El Jardín del Edén

Año nuevo, palabro nuevo

Jose García-Blanch de Benito
photo_camera Jose García-Blanch de Benito

La Real Academia acaba de incorporar una nueva definición a su diccionario: Año 2023, dícese de aquel que el mejor palabro que lo describe es “polarización”. Institución muy sabia, ha recogido en una sola palabra la esencia de lo que estamos viviendo en nuestro Jardín del Edén.

Mi primer contacto con los polos, fueron aquellos que apenas por una peseta te alegraban un día de verano. Luego, cuando me tocó ir al Instituto, la única polarización que aprendí era la que se podía provocar en la luz, de modo que si uno miraba con las gafas adecuadas un mundo iluminado con luz polarizada no veía nada. Ya con más edad pude confirmar como nos gusta ver el mundo con una determinada luz, polarizada por supuesto, de tal manera que como en las prácticas de óptica podemos terminar por no ver nada.

Como ya estamos en 2024 podemos empezar a buscar que palabro nos gustaría que lo definiese, cuando la RAE repita puntualmente este mismo ejercicio dentro de un año. Les animo a que levanten los ojos de la pantalla y por unos segundos reflexionen sobre esta sencilla pregunta: ¿Cómo les gustaría que 2024 fuera recordado?

¿Lo tienen ya? Yo les propongo el mío: “regeneración”. La RAE lo define como el dar nuevo ser a algo que degeneró, restablecerlo o mejorarlo. Y me atrevo a proponerlo porque si en algo coinciden todos los diagnósticos es que la polarización está degenerando la armonía social, que es necesario restablecer y mejorar.

Ese es un motivo, el otro es que debo seguir siendo un romántico irredento y me atrae el discurso finisecular de la generación del 98, que a la vista del desastre de Cuba y Filipinas, con el ejército y la armada destruidos, la hacienda en bancarrota, el prestigio internacional arruinado, la burguesía y las clases populares en crisis, y un Rey en minoría de edad, se atrevió a mirar al futuro y le propuso a la sociedad española que saliera de ese estado hipnótico autodestructivo, acabase con la polarización inducida por los partidos políticos y construyese una España nueva que resurgiera como Ave Fénix. La consigna entonces era “regeneración”.

La historia ya sabemos cómo acabó. Básicamente nadie hizo caso y el tejido político y social siguió degenerándose hasta que reventó. Primero en 1923, aperitivo de 1931, 1934 y 1936, que cuando nos gusta flagelarnos no nos quedamos en mediocridades.

Parecía que finalmente la Constitución de 1978 nos había dado un denominador común y la regeneración buscada por nuestros abuelos la estábamos haciendo realidad, pues va a ser que no, y polarización es, otra vez en nuestra Historia, la palabra de moda.

Regeneración no es sinónimo de candidez, ni de entreguismo, ni de “to er mundo e güeno”. Todo lo contrario, por lo pronto requiere un fino análisis de lo que, como sociedad, estamos haciendo mal. Pero no nos podemos quedar ni en eso, ni en los buenos deseos de un Año Nuevo que duran el tiempo de ir el primer día al gimnasio. Se requiere más honestidad y menos autoindulgencia, más carácter y menos seguidismo, más pensar y menos recitar.

Los Ilustrados se reían de los creyentes cuando éstos esperaban que la Providencia les resolviera la vida. Yo les invito a volverse agnóstico de esa nueva religión que invoca a los políticos y al Estado como la nueva Providencia. Les propongo la fundada sobre una regeneración: primero la mía, y solo luego, la de la sociedad en la que vivo. ¡Feliz Año!