El catalejo

La arquitectura del poema

El poeta Joan Margarit, quien en 2019 recibió en España el Premio Cervantes de manos del Rey Felipe VI, era también un excelente arquitecto que amaba su profesión. Poesía y arquitectura coexistieron en armonía en su universo creativo, ya que ambas, según él mismo sostenía, comparten un principio común. Sus poemas, aunque a menudo inspirados en vivencias personales, abordan con profundidad y maestría una temática que les otorga dimensión universal. 

Una infancia difícil y trashumante

Nació el poeta en la provincia de Lérida, poco antes del fin de la guerra civil española, y su infancia transcurrió en las duras condiciones de esos tiempos, lo que le enfrentó a experiencias fuertes, como ver morir a su hermanita de meningitis en un pueblo en donde no había electricidad ni antibióticos. El frío y la soledad le marcarán para siempre, y también la  figura de su abuela paterna (“Fue ella quien me enseñó que el amor es claridad y dureza al mismo tiempo, que sin coraje nadie puede amar” dice en el poema “Coraje”)

Las profesiones de sus padres, ella maestra, él arquitecto, motivaron frecuentes mudanzas a diferentes localidades de Cataluña y más tarde a las Islas Canarias. Este último destino fue un verdadero deslumbramiento para Joan, ya adolescente, quien  allí escribió sus primeros poemas en español, idioma que le había sido impuesto en la educación formal desde la escuela primaria. Sin embargo Margarit, que a partir de 1980 empezó a escribir en su lengua materna, el catalán, jamás renunció a la riqueza lingüística que le proporcionaba el español y se autodefinía como poeta bilingüe.

La arquitectura en la profesión y en la poesía

Apenas un bienio disfrutó Margarit del paraíso encontrado en Santa Cruz de Tenerife, ya que debió residir en Barcelona para cursar sus estudios de arquitectura, los que culminó con excelentes calificaciones. Años más tarde obtuvo el doctorado y la cátedra de Cálculo de Estructuras en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. 

Más de treinta poemarios publicados y numerosos e importantes premios, (el último de ellos el Cervantes, que, suspendido el acto oficial debido a la pandemia, el Rey Felipe VI entregó a Margarit en su propia casa de San Just) muestran que el brillante ejercicio de la profesión no acalló la voz del poeta. Ambas vocaciones coexistieron a lo largo de su vida en total armonía, porque según él mismo explica comparten un principio común: “Un poema es como la estructura de un edificio a la que no puede faltar ni sobrar ni un pilar ni una viga: si sacásemos una sola pieza se desplomaría. Si en un poema se saca una sola palabra, o se cambia por otra y no pasa nada, es que no era un poema. O todavía no era un poema

Así como el arquitecto procura lograr una estructura en que se conjuguen belleza y solidez, asimismo el poeta, tal como afirmaba Margarit desde su propia experiencia, tiene que conseguir en el poema la mayor belleza y solidez con el menor número de palabras.

Algo de su poesía

La poesía de Joan Margarit tiene un lenguaje directo, accesible, sin caer nunca en lo banal y apelando directamente a la emoción. No es una poesía críptica ni puramente conceptual. Hay temas recurrentes como la soledad, la pérdida, el desencanto, pero también está muy presente la música, y la propia poesía como consuelo y redención. 

Su poema “Ella” es uno de los más representativos de su estilo.

Llega el tiempo de no esperar a nadie. 

Pasa el amor, fugaz y silencioso

como en la lejanía un tren nocturno. 

No queda nadie. Es hora de volver

al desolado reino del absurdo, 

a sentirse culpable, al vulgar miedo

de perder lo que estaba, ya, perdido. 

Al inútil y sórdido tiempo moral. 

 ¿Cuántos quedan aún y qué sentido

 tiene esta vida en donde te he buscado, 

 si ya llegó la hora tan temida

 de comprobar que nunca has existido? 

La enfermedad y muerte de su hija Joanna le sumen en un profundo dolor que le motiva a transgredir la regla aceptada de no “escribir en caliente”. El resultado es “Joanna” (2002), un libro inolvidable que incluye el poema que así describe la despedida:

Mañana de domingo con música de Lluis Claret

Ha subido Lluis al escenario 

con el violoncello. Le oiremos pronto

tocar el “Aria pastoral” de Bach

para decirte adiós en Montjuic

Para saber adónde vas

seguiremos el rastro de la música

Joan Margarit dejó un libro inédito, “Animal de bosque”, del que extraemos este poema en el que se refiere a su propia muerte, que hoy sabemos le llegó en Saint Just Desvern el 16 de febrero del 2021, a la edad de 82 años. 

Pensé que me quedaba todavía tiempo para entender la honda razón/de dejar de existir. Lo comparaba/ con el desinterés, con el olvido/ con las horas de sueño más profundo/ pensando en esas casas donde un día vivimos/ y a las que no hemos vuelto nunca/ Pensaba que lo iba comprendiendo/ que me iba liberando del enigma/ Pero estaba lejos de saber que yo no me libero. Me libera la muerte/ permite, indiferente/ que me vaya acercando hasta alguna verdad/ Inexplicablemente, esto me ha emocionado