A Volapié

Lecciones suizas

Suiza se caracteriza por ser una de las naciones más prósperas del mundo y por tener unas instituciones democráticas de gran calidad, superando a España por mucho. Desde hace ya algunos años nuestro país diverge de la media de la UE en materia económica, social y política. Si nos comparamos con Suiza, la situación es mucho peor. 

A pesar de las diferencias históricas, políticas, geográficas y socioculturales, creo que podemos obtener valiosas lecciones aplicables a España.

Vamos a tratar de ver qué podemos aprender del éxito Suizo:

Lo primero es ver en qué situación se encuentran ambos países en la actualidad. Como vamos a ver, España no sale bien parada tras casi dos décadas aplicando recetas de corte estatista y contrarias a la libertad económica.

Tabla de Alfonso de Valdivia nutrida con datos sacados de Datosmacro
Tabla de Alfonso de Valdivia nutrida con datos sacados de Datosmacro

El PIB per cápita de España apenas representa un tercio del de Suiza y está un 29% por debajo de la media de la UE. Nuestro paro es inaceptable y tanto el déficit como la deuda pública y la inflación son excesivos. No es casualidad que estos malos resultados vengan acompañados de un enorme gasto público y de una elevada presión fiscal.

Es sabido que hay una correlación inversa entre un elevado gasto público (superior al 35% del PIB) combinado con una fuerte presión fiscal versus la renta y el desempleo. Detraer recursos del sector privado para emplearlos en el sector público, aumentando con ello el endeudamiento hasta niveles insostenibles, es siempre una mala idea. Esto es el famoso “efecto expulsión o crowding out”, es decir la expulsión del sector privado en favor de lo público.   

Hay otras muchas variables que podría enumerar y en la mayoría salimos perdiendo, esta es nuestra realidad. Por eso Suiza tiene el máximo rating de solvencia, AAA, mientras que nosotros tenemos un modesto Baa1 con perspectiva negativa. 

La cuestión es; ¿qué ha llevado a Suiza a tener tanto éxito?

En primer lugar es importante señalar su raíz Calvinista que hace que los suizos vean el capitalismo como un bien, al contrario que los países del sur de Europa de raíz Católica, que se han tornado cada vez más anticapitalistas y estatistas. El por qué es un tema complejo que da para otro artículo. 

En segundo lugar, es destacable que Suiza figura en primera posición en el ranking mundial de libertad económica mientras que España está entre los últimos de la OCDE. Mayor libertad económica genera más inversión y más empleo y como consecuencia una mayor riqueza y menos desigualdad.

En tercer lugar, es notable la posición de Suiza en el ranking de corrupción mundial. Se encuentra en la séptima posición, es decir está en el top ten de los países menos corruptos. España en cambio está tristemente en la posición trigésimoquinta. Esto se explica en gran parte por el excesivo peso del estado. Más estado, más intervencionismo y más burocracia implican más corrupción, razones socioculturales aparte.

En cuarto lugar tenemos la innovación, tan necesaria para poder producir servicios y bienes de mayor valor añadido y aumentar la productividad y por lo tanto la riqueza y los sueldos. El país Alpino está en primer lugar en este ranking mientras que España está en una mediocre vigesimoctava posición. 

En quinto lugar hay que mencionar la competitividad. Suiza figura en quinta posición y España en una triste vigesimotercera. La competitividad es la consecuencia de la combinación de todo lo comentado anteriormente así como de la calidad y capacidad del capital humano. 

En sexto lugar conviene mencionar el capital humano, lo cual nos lleva a la calidad de la educación. Los Suizos figuran en dicho ranking en el tercer lugar mientras que España está en la posición cuadragésimo cuarta. En el programa PISA de la OCDE nuestros estudiantes llevan años apareciendo en las últimas posiciones del ranking. La formación del capital humano es fundamental en el mundo moderno de enorme competencia internacional. Una educación secundaria y universitaria exigente y competitiva es imperativa. El amargo fruto del fracaso de las políticas educativas es un paro juvenil enorme y la baja productividad que lastra el crecimiento de la economía Española y que explica por qué los sueldos son bajos.

En séptimo lugar, hay que hablar de las relaciones laborales. Los sindicatos Suizos son mucho menos radicales que los que tenemos en España o Francia. Las relaciones entre sindicatos y patronales son generalmente fluidas desde la firma de las primeras convenciones llamadas “La Paz del Trabajo” allá por 1937. Las huelgas son escasas pues ambas partes optan por la conciliación mediante concesiones mutuas. El gobierno Suizo no tiene tendencia a imponerse unilateralmente a las patronales como sucede en España. 

En octavo lugar vemos que en Suiza el sector público juega un papel mucho más modesto, y no es por la falta de servicios públicos esenciales. El estado gasta 15 puntos de PIB menos comparado con España. Gracias a esto las cuentas públicas generan superávit y el stock de deuda pública es muy modesto. La segunda derivada es que la presión fiscal es mucho más baja lo cual afecta positivamente a la renta disponible de los ciudadanos, a su capacidad de consumo, ahorro e inversión.

En noveno lugar debo mencionar la calidad de las instituciones democráticas Suizas. Gozan de una democracia directa de manera que el ciudadano tiene mucho peso en la toma de decisiones, tanto a nivel estatal como local. Se les convoca a las urnas al menos cuatro veces al año para decidir sobre cuestiones prácticas. Los políticos, menos ideologizados, tienen un componente gestor elevado, el poder está muy descentralizado, aunque no por ello se pone en cuestión la soberanía nacional. Las diferentes lenguas no son un factor de desunión y es destacable que hay competencia fiscal entre los cantones. 

Estas son algunas de las palancas del éxito Suizo y de todas ellas podemos y debemos aprender.  

En España, desde la llegada del Sr. R. Zapatero al poder, se han aplicado políticas contrarias a todo lo señalado anteriormente. Se ha apostado por reducir la libertad económica y oprimir al sector privado con un exceso de intervencionismo, burocracia, cotizaciones e impuestos. Se está dedicando un enorme caudal de recursos al sector público en detrimento del sector privado, siendo este último más productivo, eficaz y eficiente. 

En vez de un modelo que prime la generación de riqueza, tenemos un modelo estatista que parte de premisas falsas como que la riqueza es finita y que no puede crearse y debe por lo tanto repartirse o que la economía es un juego de suma cero o que por definición el empresario es un explotador y un enemigo de la sociedad. El fruto de las políticas en materia de educación es pésimo con graves consecuencias económicas y sociales en el medio y largo plazo.

El resultado de todo esto es; i) un tremendo desempleo crónico, ii) la insuficiente capacitación de nuestro capital humano, iii) una productividad estancada, iv) una renta per cápita mediocre que diverge de la media de la UE, v) la destrucción del tejido industrial y la concentración en servicios de bajo valor añadido, vi) un 20% de la población en riesgo de pobreza (el récord de pobreza infantil de la UE tras Rumanía), vii) la insostenibilidad de las pensiones y viii) un sector público sobredimensionado, ineficaz, ineficiente y sobreendeudado.

Esto no sucede en Suiza porque han puesto en pie un marco legal y fiscal pro-mercado, protector de la libertad económica y de la inversión privada y con una moderada presión fiscal. También es importante que el sector público y la burocracia no sean excesivos, no generen déficits ni deudas impagables y no pretendan sustituir al sector privado. Saben que para ser competitivos se necesita la excelencia en la formación del capital humano y la inversión en innovación. Todo esto se traduce en una mejora constante de la productividad. 

Creo que del análisis del modelo suizo se pueden extraer valiosas lecciones que bien aplicadas y adaptadas al contexto español podrían ayudarnos a revertir la tendencia negativa en la que nos hallamos. Aún estamos a tiempo de cambiar las cosas aunque cuanto más esperemos para invertir el rumbo, más tiempo llevará y más dolorosa será la terapia.