Crónicas de nuestro tiempo

Hay amigos, y amigos caducados

Muchas veces solemos oír "Cada uno es libre de hacer o decir lo que quiera, mientras no haga daño a otros". Y resulta qué, lo de no hacer daño a otros, es tan relativo como la verdad absoluta, y esto requiere un análisis profundo más racional que pasivo. 

Por ejemplo, el caso de los antiguos amigos que para mí han caducado, bajo la acusación de colaborador necesario para que otro cause daño, dolo o terror. Por ejemplo, no puedo respetar la decisión de un jubilado al que han comprado su voluntad subiendo la pensión, a cambio de su voto a un gobierno malversador que elimina el delito de malversación. Y no digamos, a la viuda que le han aumentado dos pensiones. Aún así, comprendiendo su difícil decisión, hubiese sido un orgullo oírles decir "Yo no les voto, pero la subida me viene de cine".

Recordemos que estamos hablando de un gobierno que jamás hemos tenido en nuestra democracia, precisamente por ser antidemocrático, radical, y cada día más farsante. 

Uno NO TIENE derecho a hacer o decir lo que le venga en gana, cuando con ello apoya o genera una situación inmoral, irracional o lesiva. Eso no es respeto ni solidaridad y por consiguiente tampoco lo merece.

Cómo la política constituye uno de los ejes que mueve los hilos del presente y futuro, muchos reconocemos que en España hay un antes, a partir de Zapatero como prologuista y origen de una hoja de ruta con un objetivo encubierto y corrosivo. Y, un después, con Sánchez, como continuador de ese proyecto preconcebido y destructivo de nuestro país, con tintes más que claros de cohecho, dictadura, sometimiento, persecución, injusticia y posiblemente con resultado imparable de confederación de repúblicas, confrontación y ruina. 

Por eso, y por el miedo a perder la estabilidad conseguida, trabajada y soñada, siempre entendí y entiendo que con mis amigos socialistas, de un PSOE tradicional, democrático y de respeto constitucional, el intercambio de opiniones supusiese una exégesis natural y diversa interpretada con cariño afable y sin reproche sobre conceptos discutibles que amenizaban la tertulia que nunca supuso la defensa de un asalto a todos los poderes e instituciones del Estado para llevarnos estratégicamente al caos y recuerdo de Peter Fechter como metáfora de ese muro sanchista que evocan. 

Ahora, los que eran mis amigos socialistas, que el 23J votaron el sanchismo que abraza al régimen narco-bolivariano del Grupo de Puebla, y también asociado a los del pacto del Tinell, junto con terroristas; separatistas; encausados; prófugos de la justicia, condescendiente de violadores a través de la Ley del Sí es Sí, defensores de los depredadores, misándricos y androfóbicos resentidos, invasores de la Fiscalía, la Abogacía, el Tribunal de cuentas, el Constitucional, los medios de comunicación, y ahora pretenden el CGPJ y enseguida el Supremo; cómo decía, esos que fueron mis amigos con un psoe democrático, ahora, sin pensarlo dos veces ni contar hasta diez, les he retirado mi consideración amistosa, porque se han convertido en enemigos de España. En defensores de terroristas, golpistas, prófugos de la justicia, delincuentes, ilegales, dictadores latinos, prevaricadores de nuestras instituciones, corruptos etc. Y con su voto o defensa del sanchismo, a mi entender: en colaboradores necesarios para hundir mi país, mi tranquilidad, mi felicidad, la de mi familia, el resto de mis amigos, mi trabajo y mis raíces (!) esas, que ahora intuimos poder perder por culpa de aquellos que por su pensión, paguita, ensueño o PSOE en vena y ADN, votaron abyecta y egoístamente sin discernimiento a un gobierno transgresor de principios y justicia, amparado tras unas siglas cuya singladura y esencia no se habían identificado nunca con una encubierta autocracia dirigida por un embaucador sinónimo de lo que en Venezuela (dicho sea de paso) califican como "Mojonero". 

Por todo esto, cuando mi ex amigo me preguntó, le contesté con silencio y media vuelta, sin concederle el honor de la mirada.