José María Alfaro, por ejemplo, dijo en abc que las referencias orteguianas, las frases de don José, aparecen engastadas tanto en los ensayos científicos como en las arengas políticas. Siempre la verdad histórica, la realidad por delante, que refugiese España. Me acuerdo que Gonzalo Torrente Ballester, dijo una vez cuando nos aconsejaba echar un vistazo a Ortega y Gasset: “ahora bien, el odio es un afecto que nos conduce a la aniquilación de los valores”.

Envidias las hubo y muchas. Especialmente sobre el descubrimiento de América y del mundo hispanoamericano. Quizá fuese demasiado para una empresa tan enorme y trascendente. Buenas razones llevaron a Albert Camú cuando no tuvo más remedio que manifestar que “el intenso calor que reinó desde su infancia lo había privado de todo resentimiento”. Pienso que aquellas generaciones habían pensado más cerca de Ortega y Camús: el primero de ellos dijo: Yo diría que el interés dramático es una necesidad psicológica de la novela, nada más, pero claro está, nada menos”. Respecto al novelista francés, tan admirado siempre entre los españoles, podría decirse que su gran amor por María Casares fue toda una gran novela, que él vivió y hubiese escrito de haber dispuesto de mejor salud.

Pero la hegemonía que Alemania ejercía sobre el resto del mundo en aquellos años no obedecía  sólo a la fuerza militar, a su marina de guerra, a su red de bases navales, a la superioridad de sus armamentos, sino a su creencia de que era invencible. Ortega era uno de los hijos más ilustres que nos dio la Historia  y por este punto pudieron romperse algunos de sus pronósticos. Las ciencias y las tecnologías cambiaron sus fines con y  las urgencias que abreviaron los resultados. En 1870 aparece el Impresionismo, la gran rebelión contra las Bastillas pictóricas, contra las tradiciones en las artes y las letras.