Al hilo de las tablas

Carnaval del Toro

En Ciudad Rodrigo, como en tantos lugares del mundo, se celebra con especial intensidad, el carnaval. Hay disfraces, carrozas, atracciones, música y tantos componentes esenciales y añadidos que configuran el antruejo precuaresmal.  

Sin embargo, el carnaval de Ciudad Rodrigo es carnaval del Toro. El toro, en este rincón de la España vaciada, da toda la esencia a las carnestolendas mirobrigenses. El Carnaval del toro comienza a calentar motores un mes antes, con el primer fin de semana de tientas del Bolsín; para continuar con una amplia suerte de actos literarios en forma de pregón, que impulsados por peñas, asociaciones y el mismo ayuntamiento con su pregón mayor, anuncian el carnaval en sus prolegómenos, con el toro y caballo como centro.  El toro se convierte desde hace siglos en esencia, fuente y culmen del carnaval mirobrigense, aportándole verdad y particularidad. Lo que hace atractivo, diferente y peculiar al carnaval de Ciudad Rodrigo es ni más ni menos que el toro. 

Durante cinco días, de viernes a martes de Carnaval, se celebran cinco encierros -el del domingo a caballo-, siete desencierros, dos capeas nocturnas, tres matutinas y cuatro por la tarde. El domingo por la noche se celebra un concurso de recortes con cuatro toros, con los que recortadores de prestigio, pugnan por el trofeo “Tres columnas”.  Así mismo el sábado se “echa” el toro del antruejo y el martes el del aguardiente.  Todo ello en la plaza de madera- Bien de Interés Cultural- que, de forma artesanal, se construye cada año en la plaza mayor.  

Pero no falta el festejo de muerte, pues no olvidemos que en el existir vital, sino hay muerte, no hay vida. El domingo se da una novillada sin picadores para cuatro finalistas del Bolsín; el lunes saltan al ruedo cuatro utreros para lidiar una novillada de luces, con los del castoreño. El sábado y el martes, hay festival taurino con picadores, Se anuncian tres matadores de toros- dos de la parte alta del escalafón y uno de la tierra- y un novillero; siendo el triunfador del Bolsín el que torea en el festival del martes de Carnaval. 

Las capeas son un claro ejemplo de respeto y convivencia entre recortadores y “maletillas” o capas, donde si el toro lo permite-que es casi siempre- se pueden ver fulgurantes y arriesgados recortes y saltos, y naturales y derechazos llenos de enjundia y verdad. En un momento en que el toreo en las capeas, está a una altura que nunca ha estado. Este año la asociación cultural “Carnaval del Toro” ha instituido la distinción Conrado Abad, “eterno maletilla” que aún vive, y es  vecino de Ciudad Rodrigo desde hace más de setenta años. Tal distinción con la que se premia la labor del torero de capea más presente y con mayor conexión con el público; este año ha recaído en Jerónimo Sandoval, novillero hispanoamericano, que se ha pasado el carnaval batiéndose el cobre, con absoluta entrega y merecido lucimiento. 

Este carnaval que cada año deja millones de imágenes, tanto de “chanzas” callejeras, como de lances en encierros y capeas; aporta un indiscutible fondo de tauromaquia total, donde conviven las ajustadas carreras en las calles, los arrebatados recortes en capeas y concurso; y el toreo de muleta que juega con la voltereta, a la vez que sueña el temple y trazo largo.  Sin olvidar el capote salvador del director de lidia, lugar en el  que el novillero local Pérez Pinto, justo reconocimiento merece. 

Este Carnaval ha vuelto a dejar imágenes impagables, como la de los novilleros Ismael Martín y el Mene, llevados a hombros desde la plaza hasta el lugar donde les esperaba la ropa de calle, o la faena compacta y briosa de Manuel Diosleguarde, dándole los papeles a un novillo de Juan Manuel Criado que se los pidió, o el señorío de Cayetano frente a un extraordinario toro de la misma ganadería, o el desparpajo de Tristán Barroso, en el mismo festejo. Imágenes que dejaron los finalistas del Bolsín, donde la vergüenza torera y el pundonor les hizo sobreponerse, a todo tipo de dificultades, lesión y cornada incluidas. Gonzalo da Silva, Jesús Iglesias, Julio Mendez y Alfonso Morales, dieron buena razón de sí, ante cuatro erales de la también debutante ganadería de Toros del Picón, que lidió animales de grandes condiciones.

Imágenes, como las dibujadas por la profundidad esencial de Juan Ortega, la profesionalidad de El Capea, el arte que fluyó sin filtros de las manos de Pablo Aguado, y los momentos cumbres con la muleta, del novillero Diego Mateos, que el martes y con una gran novillada del maestro Capea, volvió a triunfar, como en el Bolsín. 

Todo lo vivido, y lo que está por vivir, en Ciudad Rodrigo, nos hace afirmar, que en Ciuadad Rodrigo, el toro es Carnaval y el carnaval es toro.