Desde el otro lado

El paseo de la virgen

En las naciones latinoamericanas el sincretismo religioso es parte esencial de nuestra cultura. 

El Papa Alejandro VI en 1493, apenas un año después del descubrimiento de América, mediante la bula Breve Inter caetera otorgó a los Reyes Católicos (Isabel de Castilla y Fernando de Aragón), la autorización y facultades necesarias para evangelizar a los habitantes de las tierras descubiertas por Cristóbal Colón. 

Precisamente en la Española inició esa enseñanza de la religión católica en los nuevos territorios descubiertos con la llegada de los principales frailes de las llamadas órdenes mendicantes (franciscanos, dominicos, carmelitas y agustinos). La religión católica fue un elemento clave en la expansión del Imperio español.

La virgen, Nuestra Señora de la Altagracia, es considerada como la protectora del pueblo dominicano. La devoción a la virgen viene desde el 12 de mayo de 1502 cuando su efigie arribó a la parroquia de Higüey, proveniente de Plasencia, Extremadura, España, de donde eran oriundo los hermanos Trejo, Alonso y Antonio, quienes la transportaron a la isla.

El lienzo de la virgen está enmarcado con un marco de oro, piedras preciosas y esmaltes.

Pero no fue hasta 1691 que tomó carácter nacional al escenificarse la Batalla de Sabana Real de la Limonade. En este enfrentamiento bélico terrestre y naval, librado el 21 de enero de 1691, para desalojar de la isla Española a los franceses que habían invadido la ciudad de Santiago de los Caballeros, se cuenta que los lanceros de Higüey salieron ilesos del combate por la aparición y protección de la virgen de Altagracia.

La Virgen de la Altagracia ha sido coronada en dos oportunidades por dos sumo pontífices. 

La primera vez, el 15 de agosto de 1922, fue coronada por encargo del Papa Pío XI, se realizó el acto aún con la ocupación norteamericana en el país. Se construyó un altar en la Puerta del Conde donde se colocó el retrato de la virgen traído desde el antiguo santuario de Higüey a la capital.

Mientras la segunda vez fue coronada por el Papa San Juan Pablo II durante su viaje apostólico a la República Dominicana, cuando visitó la Basílica de la Altagracia, ubicada en Higüey, en 1979.

La actual basílica fue inaugurada por el presidente Joaquín Balaguer el 21 de enero de 1971, fecha en que la imagen fue colocada en la nueva edificación.

En la madrugada del día 17 de julio de 1971 el cuadro de la virgen fue robado de la basílica. Cuando el sacristán Joaquín Soto, se percató de la ausencia del cuadro corrió a comunicarle el hecho al obispo de la diócesis, monseñor Juan Félix Pepén y luego empezó a repiquetear las campanas en señal de que algo había sucedido. Cientos de habitantes de la ciudad de Higüey acudieron a la basílica a ver qué pasaba y ahí se enteraron del hurto de la imagen sagrada.

El mismo presidente de la República Dominicana ordenó una investigación al más alto nivel, encargando al jefe de la Policía  Nacional, general Enrique Pérez y Pérez, pues toda la nación estaba conmovida con la noticia. 

La efigie fue encontrada horas después en Villa Pereira, La Romana, y la trasladaron a la catedral en Santo Domingo, donde se oficiaron misas de agradecimiento por su recuperación. 

Luego la imagen fue llevada a la Policía Nacional donde el presidente de la República, Joaquin Balaguer, le entregó el cuadro al nuncio apostólico, Mons. Luciano Storero, en presencia del arzobispo de Santo Domingo, Mons. Octavio Antonio Beras,  la cúpula eclesiástica y  Julio E. de la Rocha Báez, presidente de la Sociedad de Fervorosos de Nuestra Señora de la Altagracia .

El primer detenido para ser investigado por el hecho fue el exsacerdote Zenón Castillo de Aza, pero fue libertado a las pocas horas.

Años después, en el 1994, me correspondió sustituir a Castillo de Aza como secretario del Banco Central de la República Dominicana y en unas de nuestras conversaciones me aseveró que esa situación se produjo porque él era muy cercano al general Elías Wessin y Wessin, quien en esos días había sido acusado por el mismo presidente de promover un golpe de Estado. “No tuve nada que ver con ese hecho y fue el mismo presidente Balaguer quien ordenó que me soltaran”.

A pocos días del robo fueron detenidos Enrique Paulino Cueto y Juan Bautista Silvestre, quienes admitieron el hecho y explicaron aspiraban recibir un rescate de cinco mil pesos. La Policía informó haber localizado la imagen enterrada en el patio de Paulino Cueto, quien había declarado que él era de religión protestante y no creía en los milagros de la Virgen de la Altagracia. ¨Surrealismo insular¨.

Luego de esa situación la virgen nunca más salió a pasear, manteniéndose gloriosa en su altar.