Dies irae

El árbitro Franco

Recuerdo vivamente el impacto que me produjeron aquellos dos flexos de hojalata, inclinados uno sobre la mesilla de él y otro sobre la de ella. Eran la expresión más descarnada de una austeridad extrema, casi lacerante, en el dormitorio del que había sido el hombre más poderoso de España: Francisco Franco. El Palacio de El Pardo se visitaba (eran tiempos de Aznar) y yo sucumbí a la curiosidad. “Cualquier concejal de urbanismo del pueblo más pequeño vive con mucho más lujo” susurré al oído a mi mujer cuando abandonábamos aquellas estancias. Era tan elocuente la austeridad de Franco que Zapatero, cuando llegó al poder (tras los atentados del 11M) eliminó de la visita al palacio aquellos aposentos. Eran un ejemplo indeseado.

En aquel dormitorio desangelado y sobrio llamaba la atención el único mueble moderno que allí residía: un gran televisor que Eisenhower le regaló durante su visita a España, en 1969. Así que en aquel imponente obsequio del “amigo americano” veía el Generalísimo los partidos de fútbol, una de sus aficiones favoritas.

En ese mismo año de 1969 comenzó su carrera arbitral Ángel Franco, un colegiado que ejerció hasta 1986 y que ha fallecido el 3 de febrero de este año. Dios le tenga en su gloria. Franco arbitraba y los aficionados le gritaban, a él como a todos los trencillas que en el mundo han sido: “¡Franco, inútil!” “¡Franco, hijoputa!” “¡Vete a tu casa, Franco!”. Como en la canción de El Venao, aquello al Caudillo le mortificaba, pues se maliciaba (y seguramente no iba descaminado) que algunos aficionados “desafectos” se excedían en sus improperios  cuando era su homónimo quien arbitraba. Así que una tarde, tras un partido que no terminó de convencerle, Franco se dirigió al jefe de su casa civil y le dijo, con su parquedad característica: “A partir de mañana, los árbitros, con sus dos apellidos”.

Ángel Franco pasó a ser Franco Martínez; Guruceta, a Guruceta Muro. Y desde entonces todos los árbitros de fútbol han sido conocidos por sus dos apellidos. Martínez Munuera, Rodríguez Santiago, Alberola Rojas, Gil Manzano, Hernández Martínez, Soto Grado, Ramos Marcos…En el último bar de Riaza, en los consejos de administración del IBEX, en escuelas y colegios, propones un acertijo y muchos lo aciertan: “¿Matéu?...¡Lahoz!” “¿Del Cerro?…¡Grande!”  “¿Medina?...¡Cantalejo!” En verdad es asombroso. Un país que ignora el segundo apellido de Pau Gasol no duda en identificar de inmediato al mayordomo del Barça: Henríquez…¡Negreira!

Es lástima que solo esto nos haya quedado de Franco. Tuvo un horario magnífico; sin adelantos ni atrasos, pionero en su momento y en todo momento…pero de ello escribiré a final de mes, con la venia del editor y cuando se cambie la hora.  

¡Ah, y no contéis a nadie lo que acabáis de leer! Que no se enteren Bolaños, ni Yolanda, ni Irene, ni la Alegría esa de amargo rictus. Son capaces de quitarnos lo único que sabemos recitar de carrerilla.