Símbolos sin tiempo

¡Nuevas profecías!

Todo empezó en la Galicia más profunda el mismo día en que me di un baño matutino donde el río Asneiro desemboca en el Deza y ya juntas sus aguas discurren hacia el Ulla. Allí es donde comencé a sentir las habilidades adivinatorias que me anunció años antes una meiga de Carboeiro (Pontevedra) que fue pariente lejana de la famosa bruja de Espadañedo, en la provincia de Zamora. Por eso, aun a riesgo de equivocarme, voy a adelantar en este texto algunas de mis predicciones. Serán las noticias que a buen seguro saldrán publicadas después de que se hayan celebrado las próximas elecciones en la Comunidad Autónoma de Cataluña. 

Carles Puigdemont va a ser otra vez "President de la Generalitat de Catalunya”. No lo duden. Y lo escribo en catalán porque el “molt honorable president” (todavía no elegido) desearía que lo escriba con su idioma, y así cumplo con un deseo menor que, al fin y al cabo, no tiene demasiada importancia y mucho menos para alguien como yo que ha vivido durante más de un año en la provincia de Tarragona.

Sánchez nos ha acostumbrado a que las cosas que exige Carles Puigdemont se cumplan al pie de la letra. Porque al Catalán no le sirven las meras aproximaciones y ya lo demostró cuando todo el grupo de Junts, en el Congreso de los Diputados de España, dejó colgada la Ley de Amnistía en el primer intento de votación. Con Puigdemont no se juega. Eso está muy claro y lo seguiremos teniendo así de claro hasta que Cataluña se independice. Sánchez sabe que aceptando las espinosas apuestas de Puigdemont se saldrá con la suya y podrá - de momento - seguir siendo Presidente del Gobierno de esta España que se está ensombreciendo. Pero el problema de España no en precisamente Puigdemont, el problema de España es Sánchez y su multitudinario y ridículo Consejo de Ministros, que para seguir en sus poltronas hacen todo lo que sea necesario: suprimen leyes, mienten, se rodean de bravucones de poca monta, suprimen delitos, aprueban otras leyes y, sobre todo, se bajan los pantalones ante las insinuaciones de un catalán que es de derechas.  

Carles Puigdemont va a ser otra vez más President de la Generalitat y Sánchez va a facilitarle su feliz legislatura. El Partido Socialista Catalán lo va a apoyar, y así el remozado “President” podrá explayarse y acometer cientos de proyectos que ensanchen los horizontes catalanes para que cuando llegue por fin la independencia estén trazadas las bases fundamentales de una República Catalana lista para desembarcar por la puerta grande de la Europa Comunitaria. España, esa España de Sánchez, también lo apoyará, naturalmente.  

El molt honorable President de la Generalitat tendrá, en principio, que remar en el Parlament y salvar las dificultades que puedan plantearle los de Esquerra Republicana de Catalunya. Esos sí que le van a incomodar más de la cuenta, porque Pere Aragonés (ese que lleva por apellido el gentilicio de una región tan española) tendrá que purgar o expiar las culpas por haberse apresurado a convocar elecciones y perderlas. Porque el PSC será el nuevo apoyo del flamante President de la Generalitat de Catalunya.

La España que está haciendo Sánchez es una España preocupante y desmantelada que se frunce en los fríos invernales de los países que avanzan por sendas embarradas. Tenemos predicciones y, de momento, tenemos a un Presidente de Gobierno que no hace nada por cambiar esos ritmos desbocados que avanzan hacia un hondo precipicio.

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