Símbolos sin tiempo

Elecciones Generales en el mes de julio

Si yo fuera Pedro Sánchez convocaría Elecciones Generales para el mes de julio o incluso para agosto y anunciaría la convocatoria por sorpresa. Lo haría a la chita callando, como suelen hacerse las cosas que deseamos que pillen en fuera de juego a nuestros adversarios. No le diría nada a nadie. Tampoco se lo diría a Illa, ni a Patxi, ni a Montero, ni tan siquiera a Begoña por si le da por contárselo a cualquiera de sus amigos de Marruecos y esos cónclaves alauitas llegaran a provocar otro conflicto de intereses o algo peor que eso. Ustedes ya me entienden. 

Imagínense que el rey Mohamed VI se huele la tostada y le da por anunciar desde El Sahara –antigua provincia española – nuestra convocatoria electoral antes que el propio Pedro, y auspiciado por tal anuncio y tal dislate, llegase incluso a pedir, por las bravas, como suelen hacerlo los políticos catalanes, las anexiones de Ceuta, de Melilla o de las Islas Canarias… Pero como no soy Pedro Sánchez intuyo que Pedro Sánchez va a convocar las elecciones cuando el sopor del verano nos abrase. Lo va a hacer con la ilusoria esperanza de seguir gobernando a los españoles y, de paso, para joder las vacaciones de los que, según está el panorama, todavía se las pueden permitir. Porque, en principio, esos días veraniegos y más calurosos desde que se anunció el cambio climático, son días en los que todos los que pueden huir, huyen de las ciudades y se alojan en litorales costeros o en alguno de los infinitos pueblos que perviven - a pesar de la despoblación - en todas y cada una de las latitudes de nuestra geografía. Pero recuerden lo que digo: Pedro Sánchez va a convocar Elecciones Generales para que el verano sea más caluroso y más entretenido. Si quieren lo repito… 

Decía el Padre Isla en su novela “Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes” que “la mayor vileza de un autor es la de escribir contra lo que siente, por lisonjear el mal gusto del público, en una materia de tanta gravedad y de tanta importancia”… y, precisamente, esta materia que ahora me ocupa es una materia grave e importante que trastoca los ánimos de la mayoría de los españoles. 

El Presidente del Gobierno nos tiene descolocados. Pienso a veces que ese trabalenguas que dice: “donde dije digo, digo Diego” se hizo y se pensó expresamente para él. Es un paradigma de sus parcialidades. No creo que haya más seres humanos en el mundo que digan y desdigan con tal facilidad, que retuerzan las cosas que han sido retorcidas.   

Pedro Sánchez está quejoso, porque a pesar de que va “enrailando” y embutiendo la Ley de la Amnistía, aún le queda mucho que sortear para que esa ley hueca y desafortunada pueda sancionarse, promulgarse y publicarse y pueda ser aplicada en todo su esplendor y en todo su apogeo.

Yolanda Díaz no dice nada o dice poco a pesar de que ese individuo que la hizo ministra y vicepresidenta, ya sabía que la moza – como dijo Cervantes en “La novela del casamiento engañoso” – es más taimada que simple. Y por esa razón y por otras que no vienen al caso, ha estado irritada y distante en el Congreso de los Diputados. Lo estaba tanto que todos celebraban las victorias mientras su señoría aparecía apática, mohína y taciturna. Pero, así todo, y a pesar de tanto devaneo, recuerdo que los españoles debemos de estar preparados para que en pleno verano celebremos campaña electoral: mítines a diestro y siniestro, muchas promesas falsas y Elecciones Generales. Recuerden que el que avisa no es traidor.