A Volapié

De nuevo, el conflicto Palestino

Alfonso DV
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Nuevamente y por desgracia el conflicto Palestino vuelve a ser de actualidad. El origen está en la duplicidad y amoralidad de la política de Gran Bretaña (GB) durante la primera guerra mundial. Recordemos a este respecto el famoso dicho de Disraelí, “Inglaterra no tiene enemigos ni amigos permanentes sino intereses permanentes”. En el marco de la I guerra mundial, GB favoreció dos  nacionalismos al mismo tiempo, el Árabe, con el fin de debilitar a los Otomanos, y el Judío. Alentaron las ambiciones de ambos pueblos sobre el mismo territorio, Palestina, con consecuencias funestas que duran hasta hoy. 

En 1917 mediante la declaración Balfour, el gobierno Británico apoyó públicamente la creación de un hogar nacional para el pueblo Judío en Palestina. Mientras tanto mediante el compromiso McMahon prometían a Husaín, emir y jerife de la Meca, apoyo para que los Árabes se independizaran del poder Otomano. Sin embargo, cuando llegó la hora de la verdad, Siria y Líbano cayeron en manos de Francia mientras que Palestina, Transjordania e Irak acabaron en el zurrón de GB.  

La ola antisemita que recorrió Europa durante la segunda mitad del siglo XIX llevó a Theodor Herzl a promover el Sionismo, un movimiento nacionalista que defendía la creación de un estado Judío en la antigua tierra de Israel. El crecimiento del Sionismo y la catástrofe del Holocausto Nazi impulsaron durante los años 30 y 40 el flujo de inmigrantes Judíos a Palestina aumentando el recelo de la población Árabe Palestina. 

Los Árabes, traicionados por GB y desplazados por los Judíos, optaron por el terrorismo recibiendo la misma moneda a cambio. Hacia el final de la segunda guerra mundial Palestina ya era pues un avispero donde el terrorismo estaba a la orden del día. En 1947 los Británicos evacuaron Palestina e inmediatamente los judíos proclamaron el estado de Israel. Al poco, en 1948, empezaba la primera guerra Árabe-Israelí. A esta le han seguido varias más, las intifadas y el terrorismo recurrente.

Obviamente los Judíos, siendo entonces una minoría, tienen su parte de culpa al crear el estado de Israel en Palestina de forma unilateral por más que la resolución 181 de la ONU hablara de un estado para cada pueblo. Esta resolución, muy mal diseñada, fue rechazada por los Árabes e inicialmente también por el Sionismo. La construcción de asentamientos en territorios ocupados es otra crítica que se les puede hacer así como en ocasiones haber causado matanzas de civiles como la de Sabra y Shatila. En su debe tienen también la proclamación de Jerusalén como capital del estado de Israel y ciudad entera y unificada sin tener en cuenta los derechos Palestinos.

Los Palestinos cargan con su parte de culpa al haber escogido el terrorismo y la guerra como instrumento para conseguir sus objetivos. Han dejado que Hamás, un grupo terrorista fundamentalista, se haga con el control de Gaza siendo su objetivo la destrucción del estado de Israel. 

Desde mi punto de vista la visión maniqueista actual, generalmente progresista, que predomina en Occidente mediante la cual Israel es un estado genocida no es acertada a la luz de lo expuesto anteriormente. El terrorismo no es aceptable en ningún caso. No está justificado el asesinato indiscriminado de civiles por ninguna de las partes. Dicho esto, creo firmemente que el agredido tiene derecho a defenderse y este es el caso de Israel actualmente. A día de hoy el culpable y el que debe ser condenado en primer lugar es Hamás. 

No hay blanco y negro en este asunto, solo grises y la realidad es que ambos pueblos tienen derecho a vivir en paz y seguridad en aquella tierra. Están condenados a entenderse. Los Palestinos no pueden esperar que después de 90 años los Judíos se vayan de Israel a no se sabe donde. 

El estado de Israel ha venido para quedarse. De la misma manera los palestinos tienen derecho a un estado viable. Los Judíos también tienen que ceder en temas como los asentamientos y Jerusalén ya que un win-loss garantiza el ciclo interminable de la sangre. En cualquier caso, es imprescindible que termine el terrorismo de Hamás y de Hizbulá para que la paz tenga una oportunidad en aquellas tierras. 

En el caso de Gaza, nada puede lograrse mientras a los palestinos les representen y defiendan terroristas como Hamás. Es destacable que no hay violencia criminal entre Cisjordania e Israel mientras que si la hay entre Gaza e Israel. En la primera gobierna la ANP, autoridad que acepta el estado de Israel y que rechaza el uso de la violencia como instrumento. 

La reacción de la sesgada izquierda Española a los recientes atentados es repugnante. Criticar a Israel y tacharlo de genocida y no decir nada de los 1200 asesinados por los terroristas Islámicos, entre ellos ancianos y bebés, es criminal. La reacción Israelí es consecuencia de un acto de terrorismo monstruoso. Dicho esto, tampoco Israel debería matar civiles indiscriminadamente, cosa que se complica a veces cuando cobardemente Hamás usa a los civiles de Gaza como escudos humanos. Con amigos así no hacen falta enemigos. El principal enemigo y opresor de los Gazatíes se llama Hamás. 

No tomo partido personalmente por ninguna de las partes. Me gustaría que hubiera paz para ambas comunidades y tengo claro que sin cesiones sinceras por ambas partes esto no es posible. También sé que Israel es una democracia y que Hamás es un grupo terrorista. No hay comparación posible.  

Hace tiempo leí que Hamás tiene como objetivo, además de la destrucción del estado de Israel, la recuperación de Al Andalus. Israel es por lo tanto la primera trinchera de Occidente y de España. Si la paz no fuera posible, ojalá si, si tuviera que haber un vencido y un vencedor, nos conviene que sea Israel. Recordémoslo.