Al hilo de las tablas

El bolsín

Antonio Risueño
photo_camera Antonio Risueño

“A esto lo vamos a llamar bolsín, porque si la Bolsa es el lugar donde concursan los valores económicos del país, el Bolsín Taurino Mirobrigense es el lugar donde concursan los valores aspirantes a fenómenos del toreo” así sentenciaba el señor Abraham Cid- líder de los fundadores y primer patriarca- en el Café Moderno; lugar donde hacían tertulia los martes -día de mercado- y días de feria, los labradores y ganaderos de la Socampana mirobrigense. Decir mirobrigense es referirse al gentilicio que recibimos los habitantes y nativos, de la localidad cercana a Portugal que lleva por nombre Ciudad Rodrigo; decir Socampana es hacer del territorio adehesado desde el que se escuchaba el tañir de las campanas de la catedral de Ciudad Rodrigo. 

Si muchas veces se ha dicho que la tauromaquia va unida a la búsqueda de valores eternos y necesarios para nuestro mundo y nuestra gente, en este caso también se hace realidad. Los largos, fríos y lluviosos inviernos de los años cincuenta eran reclamo con el carnaval de Ciudad Rodrigo, para muchos maletillas llenos de hambre de pan y de toros. Más de lo primero que de lo segundo. 

Eso motivó que un grupo de amigos, que en el Café Moderno hacían sus tertulias, veían deambular a tantos muchachos venidos de otras tierras, que se mataban por  orientarse capeas y tentaderos, preguntando aquí y allá; y muchas veces, rogar algo de comida. Aquella triste realidad hizo que la sensibilidad de unos pocos, abanderada por el señor Abraham, los animará a hacer un pequeño concurso de toreo, y pedir un novillo al alcalde para que su triunfador lo matará en carnaval. Tampoco se olvidaban de darles de cenar cada noche de tentadero o encerrona. Así nació el Bolsín en el año 1956. Sesenta y ocho temporadas, en las cuales la propia institución ha ido evolucionando con los tiempos. La perspectiva de más de medio siglo permite afirmar, que sin duda ha marcado un hito en la tauromaquia. Un verdadero avance, que le configura entre los mayores aciertos que el toreo actual se ha podido encontrar, a la hora de abrirse camino en esta sociedad cambiante y tantas veces convulsa.

Casi setenta años después de los inicios de tal aventura, el Bolsín es el primer y mejor escaparate de novilleros sin caballos, con la temporada que se abre, con cada año que nace.  

El Bolsín, asociación privada sin ánimo de lucro, no camina sólo. Son muchos los pilares que sustentan su estructura. De forma muy singular, los ganaderos siempre han apoyado la iniciativa, regalando la bravura de sus productos, sin ningún tipo de reservas es más, con gran entusiasmo. El Ayuntamiento de la ciudad, siempre ha hecho hueco a los toreros del Bolsín en la programación taurina carnavalera; actualmente el triunfador mata un festival picado acartelándose con toreros de ferias y figuras del toreo, en su inigualable plaza de madera, presidida por el singular edificio del Ayuntamiento. Los cuatro finalistas se anuncian en una novillada sin caballos, el domingo de carnaval.

El Bolsín también recibe apoyo institucional y oficial, lo que permite afrontar tantos gastos con dignidad y solvencia. El Bolsín Taurino ha vivido, y vive día tras día en dos dimensiones fundamentales para esta sociedad actual: la universalidad y la cultura. Somos universales porque siempre hemos estado abiertos a toda clase de personas sin ningún tipo de distinción, con distintas nacionalidades de un lado y otro del charco. Desde los comienzos aspiró a ser triunfador algún sudamericano; uno de sus primeros triunfadores era conocido como el colombiano, sin que nadie explicara su procedencia. También en el ámbito ganadero, lejos de cerrarse al campo charro al que tanto le debe,  hace sus primeras Tientas en lugares tan distintos como Portugal, Castilla-La Mancha, Andalucía Extremadura o la comunidad de Madrid.  

La cultura fue algo, que desde el principio preocupó a los fundadores del Bolsín. A los triunfadores, siempre se les agasaja con un pregón el jueves previo al carnaval; un gran acto cultural del que han tomado parte grandes periodistas taurinos y gente de la cultura, a nivel nacional e internacional a lo largo de tantos años. Asimismo, no es raro que el bolsín, organice presentaciones de libros, mesas redondas y últimamente una gala musical en la que se armonizan el folclore charro y gitano. Ambos con el toro corriéndole por las venas. 

Queda claro que el Bolsín taurino, nació para dar vida. En un primer momento lo hizo dando posibilidades a quienes no les sobraban, restaurando la dignidad a personas marcadas por la ley de vagos y maleantes, y abriendo horizontes artísticos a tantos toreros que han podido vivir del toro y algunos han llegado a ser indiscutibles figuras del toreo.  

Su solvente caminar permitió que se adoptará tal iniciativa en instituciones y aficionados de tantos otros lugares, que montaron sus propios bolsines; y que mientras permanecieron en la actividad, vivieron de la esencia que nació en el café Moderno. Por ello, el Bolsín con sus siete tientas de vacas, su final de erales, su pregón del triunfador en el Teatro Nuevo, su desfile desde el monumento del maletilla hasta la Plaza Mayor, el domingo de Carnaval, con sus triunfadores, sigue dando vida.