Sencillamente irresistibles

Persiguiendo al algoritmo

Cierto que Colón arribó a América con sus tres carabelas. Pero tan excelsa gesta se ve ahora ensombrecida al compararla con otra cuya autora es una “descubridora” mucho más atrevida, visionaria, osada, adelantada, increíble, primorosamente vestida y con una gran nariz para los descubrimientos. 

Una descubridora pues llamada Yolanda Díaz, capaz ella sola, aun en sus momentos más bajos (tras haber sido repudiada e ignorada al máximo por sus paisanos gallegos) de subirse al Falcón y llegar a Washington y a una conclusión por encima de cualquier lenguaje algorítmico o herramienta didáctica, reunida con la secretaria de Trabajo de Estados Unidos Julie Su: “Los algoritmos no andan solos por la calle” afirma y añade “Los algoritmos y las fórmulas matemáticas no son libres".

¡Qué agudeza! ¡Qué inteligencia!, ¡Qué preparación tiene Doña Díaz! 

De estas afirmaciones se deduce que los algoritmos han sido descubiertos, así que deberán andarse con cuidado porque ella les vigila muy de cerca, y nos abre los ojos añadiendo: “Los algoritmos no son neutros, tienen sesgos, como el racismo o el machismo. Por esto, desde los poderes públicos tenemos la responsabilidad de garantizar que la transición digital beneficie a las mayorías sociales”.

Es buena, pero buena buenísima doña Yoli. Hay que pellizcarse para ser conscientes de nuestra suerte con semejante joya de vicepresidenta, que de un plumazo deja aparcado su plan de viajar a Palestina para condenar la "barbarie" y exigir un alto el fuego inmediato denunciando los "crímenes de guerra" cometidos por Israel y se va a “cazar” algoritmos, aún a sabiendas que no les va a pillar por la calle llegando a casa solos y borrachos porque hay que insistir en su tesis “Los algoritmos no andan solos por la calle”

Es buena, virtuosa, pero muy virtuosa y muy natural Doña Yoly, por eso detesta la inteligencia artificial y se siente Agustina de Aragón en su lucha por evitar la injusticia, venga del país que venga, y en poner en su sitio a los poderosos que desean controlar dicha inteligencia algorítmica…

¿Y quiénes son las mayorías sociales? ¿Los votantes de Sumar?, seguro que en cualquier momento nos lo explica maravillosamente la vicepresi e incluso nos cuenta cómo son esos algoritmos que la impulsan a coger sus modelitos, hacer la maleta y perseguirles dejando con la boca abierta a quien se la ponga por delante hasta en el Pentágono si hace falta. 

De momento se encuentra muy ocupada tras hacerse las Américas, alabando al presidente Sánchez por haber sido rotundo con el  presunto caso de corrupción de Koldo García, el antiguo asesor del ex ministro José Luis Ábalos. 

¿Y si... es un “poner” como dicen en Andalucía, hablando de Abalos, fuera todo lo de su expulsión una farsa?

Puro teatro lo del grupo mixto, solo un guión para también presuntamente “salir del trance”, o sea, un “Te vas al grupo mixto haciéndote el dolido, el solitario, el abandonado, el rebelde. Todo el mundo pensara que vas a delatar, que vas a hablar mal, qué vas a soltar veneno, a tirar de la manta. Pero tú dirás que no hay manta, que somos virtuosos a rabiar, que hicimos en todo momento lo que teníamos que hacer etc. etc. Y te creerán si aun suponiendo que te expresas desde la frustración y haciendo pucheros, hablas bien de tu amado Partido. Después se habrá acabado la travesía del desierto y ya veremos cómo lo arreglamos. El que cree en Mi, vera la vida eterna”

Esta consideración de bondad suprema, como la de Doña Díaz, se puede apoyar en la sobreactuación de algunos miembros y “miembras” del gobierno, que más que un gobierno es un enorme pulpo con tentáculos furiosos que se adhieren a todo lo que difiere de ellos para llevárselo a lo más profundo del abismo. Y en que en ningún momento los susodichos ni su gran jefe se han mostrado preocupados ahora, cuando tan necesarios son los diputados para la legislatura, por perder uno en el Mixto…¿será que no lo pierden?

Respecto a la corrupción que nos asola y arrasa a lo “Tito Berni” puede pasar cualquier cosa, estallar cualquier bomba fétida. 

¡Menos mal que aunque defectuosas, tenemos millones de mascarillas para difuminar el hedor de tanta podredumbre.