La mirada del centinela

Dicen por ahí

Dicen por ahí que hay un cortador de leña que se ha puesto a trocear el tronco del partido socialista por descuido. Se llama Koldo, el tal señor, amigo de un hombre cachazudo que en su día fuera ministro y persona de confianza del presidente del Gobierno. Trasladado a Madrid desde su Euskadi natal, acabó siendo escolta, chófer y chico de los recados de Ábalos, siendo éste número tres del PSOE. Ha terminado, según apunta la investigación en marcha, cobrando pingües comisiones por la compra de mascarillas. 

Dicen por ahí que hay un diputado que arrastra una manta allí donde va; en concreto, de su casa al grupo mixto del parlamento. Se llama José Luís Ábalos, otrora portador de la cartera de Transportes con el ejecutivo de Sánchez. Ha caído en desgracia tras ser descubierto como intermediario en la trama de las mascarillas. El exministro, así lo indica un informe del Tribunal de Cuentas, fue el máximo responsable de la primera compra ordenando su adquisición. 

Dicen por ahí que hay un empresario, a la sazón presidente del Zamora CF, que aparece en los informes de la Guardia Civil como principal comisionista de la trama. Según el juez instructor, tenía un “pase especial” para entrar en el departamento de Ábalos. Cabe sospechar que estaba al corriente de la compra de millones de mascarillas; si bien, es posible que despachara con el ministro acerca de qué alineación configurar para ver al Zamora CF en Segunda División. 

Dicen por ahí que hay dos ministros que van silbando por los pasillos del congreso. Al ser preguntados por su implicación directa en el caso “Koldo”, corren en dirección al Salón de los Pasos Perdidos, porque eso es lo que desean hacer, perderse para evitar ser acusados de corruptos. Armengol se ha visto obligada a comparecer para dar explicaciones. Sin embargo, echó la culpa al empedrado. Dice que los ciudadanos no merecemos espectáculos y tergiversaciones. Qué les parece, ella, que forma parte del espectáculo. Armengol, nada menos que presidenta del Congreso y, en su día, presidenta del Gobierno Balear, está siendo investigada por no reclamar lo pagado por las mascarillas fake hasta tres años después de su compra. Torres, actual ministro de Política Territorial y presidente de Canarias durante el proceso de la trama, también está bajo sospecha, siendo investigado por la Fiscalía Europea, que ve indicios de malversación de fondos públicos, prevaricación y tráfico de influencias en la gestión de ayudas europeas. 

Dicen por ahí que hay una cuadrilla de subalternos señalados por la trama, varios empresarios que se han lucrado al arrimarse al negocio de las mascarillas: Juan Carlos Cueto, Íñigo Rotaeche, Rogelio Pujalte… elementos necesarios en el engranaje de la maquinaria socialista de corrupción. 

También dicen que en el interior de todos esos títeres, está la mano de un resiliente de salón que tiene más vidas que un gato; uno al que parece valer la frase tan popularizada por Cela de “quien resiste, gana”. Pero no puede ni debe ganar, porque si gana él, pierde España. Esto último es lo que dice cualquier ciudadano con un mínimo de coherencia. Dicen todas esas cosas y muchas más que se dirán. Y entre dicho y dicho, el asombro hace manto sobre nuestras cabezas y se convierte en escarcha que nos deja helados en este invierno político. Los hay que se frotaban las manos y ahora las esconden en bolsillos sin fondo. Habrá que permanecer atentos a eso que dicen, eso que dicen por ahí.