ARS GRATIA ARTIS

Existencias solitarias

La composición Eleanor Rigby incluida en el álbum Revolver (The Beatles, 1966), se inspira en la existencia anónima y solitaria de una mujer que recogía arroz en la puerta de una iglesia después de una boda. Con ese nombre Lennon y Mc Cartney convirtieron en inmortal a la desconocida y menesterosa dama inglesa y en torno a su misteriosa historia se han tejido singulares relatos que han contribuido a engrandecer, aún más el mensaje que conlleva la letra de la canción que ofrece un relato directo, sencillo y empático. El argumento evidencia un sentimiento de delicado respeto a las personas mayores desasistidas simbolizadas en la figura de Eleanor Rigby. Los autores aluden a las carencias materiales, hablan de la soledad, la indiferencia o el abandono; toda una novedad en las melodías de aquellos años sesenta que salvo excepciones, tendían a expresar en sus letras contenidos superficiales. Por el contrario, esta canción proponía una mirada diferente a todas aquellas situaciones que en su certeza parecían poco propicias para que se las incluyese como fondo. Acompañada la letra por una música innovadora que introducía, entre otras aportaciones la cuerda así como ciertas influencias de la música clásica, supuso como igualmente sucedió con otras producciones de The Beatles, un cambio que traía consigo drásticas y complejas contribuciones al mundo musical; contenidos imaginativos fruto de la experiencia, del momento vivido, de la casualidad o de un sentimiento, se trasladaban al público de una manera natural y espontánea; y con esa transparencia y frescura, sin marchitarse sigue y sigue sonando Eleanor Rigby. Desde las primeras palabras de la canción:“¡Ah! Mira a las personas solitarias” (Ah! Look at all the lonely people), ¿de dónde vienen?, ¿de dónde pertenecen?, los autores van desgranando preguntas, insinuando las circunstancias de una mujer de la que poco se sabía entonces; o era una invención o bien Mc Cartney, quien tuvo la iniciativa de esta creación, se inspiró en alguien real. Se barajaron varias hipótesis que han pervivido entrecruzadas; se dijo que el nombre provenía de Eleanor Bron, entonces una joven actriz que participó con el grupo, en la película “Help” (1965) o que para el apellido se tuvo en cuenta y fue sugerente el nombre de la empresa de Bristol “Rigby&Evans&Spirit Shippers”. Otra posibilidad podía ser la existencia de una lápida en el cementerio de Woolton en Liverpool, próximo a la iglesia de Saint Peter, y que llevaba ese nombre grabado: “Eleanor Rigby, la amada esposa de Thomas Wood”. En los comienzos de su amistad Lennon y Mc Cartney frecuentaban un lugar por esas cercanías y es posible que la inscripción quedase grabada en sus mentes.

Para mayor engrandecimiento de la leyenda, Liverpool cuenta desde 1982 con una escultura dedicada a la enigmática dama situada cerca de The Cavern, en Stanley St. El cantante actor y escultor Tommy Steele (Londres 1936) quiso rendir homenaje a The Beatles, también a la ciudad y a las existencias solitarias. En 1981 ideó una figura femenina en bronce de 128x120x96, que representa sentada en un banco callejero, quizás cansada, de indefinido e inclinado rostro cubierto con un pañuelo; acompañada de un gorrión porta una bolsa y un periódico; al fondo, la dedicatoria: Eleanor Rigby, “All the lonely people”.

Pasados los años se desveló el enigma. Paul Mc Cartney con motivo de la presentación del libro “ The Lyrics: 1956 to the present” y por medio de una entrevista publicada en The New Yorker, el 18 de octubre de 2021, reveló algunos de los secretos del universo de The Beatles y ofreció significativos datos y novedades entre ellas la referida a la identidad de Eleanor Rigby. Afloró la verdad del personaje, que en realidad era una anciana a la que Mc Cartney trató con asiduidad y por la que sintió gran simpatía; la había conocido en sus años adolescentes y la visitaba en su casa, le hacía compañía y ayudaba en las tareas cotidianas como recados y compras. Al final, con esas confesiones, aunque tardías, se cerraba el misterio de un episodio personal humano y compasivo, narrado en clave musical.