A Volapié

Almodóvar y las subvenciones

El afamado director de cine P. Almodóvar ha dicho recientemente en la gala de los premios Goya que el cine español devuelve con creces lo que recibe del estado en forma de subvenciones. Vamos a ver si esto es verdad. 

No resulta nada fácil encontrar información relativa a la cuenta de resultados de este sector. No hay casi nada disponible, salvo el número de espectadores, la facturación y las subvenciones recibidas. Es necesaria mucha más transparencia, dado que no poco dinero público se gasta en este sector. 

Después de mucho bucear en internet, gracias a la web Statista, he encontrado algunos datos relativos a los gastos de explotación del ejercicio 2021, son los siguientes:

  • Facturación: 42,3 millones de euros.
  • Coste de explotación: 98,2 millones, de los cuales 54 millones son sueldos y salarios.
  • Subvenciones: 86 millones.

Con estos datos, vemos que las pérdidas de explotación de 2021 alcanzaron 56 millones de euros. Sin embargo, gracias a las subvenciones, el beneficio neto fue positivo en cerca de 22 millones, lo que representa una rentabilidad del 23% sobre el capital empleado. 

Teniendo en cuenta las notables pérdidas de explotación, esta rentabilidad me parece exagerada. Una industria que sobrevive a costa del contribuyente se debería contentar con un retorno del 10%; o lo que es lo mismo, con 12 millones menos en subvenciones en el año 2021.

Llegados hasta aquí, nos falta saber cuánto devolvió el sector al estado mediante impuestos y cotizaciones sociales en 2021.

Los números estimados son los siguientes:

  • Impuesto de sociedades: 7,5 millones.
  • IVA: 4,2 millones (sin contar el IVA soportado).
  • IRPF: 21,7 millones (a un elevado tipo medio del 40%).
  • SS: 19,44 millones.

Por lo tanto, siendo optimistas, las aportaciones al estado suman un total de casi 53 millones de euros, es decir, 33 millones menos que lo recibido en subvenciones, eso que Almodóvar llama cándidamente “anticipo”. Este dato no incluye el impacto indirecto del sector, ya que no tengo datos al respecto. No obstante dado el pequeño tamaño de la industria, la aportaciones que se generan indirectamente han de ser modestas; y desde luego es muy improbable que alcancen más de 33 millones. 

Para confirmar esto, necesitamos los datos de más ejercicios, especialmente porque 2021 es un año post pandemia con una facturación menguada. La falta de información dificulta mucho la tarea, pero no es imposible. 

No tengo los datos relativos a la inversión anual realizada por el sector durante los ejercicios 2016 a 2019. Sin embargo se pueden estimar a partir de las subvenciones recibidas, pues estas suelen cubrir hasta un 50% del coste del proyecto, en ciertos casos hasta el 75%. 

Los datos medios para los ejercicios 2016 a 2019 incluidos son:

  • Facturación anual: 100 millones de euros.
  • Coste de producción anual: 133 millones, estimando una subvención media del 60%.
  • Subvención anual: 80 millones.
  • Pérdida de explotación anual: 33 millones.
  • Beneficio neto anual: 35 millones, después de subvenciones e impuesto de sociedades.

Los años escogidos son ejercicios que muestran una actividad normalizada con unos ingresos anuales de unos 100 millones, bastante más que lo obtenido en los años posteriores a la pandemia. Aún así las pérdidas de explotación rebasan los 30 millones al año.

Sin embargo, gracias a las subvenciones, el rojo se torna en verde, y el sector se embolsa 35 millones de beneficios netos por año. Si tomamos como objetivo de rentabilidad un prudente 10%, el beneficio neto medio debería ser de unos 14 millones al año. Por lo tanto, el sector se embolsó durante este período unos 21 millones de euros de más, cada año. 

Cualquier otra hipótesis acerca del cociente subvenciones/coste de explotación, genera una rentabilidad sobre el capital empleado de como mínimo el 20%, algo excesivo dado que se trata de un sector muy deficitario.

Se pueden por lo tanto disminuir las subvenciones de manera que el sector pueda seguir operando y generando empleo y rentabilidad. Parece pues que les caen notables beneficios llovidos del cielo, que no van a ser gravados de forma extraordinaria; como los de la banca. De lo contrario el gobierno se quedaría sin la propaganda que le provee el sector regularmente. Entre la propaganda y el interés del contribuyente, el ministerio escoge lo primero. 

Nos queda por saber cuanto devolvió el sector al estado mediante los impuestos y las cotizaciones. He barajado cuatro escenarios diferentes. En todos ellos el sector aporta al estado menos de lo que recibe, entre 6 y 10 millones menos cada año. Para que la contribución directa fuera positiva, las subvenciones se deberían reducir entre 10 y 20 millones al año, no excediendo el límite de los 70 millones. 

Este cálculo no incluye el impacto indirecto por falta de datos. Como en estos años el saldo neto de las aportaciones al estado ha sido negativo en hasta 10 millones, es posible que el impacto indirecto los haya compensado y generado una modesta contribución neta. En todo caso, no lo suficiente para afirmar que  devuelven con creces lo que reciben del estado.

En 2023, año electoral, las subvenciones han alcanzado la friolera de 167 millones, más 70% respecto al año anterior. Con este dato, es literalmente imposible que la aportación, directa e indirecta, al estado haya sido positiva. Esta magnitud, en año electoral, se podría calificar de latrocinio. El gobierno reparte el dinero a sus amigos como hacía el antiguo Duque de Lerma.

No es de extrañar que cuanto más sube el apoyo financiero estatal, mayor sea la propaganda que le hacen al gobierno los actores y directores famosos.

Después de este análisis, se pueden sacar dos conclusiones

La primera es que las subvenciones son excesivas, la industria puede funcionar con ayudas inferiores pagando los mismos sueldos y con un retorno de la inversión del 10%. El gobierno en cambio prefiere que sus propagandistas obtengan rentabilidades medias muy por encima del 20%.

Así pues, podríamos gritar eso de: “¡NO a los beneficios caídos del cielo!”.

La segunda conclusión es que con subvenciones en el entorno de los 80 millones por año, el impacto directo en las cuentas del estado es negativo. Sumando el indirecto, algunos años podría llegar a ser modestamente positivo. 

En cualquier caso, la afirmación de Almodóvar parece no ajustarse a la realidad, ya que no devuelven las ayudas con creces. 

Para que esto fuera verdad, deberían renunciar a una parte de las subvenciones todos los años. Tengo la impresión que la probabilidad que esto ocurra es cero pues el compromiso del sector no está con el contribuyente, está con el gobierno que los enriquece abitrariamente. 

Visto lo visto, no extraña el oscurantismo que reina en torno a la información económica y financiera de este sector. Al igual que a los vampiros, no les conviene la luz.