Con todo respeto

La paz, un recurso muy escaso

Gloria Nistal
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A comienzos del presente mes de octubre me llevaba una gran alegría, como embajadora de la paz y como mujer, al conocer que Narges Mohammadi, activista iraní por los derechos humanos en general, y por los derechos de las mujeres iraníes en particular, había sido galardonada con el premio nobel de la Paz.  

Mi alegría por la noticia fue importante porque tengo una especial empatía por esas mujeres que como en Afganistán están sufriendo de manera indecible y constante al no ser consideradas seres con plenos derechos, como el de opinar, trabajar, tener una cuenta bancaria personal, conducir o salir a la calle solas, o como en Irán donde las mujeres no tienen el derecho a salir a la calle sin velo… 

La premio nobel de la paz de 2023, Narges Safie Mohammadi fue condenada por primera vez en 1998 y pasó un año en prisión por sus críticas al gobierno de los ayatollah. En 2010 fue de nuevo encarcelada y estuvo un mes en prisión; desde entonces, durante años fue detenida en varias ocasiones. Finalmente en 2015 fue condenada a diez años por liderar la lucha contra la pena de muerte. Cumplió condena de cuatro años y fue liberada en 2020 cuando contrajo COVID. De nuevo enviada a prisión en 2021 por su lucha contra la opresión de la mujer en Irán, recibió la noticia del premio nobel estando en prisión.  

Para mí no era la primera noticia sobre mujeres iraníes en prisión por defender el  derecho a pensar diferente, a creer diferente o a rebelarse contra el hijab, el obligatorio velo que deben llevar todas las mujeres en Irán. Estaba yo casualmente en Teherán el 13 de septiembre de 2022, día en que encarcelaron por no llevar velo a Mahsa Amini, que falleció tres días después como consecuencia de las palizas que le dieron en comisaría.      

En 2021 la comunidad bahá’i en España, en mi calidad de secretaria del PEN club español, me pidió que presentara el admirable libro Poemas enjaulados de la iraní Mahvash Sábet. Ella había cumplido una condena de diez años por tener una religión diferente a la musulmana. Fue liberada en 2020 y me congratulaba en su presentación de que ya no estuviera en la cárcel, de que finalmente fuera una persona libre. No duró mucho mi alegría al saber que en 2022, había sido encerrada de nuevo. Mahvash comparte actualmente prisión con Narges Mohammadi, la premio nobel de este año, en la terrible cárcel de Evin.

Conocí la noticia de ese premio cuando viajaba con unos amigos el día 6 de octubre para participar como invitada a recitar en un festival por la paz en Sierra de fuentes, un encantador pueblecito de Extremadura de unos dos mil habitantes, que lleva ya cuatro exitosas ediciones de ese festival que aúna poesía y música. Nos parecía que era una magnífica señal y así lo hicimos saber al auditorio en el momento de nuestra intervención. 

Ese mismo día del festival por la paz, sin embargo, recibimos la terrible noticia, el mazazo de los bombardeos sorpresivos de Hamas hacia Israel. Y desde ahí hasta hoy, menos de diez después, la enorme escalada de violencia, el reabrirse las heridas que se hicieron en 1948 por un diseño de despachos que vaticinaba un callejón sin salida. Esas heridas nunca terminan de cicatrizar, se reabren de tanto en tanto y en los últimos diez días han alcanzado unas cotas de escándalo: decenas de secuestrados;  más de 2000 vidas humanas perdidas; casi siete mil heridos; decenas de miles de desplazados…

Es cierto que todo país tiene derecho a defenderse de los ataques a sus ciudadanos, sin duda es legítima la defensa, pero hay también un límite humanitario que respetar cuando se diseña un plan de represalias. Es una cuestión de límites. El ojo por ojo, diente por diente se está convirtiendo en un “como mínimo 100 ojos por ojo, 100 dientes por diente” 

Este es un tema muy complejo y esto no son más que unas notas para la reflexión: ¿Es lícito dejar sin agua y sin electricidad a toda una región porque es del país “enemigo”? ¿Es lícito apoyar la estrategia militar actual de tabla rasa a un país por parte de un partido, que ha actuado desde hace años de forma despiadada con los habitantes de los territorios ocupados, en aras de recuperar a los civiles israelíes secuestrados? ¿Se debe tener como objetivo acabar con un grupo terrorista cueste lo que cueste, sin restricción alguna, aunque ello conlleve el obligar a desplazar a un millón de personas de un país de dos millones y acabar con la vida del otro millón si se niegan a abandonar sus hogares? ¿Es lícito entrar con tanques y tener como único objetivo peinar un país, dejarlo en ruinas hasta que no quede un solo terrorista vivo y que todas las otras muertes de civiles sean sólo daños colaterales?

Cuántos esfuerzos, cuántos sacrificios y trabajos para conseguir la paz y qué fácilmente podemos acabar con ella. Sin duda la paz es uno de los bienes, uno de los recursos más escasos.