Desde Túnez

Poemas de Mahmoud Darwich a los niños de Gaza

Ridha Mami
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La literatura comprometida tiene sus orígenes en las novelas de Victor Hugo, quien hizo del texto literario una herramienta útil para desnudar la realidad y denunciar todo tipo de injusticias, traiciones, ambiciones exageradas, poder y tiranía. Su obra Los miserables examina los valores vigentes en la sociedad francesa del siglo XIX, y hace una meditación sobre la naturaleza humana frente a las adversidades. Años más tarde, el filósofo Jean Paul Sartre transformaría esta tendencia en el concepto de una literatura comprometida, donde todo escritor tiene que ser la auténtica representación de su pueblo, un referente de su tiempo, alguien que debe alzar su voz en nombre de aquellos que no pueden hablar, una persona que sea un líder para hacer resistencia a los juegos de poderes que tanto imperan en el mundo de la política y la vida diaria. En pocas palabras, la literatura comprometida es un cuestionamiento social convertido en obra literaria, es la manifestación verbal y artística del anhelo revolucionario.

Jean Paul Sartre, en su obra Qué es la literatura usó la palabra compromiso de un modo ambiguo. Primero afirmó que: «aunque nos mantuviéramos mudos y quietos como una piedra, nuestra misma abstención sería una acción». Esto va en línea con la idea de la indiferencia como un tipo de compromiso negativo. Pero después aclara que sólo puede comprometerse la literatura que utiliza el lenguaje para “significar” algo. Y describe el oficio del poeta como una operación diferente a significar. Según esta idea, el poeta no trabajaría con signos, sino con cosas.

Por la colonización y la situación caótica que viven los palestinos desde más de setenta años, sobre todo durante los últimos tres meses en la Franja de Gaza donde los niños y niñas se han visto expuestos a situaciones extremadamente difíciles y traumáticas, que han estado marcadas por una destrucción generalizada, ataques constantes, desplazamientos de población y una grave falta de elementos de primera necesidad como alimentos, agua y medicinas, vuelve a sonar el eco de la voz poética de Mahmoud Darwich. Este poeta de orígen palestino se incluye dentro de la literatura comprometida, En sus versos, intenta ahondar en las zonas más recónditas y oscuras de la existencia humana; escarba, araña y abre los ojos ante la realidad más dolorosa de Palestina y de los palestinos. Su poesía es un arma de doble filo: canta a la vida, a la belleza, a la libertad y al amor; a la vez que representa una llama ardiente que transmite su calor rebelde y revolucionario a las almas más dormidas. Su discurso poético nos muestra el camino del encuentro del ser consigo mismo, donde confluyen las emociones más puras, castas y bellas, con la miseria y el vacío que representa la vida humana, así describe nuestro poeta la muerte que deambula por las calles, y a estos seres o cadáveres que resisten al olvido y se graban en el recuerdo y la memoria:

/Cadáveres anónimos.

Ningún olvido los reúne,

Ningún recuerdo los separa...

Olvidados en la hierba invernal

Sobre la vía pública,

Entre dos largos relatos de bravura

Y sufrimiento./

La imagen poética de Mahmoud Darwich tiene gran poder interpretativo de la realidad del ser humano; pero toda interpretación implica al corazón como motor dinámico capaz de suscitar la sensibilidad y la euforia; de este modo, la existencia humana alcanza una cierta sublimación donde se ven exaltadas todas sus cualidades, y donde cada lector sediento de pasión encuentra refugio entre los muros de estos versos. El lector ideal de poesía puede advertir que sus poemas son como suspiros convertidos en cantos, cuyos ecos forman una sinfonía que nos recuerda la tristeza del otoño y la desnudez de la naturaleza, y que el padecimiento no se limita a una circunstancia determinada, sino que forma parte de nuestro ser, pues el dolor alcanza a todas las almas y es común a todos los seres, aquí nuestro poeta expresa su deseo de refugiarse en la infancia para poder imitar a los pájaros y volver al nido que estuvo en la obligación de abandonar :

/He envejecido. Devuélveme las estrellas de la infancia

Para que pueda emprender

Con los pájaros pequeños

El camino de regreso

Al nido donde tú aguardas./

(Traducción Maria Luisa Prieto)

La voz entusiasta del poeta intenta despertar la conciencia de su pueblo, susurrando al oído el verdadero sentido del sacrificio y de la muerte por amor y entrega a la patria. Lleva en su corazón el drama de su pueblo y siente de muy cerca sus sufrimientos: la barbaridad, la opresión y la injusticia que está viviendo. Su poesía y su compromiso nunca son ajenos a la tragedia que está viviendo el pueblo palestino. Su verso se convierte en un arma de lucha que se dirige, con tono colérico, al tirano colonizador para recordarle sus abusos, su crueldad y su despotismo, pues el fuego de la revolución puede estar calmado y tenue, pero nunca del todo apagado y muerto.

/Pasajeros entre palabras fugaces: Vosotros tenéis espadas, nosotros sangre, 

Vosotros tenéis acero y fuego, nosotros carne,

Vosotros tenéis otro tanque, nosotros piedras, 

Vosotros tenéis gases lacrimógenos, nosotros lluvia,

 Pero el cielo y el aire son los mismos para todos. 

Tomad una porción de nuestra sangre y marchaos, 

Entrad a la fiesta, cenad y bailad... Luego marchaos 

para que nosotros cuidemos las rosas de los mártires 

Y vivamos como queramos/.

(Traducción de María Luisa Prieto)

En sus poemas, Mahmoud Darwich parte de una realidad palpable, experimentada y vivida para infundir en sus compatriotas un sentimiento y un comportamiento diferentes de lo habitual, los incita a la rebelión, y con un espíritu altivo y desafiante los muestra y dirige el dedo hacia las adversidades y los obstáculos que se deben superar y vencer, y con un tono colérico, dirige sus palabras al colono insistiendo con la repetición del verbo "marcharse " en el modo imperativo; del mismo modo, el poeta llama a la solidaridad del pueblo palestino e intenta inculcar en él la idea de resistir y de enfrentarse a todo tipo de ataduras, agravios e injusticias, y de no aceptar nunca la humillación, en defensa de la dignidad y del orgullo humanos:

/Pasajeros entre palabras fugaces: Es hora de que os marchéis.

 Asentaos donde queráis, pero no entre nosotros. 

Es hora de que os marchéis A morir donde queráis, pero no entre nosotros 

Porque tenemos trabajo en nuestra tierra 

Y aquí tenemos el pasado, La voz inicial de la vida, 

Y tenemos el presente y el futuro, Aquí tenemos esta vida y la otra. 

Marchaos de nuestra tierra, de nuestro suelo, de nuestro mar, de nuestro trigo, de nuestra sal, de nuestras heridas, de todo... 

marchaos de los recuerdos de la memoria, Pasajeros entre palabras fugaces./

(Traducción María Luisa Prieto).