En román paladino

Don Américo y Don Claudio

Pocos historiadores, -sobre todo en lo que se refiere a la historia de España- como don Américo Castro y don Claudio Sánchez Albornoz han llegado de manera tan profunda y convincente a las claves y los orígenes culturales de la nacionalidad española. Ni en estos ni en los pasados tiempos. Internacionalmente famosa fue la polémica que a mediados del siglo XX mantuvieron don Américo Castro y don Claudio Sánchez Albornoz, cuando las dos grandes figuras de la ciencia histórica se hallaban en la  plenitud de su vida intelectual. Y resulta curioso comprobar cómo, pese a mantener opuestos criterios ninguno de los dos resultó derrotado, sino que ambos consiguieron  aumentar  el conocimiento de la historia de España. Sus controversias y teorías todavía mantienen un notable interés.

Como es bien sabido, don Claudio en su obra España, un enigma histórico, venía a confirmar que el verdadero camino de nuestro país comenzó en el momento en que fueron separados de la vida el cristianismo y la religión mahometana, mientras don Américo entendía lo contrario. En su formidable trabajo España en su historia: Cristianos, moros y judíos, nos recuerda cómo el ensamblaje de las tres culturas vino a moldear y dar consistencia al modo de ser español, basándose en la formación de los cimientos y desarrollo de la personalidad española. Pero sí es cierto que ninguna de estas dos teorías prevaleció sobre la otra - aunque don Claudio tuviera mayor número de apologistas-, también lo es que la polémica nunca estuvo cerrada. Como lo prueba el hecho de que en aquellos años –finales del siglo veinte- fuese noticia el mencionado libro tan lleno de interés  histórico.

El académico y ex ministro de Franco, don Pedro Sáinz Rodríguez, al que en varios artículos me he referido, dijo que Sánchez Albornoz es merecedor de la más alta consideración científica dentro de su especialidad, que además  de su labor escrita ha cumplido una gran bien de la cultura española, creando una verdadera escuela de investigadores en la República Argentina, que comparten los discípulos de España. Y el gran escritor Alberto Míguez señaló hace tiempo algo en verdad: “que el exilio español en América fue la primera y gran operación de cooperación cultural y técnica ofrecida por España, de forma voluntaria, desde luego a los países del Atlántico”, agregando que fue una operación ejemplar.

Don Claudio Sanchez-Albornoz, como es sabido, centró su tarea investigadora en uno de sus libros fundamentales, en el titulado España, ese  enigma histórico, Al fin regresó a su país natal en 1957, una vez finalizada nuestra guerra civil. Recordaba siempre, desde sus años del exilio, su amor a Galicia, a Asturias, a Madrid, a las dos Castillas… Dijo que Miguel de Cervantes diseñó, con los personajes de Don Quijote y Sancho Panza, dos de las figuras estelares de la literatura universal, afirmando que el elemento principal de las raíces de dicha españolidad fuese más bien germánico.

Sánchez Albornroz contaba ya más de noventa años y todavía seguía escribiendo lejos de España, desentrañando enigmas históricos y ayudando a nuevas generaciones de estudiosos. Dijo que las universidades españolas contaban, por aquel tiempo, con profesores eminentes, incansables en su afán por dar con la verdad de nuestro pasado. Y entre ellos estaban don Claudio y don Américo  Castro; a los dos les quería y respetaba como españoles de pura ley. Al margen de la situación  social y política. Porque, recuerdo palabras de Andrés Bello, por la corrupción del lenguaje empiezan otras  muchas corrupciones.