Sencillamente irresistibles

Con mantilla y peleadora

Cuatrocientos cincuenta metros de vivienda no son muchos cuando la familia que los habita se compone de tres miembros, más servicio.

Y se contabilizan como menos metros útiles aun, si una de las personas que los habita tiene un vestidor que alberga cientos de trajes, pantalones, vestidos e incluso disfraces para cuando acude al Vaticano a visitar a Francisco, el Ponti&Comu para los amigos de la saga soviet, que se interesa por si Doña Tucán, adornada con la mantilla y el faldón que viste en sus “Papisteos”, “¿sigue tan peleadora como siempre?”.

Y si, debe seguir peleadora o más bien “rompedora”, porque ¡contentas tiene a las podemitas Belarra y Montero!  Ha dejado a las dos huerfanitas “planchadas”, aunque era de esperar dado lo que disfruta planchando y desministeriando. Este quehacer es nuevo ya que se sepa lo añadió recientemente a los que sí están acuñados desde antaño (sirvió copas, limpió casas y montó un bufete

Además acaba de divorciarse, “En muy buena armonía”, según dice, y cómo su ex es delineante, sigue mucho “la línea” y va por su Ferrol del alma, presuntamente encantado de tenerla lejos, sin andarse por las ramas, tras haberla “disfrutado a tope” veinte años.

Parece la letra del tango, ese para el que “veinte años no es nada”. Pero en este caso ha sido un ¡No puedo más, guapa, eres muy tocona, muy manoseadora, muy nerviosa, muy le pongo la mano encima  a cualquiera, hasta a la mismísima Letizia, y más papista que el papa! (Cuidado Santidad, tanta visita puede no ser desinteresada y a lo mejor ya le ha echado la vista a San Pedro, que tiene un tamaño muy adecuado a sus expectativas habitacionales. Y en Roma SI hay mar, que esa es otra cosa que la tiene destruida: “Háblame del mar, marinero, cantaba Pepa Flores, dicen que hay toros azules en la primavera del mar. El sol es el caporal y las mantillas las nubes

Y usted, doña Yolanda, con la mantilla y las hopalandas, se sube al Falcón  como su socio&jefe, que el que a los suyos se parece, honra merece, y no solo todos los caminos, sino todas las nubes conducen a Roma. 

Cuatrocientos cincuenta metros decididamente no son bastantes,  ya que su hija Carmeliña vive con usted “Me enseña muchas cosas, es una niña súper moderna y aprendo de ella a tope», declaró en una entrevista. 

Y comprendimos!, se hizo la luz, la vicepresidenta Yolanda (una de las tropecientas que tenemos), la peor elección, la más grande metedura de pata de Pablo Iglesias cuando la dejo de sucesora –Tal como afirma Monedero, que al parecer anda un “pelín” molesto con sus correligionarios-  habla como habla, dice lo que dice (incluyendo viajes en cohete, o la matria y un largo etc, balbucea lo que nadie entiende, se pierde en andaduras imposibles, porque cuánto sabe lo aprende de su pequeña niñita, que es una sabia. De hecho, los niños de Madrid se Suman a las preocupaciones de Yolanda Diaz, ya que ignoran lo que es el horizonte. “Solo lo saben los que viven en el mar, porque lo ven. Me di cuenta cuando mi hija vino a Madrid y hablaba a sus compañeras.”

Un prodigioso descubrimiento como el de que cuatrocientos cincuenta metros sin mar  son metros vacíos, metros sin horizonte, metros en soledad, metros cursis de una vivienda que todos pagamos para que su “okupa” se apague, a pesar de la despedida de Francisco:

¡Dios la bendiga, siga adelante y no afloje!

Pero quizás (nos queda un resquicio de esperanza) el Pontifica tras soportar su larguísima y repetida visita, utilizó este adiós para decirla que se vaya sin aflojar, o sea, que no pierda ni un minuto en hacerlo. 

Y con bendiciones, que mucha falta deben hacerla cuando lo dice el Papa, que es infalible.